Prólogo

AutorVictorio Valle
Páginas15-19

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PRÓLOGO

Pocos temas concitan hoy el interés, tanto científico como popular, como el que genera el deterioro del medio ambiente, y la conveniencia –o más bien la necesidad– de aplicar medidas que reduzcan la contaminación y que ralenticen el cambio climático.

Recientemente se ha celebrado en Valencia la 27 reunión del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático cuyo informe final pretende establecer unos compromisos básicos para el segundo periodo del Protocolo de Kioto. Poco antes el ex Vicepresidente Económico de Estados Unidos, Al Gore, inundaba con su presencia todas las ediciones de la prensa y de los diarios radiofónicos y televisados, con motivo de la concesión tanto del Premio Príncipe de Asturias como del Premio Nobel de la Paz 2007, reconociendo así su actividad en defensa del medio. Aún mas recientemente los Ministros de Medio Ambiente y Presidentes de Gobierno han celebrado en Bali una nueva cumbre sobre medio ambiente, entre el 5 y el 15 de diciembre de 2007, para «aggiornar» la vieja –y en buena parte incumplida– estructura de los Acuerdos de Kioto.

Si hay algo claro en este contexto, es la diversidad de perspectivas desde las que cabe contemplar y analizar los problemas relativos al medio ambiente. Una pluralidad que apunta obviamente hacia la conveniencia de los enfoques interdisciplinares en el tratamiento de los

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temas medioambientales. Todos los aspectos son necesarios y aportan visiones complementarias.

Desde una perspectiva económica, es necesario reconocer que la biosfera constituye un conjunto de recursos necesarios para colaborar en la generación de muchos bienes y servicios. En otros términos, la biosfera forma parte de las funciones de producción y utilidad de los diferentes sujetos de una sociedad. El problema central estriba en que el mercado falla en el proceso de valoración de las aportaciones que la biosfera presta a la sociedad. La indefinición de los derechos de propiedad, determina que las prestaciones medioambientales, sean ejemplos típicos de externalidades e incluso, en ocasiones, de bienes públicos polares según la conocida definición del Profesor Samuelson. De esta forma, la degradación ambiental constituye una consecuencia del fallo del mercado para internalizar los costes de esa degradación en los procesos productivos y consuntivos privados y públicos.

¿Qué pueden hacer los economistas ante este panorama? En tres principales líneas se sitúan los trabajos y aportaciones de...

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