Prólogo

AutorAurelio Barrio Gallardo
Cargo del AutorProfesor ayudante. Doctor de Derecho Civil
Páginas17-19

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Prologar un libro que has visto nacer en forma de proyecto de tesis doctoral, desarrollarse y madurar hasta alcanzar la plenitud de una recia obra acabada es uno de esos placeres intelectuales que los hombres que amamos la escritura valoramos de manera especial, ya que la confección de una obra escrita compendia, mejor que cualquier otro reto, el esfuerzo de un proceso creativo en el que el autor se nos muestra y realiza como homo qua homo.

Si a ello se añade que el ahora prologuista dirigió la tesis durante un lapso temporal dilatado, y la dirigió de una manera un tanto sui generis y con plena complacencia, porque, primero, el doctorando estaba plenamente empapado de la materia y escasas orientaciones necesitaba, y luego, mi apartamiento durante los últimos años de lo jurídico estricto y mi creciente entrega a lo filosófico, consumando un proceso intelectual que antes han recorrido otros civilistas, permitieron que las conversaciones con el discípulo, aparte de cuestiones metodológicas y de refiexión genérica sobre la escritura libresca, se elevaran a planos que gozosamente se acercaban a los niveles del pensamiento trascendental.

El autor de este libro, El largo camino hacia la libertad de testar: de la legítima al derecho sucesorio de alimentos, joven profesor Aurelio Barrio Gallardo, fue alumno mío durante los cuatro cursos anuales que en el ya desaparecido Plan de 1953 se explicaba, lenta, placentera y minuciosamente, el básico Derecho Civil. Aunque todavía cercanos, eran otros tiempos docentes, en los que, probablemente, nos excediéramos de clases magistrales y de una cierta visión escolástica de lo jurídico, pero que permitían, en cambio, un tipo de enseñanza tradicional, cercana a natura rerum y profundamente identificada con la sustancia, la historia y los objetivos de un saber milenario. Ahora so-plan otros vientos, y pareciera como si aquí también se hubiese consumado la honda admonición de Karl Jaspers de que “el hombre moderno ha convertido el tiempo en prisa”.

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Aurelio Barrio fue un alumno ejemplar, serio, estudioso, metódico, entregado y con ese brillo especial en los ojos que el profesor veterano advierte en aquellos discentes que quieren incorporarse al proceso intelectual que pone en marcha la docencia. Obtuvo Matrícula de Honor en los cuatro cursos de Derecho Civil, y tempranamente me manifestó que su propósito era incorporarse, una vez licenciado, a la investigación y a la docencia jurídico-civilista...

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