Prólogo

AutorFrancisco Javier Álvarez García
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Penal. Universidad Carlos III de Madrid
Páginas11-20

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Me cumple volver a prologar una obra de mi discípulo Félix Pedreira González, labor que realizo con satisfacción puesto que siempre es halagador ser requerido para actor, por más que secundario, de la publicación de la obra de un autor como el de este libro.

A estas alturas de la vida universitaria de Félix Pedreira González, ya no es necesario gastar demasiadas palabras en hablar de la persona del autor del escrito, puesto que presenta parecidos méritos a los de cualquiera otro joven penalista de su edad: brillante expediente académico, doctor, conocimiento de idiomas, estancias en el extranjero, un número apreciable de artículos publicados, una monografía -ésta es la segunda-, alguna traducción, muchas clases impartidas y, en fin, perceptor de un escasísimo salario -cuando "había", puesto que ahora, hasta que llegue la ansiada contratación, no lo hay. Este es el retrato, como digo, de la mayor parte de nuestros "ayudantes", personas a las que une la vocación, el afán de adquirir conocimientos, el desprecio a los horarios y una buena capacidad de sacrificio- y de "aguante" para soportar las terribles pérdidas de tiempo, y de paciencia, a las que les obligan las "agencias" de acreditación, autonómicas y nacionales, para adquirir lo que, sólo por ellas, se consideran méritos evaluables: todo tipo de cursos, cursillos y cursetes...inútiles, aunque originadores de puestos de trabajo e íntima satisfacción para pedagogos y psicólogos (evolutivos, por supuesto) que estarán gozando con la perspectiva de tener sometidos a su poder y a su cháchara a nuestros jóvenes profesores.

La obra, pues. Escribir sobre prevaricación judicial hoy, cuando la palabra "prevaricación" se encuentra constantemente en los labios de los españoles, pudiera parecer "apuntarse" a una figura de éxito. Nada más equivocado; efectivamente, si se consulta la Jurisprudencia Criminal desde 1870 hasta hoy, se podrá comprobar que las colecciones de resoluciones de los tribunales se encuentran casi ayunas de prevaricación -también de la administrativa, aunque en este último caso el creciente protagonismo delincuencial adquirido por los Alcaldes como actores principales de la corrupción urbanística, nos está proporcionando una buena cantidad de reos-, que el número de sentencias dictadas en relaciónPage 12 con ese delito son escasísimas, y que las condenas son, estadísticamente, inapreciables. ¿Por qué, entonces, tanta atención a la prevaricación?

Creo que el problema, y aunque se hable mucho de prevaricación, no es el delito sino el "ambiente judicial" que se está formando en España desde hace ya algunos años. Me explicaré: en los últimos tiempos cuando los medios de comunicación informan sobre una resolución que se espera o una ya dictada, es cada vez más frecuente que incluyan información sobre el, o los Magistrados, que forman Tribunal; y que añadan al breve semblante que efectúan de los mismos: conservador o progresista. ¿Qué es lo que se entiende en semejante contexto por "conservador" o "progresista"? Desde luego la referencia va hecha no a abstractas líneas de pensamiento que conduzcan, en la interpretación de los tipos penales, a unas u otras soluciones jurídicas; esa sería una referencia importante, incluso sumamente trascendente, aunque todavía más en países en los que el sistema jurídico se encontrara en el ámbito anglosajón (véase a ese respecto los temores que se han desatado en EE.UU, como consecuencia de los nombramientos que se están haciendo en su Tribunal Supremo por la Administración conservadora del Presidente Busch; en este sentido consúltese Cass SUNSTEIN Radicals in Robes: Why Extreme Right-Wing Courts Are Wrong for America - "Radicales togados: por qué un Tribunal Supremo dominado por la extrema derecha es dañina para América"; con la perspectiva que, según el libro citado, se abre en EE.UU., no es extraño que se recuerde el similar problema que se le planteó a la Administración del Presidente Franklin Delano Roosevelt, y a su New Deal, por los Jueces del mismo Tribunal... y cómo se solucionó). La referencia, digo, se hace directamente a las "filiaciones" políticas de los miembros de la Judicatura. Hasta tal punto es así, que, tratándose de Magistrados del Tribunal Supremo o del Constitucional, no "les duelen prendas" a los redactores de los periódicos a la hora de decir que a tal Juez "le nombró" este Partido o el otro.

¿Son así las cosas? ¿Realmente los nombramientos de los Magistrados del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional -y de los Presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia y de las Audiencias Provinciales- son "nombramientos en algún sentido políticos"? Sin duda. Desde luego el Consejo General del Poder Judicial está "dando el espectáculo"; y no sólo desde hace poco. Sólo recordar a ese respecto los días del Consejo en el que el Juez Estevil, de infausto recuerdo, pertenecía a ese Alto Organismo. En tal ocasión los periódicos no cejaron de emitir juicios del siguiente tenor: "El lamentable espectáculo que está dando el Consejo General del Poder Judicial por el caso del indecente comportamiento del consejero Estevill" ("El Mundo", 21 de marzo de 1996). Pero los dichos "espectáculos" se han repetido, se están repitiendo, con una asiduidad más que preocupante; véase, verbigracia y para corroborar lo expresado, lo sucedido con el nombramiento de Presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, caso en el que el propio Tribunal Supremo, Sala 3ª, ha teni-Page 13do que intervenir hasta, de momento, dos veces, para evitar sendas notorias "chapuzas" jurídicas del Consejo; o lo acabado de acontecer en el Tribunal Constitucional con la consumada recusación del Magistrado Pérez Tremps. En cualquier caso, si se quiere comprobar esa peculiar naturaleza de los nombramientos de los cargos judiciales referidos, nada mejor que seguir los nombramientos efectuados en los últimos años.

En este ambiente y con semejante proceder, ¿qué opinión se va a tener de la Justicia que imparten nuestros tribunales? ¿Acaso es extraño que el justiciable pregunte a su abogado si el Juez es de "derechas o de izquierdas"?, o mejor dicho que inquiera el demandante de Justicia por el partido político al que pertenece el Juez -ya se, ya se que los jueces no pueden, gravita sobre ellos una prohibición constitucional, estar afiliados a partidos políticos. Esta sensación que invade a los ciudadanos provoca que la apariencia de Justicia en las resoluciones de los tribunales vaya decayendo, y no ha de olvidarse que en semejante asunto, como en la imparcialidad y en tantas otras instituciones jurídicas, la "apariencia" es tema fundamental...

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