Prólogo

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Cuando lo que fuera revolucionario pasa a consolidarse como el estado de cosas estándar, es seguramente el momento de empezar a preguntarse acerca del estatuto tanto de lo aceptado como de la revolución misma. Una de estas situaciones extrañas se produce con respecto al feminismo. Nadie duda de la validez de las demandas de los feminismos –ni de las demandas igualitaristas, ni tampoco de la sensibilidad hacia las diferencias, sensibilidad en la cual los feminismos han sido sin duda la avanzadilla política. Y sin embargo, no sería sensato afirmar que los feminismos han terminado su andadura, que han logrado sus propósitos, o que en definitiva han de interpretarse como un movimiento cuyo fin era precisamente hacer posible la situación a la que hemos accedido. En la medida en que las manifiestas deficiencias en la realización de las propuestas feministas son una constante en nuestras experiencias, a veces de maneras absolutamente trágicas, es razonable, sin ningún género de dudas, repensar el propio feminismo. Aunque en ocasiones pudiera parecer que hablar de lo que ya sabemos nos grava con un intolerable déficit de novedad, la realidad es que el propósito de ciertos tipos de trabajo – especialmente lo que hay que considerar como un trabajo de reflexión– no es otro que volver a mirar eso que ya habíamos visto, y que es específicamente en esa mirada donde daremosPage 10con el elemento realmente relevante, que configurará nuevos aspectos o nuevas interpretaciones.

En último extremo, los feminismos siempre tuvieron una vocación deconstructiva, y probablemente ha llegado el momento de mirar hacia los discursos propios, con el ánimo de encontrar sus fallas, sus dislocaciones y sus puntos de, porque probablemente en ellos se encontrará también la inspiración para continuar la reflexión –y la acción.

En este espíritu, la pregunta acerca de los modos en que la generización del sujeto modifica las concepciones del espacio público es una pregunta imprescindible. Las relaciones entre lo público y lo privado constituyen uno de los temas clásicos para los feminismos. La dual configuración de pólis y oikós, desde la política aristotélica, es el punto de arranque de la genealogía del confinamiento femenino en el espacio doméstico. La lucha por la emancipación tuvo que ser, por ello, antes que nada una apropiación de lo que se negara o una vindicación de lo que se supusieran deficiencias, para reconstituirse como sujetos dignos de un espacio vedado...

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