Prólogo

AutorFrancisco Sosa Wagner
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Administrativo
Páginas13-16

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I

Amaya Fernández es una investigadora llena de creatividad y de entusiasmo que ha escrito un libro magnífico sobre las tareas que pueden desempeñar los particulares en el marco de la definición y de la ejecución de la política agraria. Se trata de su tesis doctoral, un género éste que forzosamente todos hemos cultivado en nuestra época de menor formación y de conocimientos más tambaleantes. Una época de incertidumbres personales y de tanteos intelectuales. El tiempo -las lecturas, las experiencias- se encarga más tarde de ir poniendo a la vida las balizas de la seguridad, así como de afianzar las aficiones y las vocaciones.

Esto vale para casi todos; desde luego, es bien cierto en mi caso. Pero no para la autora del libro que el lector tiene en sus manos, porque Amaya se incorpora con él al mundo de la bibliografía jurídica con una firmeza impropia de su edad. Esta admirable actitud tiene que ver con su espíritu estudioso -manifestado en sus años de Licenciatura, época en la que la conocí como alumna-, pero también probablemente con su condición de mujer, pues la experiencia nos enseña a los docentes que las mujeres meritorias suelen unir a su inteligencia una tenacidad inelástica, más infrecuente entre los hombres. De ahí el tedio que producen esas cautelas de «cupos» y de «cuotas» que tratan de asegurar la presencia de las mujeres en esta o en aquella actividad y a las que tan aficionados son los políticos actuales. El número de mujeres y el puesto con el que ingresan en las oposiciones a las grandes profesiones jurídicas -abogados del Estado, jueces, notarios, registradores...- son elocuentes testimonios de que es en el mercado libre de la laboriosidad y del talento donde encuentran las mujeres valiosas su mejor ambiente y su más pertinente caldo de cultivo. También sus mayores posibilidades para pasar por la realidad, no precisamente de forma inadvertida, sino zarandeándola con su trajín fecundo.

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Tiene algo de heroico sentarse a una mesa para escribir una tesis que no conduce más que a la pequeña gloria de tocarse con el birrete de doctor, cuando tantas son las posibilidades que ofrece una sociedad rica a una profesional capaz. En el sector público -a través de las oposiciones- y en el sector privado. En ambos campos se puede mover una persona como Amaya Fernández con idéntica soltura. Sin embargo, su afición a la investigación, al análisis sosegado de los problemas de la realidad convulsa en la...

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