Prólogo

AutorManuel Albaladejo García
Cargo del AutorPresidente de la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación
Páginas19-21

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Hace muchos años que conozco a Joan Picó i Junoy y su obra. Lo conocí en 1994, cuando obtuvo el «Premio Doctor Couder y Moratilla» de la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación por su excelente trabajo «El derecho a la prueba: aspectos procesales y constitucionales», que fue especialmente valorado por una Comisión que presidió el Prof. Leonardo Prieto Castro. Poco tiempo después la calidad de su trabajo se vio nuevamente refrendada por el otorgamiento del «Premio Extraordinario de Doctorado» de la Universidad de Barcelona. En ese momento me encontré un joven universitario plenamente dedicado al estudio del derecho procesal, dispuesto a sacrificar los mejores años de su vida por seguir aprendiendo. Con posterioridad, he podido comprobar los excelentes frutos de esta dedicación, con la publicación de sus numerosas monografías y ensayos sobre distintos aspectos de la ciencia procesal.

Y de nuevo vuelvo a reencontrarme con el profeso Picó en la «Academia», para constatar que sigue en pie su vocación investigadora, y que la dedicación por el estudio ha valido la pena, pues su obra «El principio de la buena fe procesal» se convertirá, sin duda, en un trabajo clásico en nuestra doctrina procesal. Ello le ha valido obtener el reconocimiento más prestigioso de la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación, el «Premio Nacional San Raimundo de Peñafort».

Estamos ante una obra totalmente necesaria en el ámbito del derecho procesal. El principio general de la buena fe había sido analizado desde múltiples campos del derecho -civil, administrativo, constitucional, laboral, tributario- pero faltaba un estudio que lo abordase desde la perspectiva procesal. Este vacío doctrinal ha sido cubierto por el riguroso trabajo de Picó Junoy, que nos aporta un estudio novedoso en este

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ámbito de la ciencia jurídica, con relevantes conclusiones que constituyen un punto de referencia ineludible para la doctrina procesal.

La presente obra se elabora desde una perspectiva totalmente garantista, en la que se intenta resolver múltiples problemas que plantea la vigencia de la buena fe dentro del proceso. Lejos de entenderlo como una lucha o guerra entre los litigantes, donde todo vale y se justifica por el conflicto litigioso, el autor apuesta por un proceso civilizado, en el que la actuación de los litigantes debe partir de un mínimo ético que en todo momento debe hacerse respetar, a saber, el de la buena fe. Pero la dificultad...

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