El profesor Alvaro D'ors, maestro de Romanistas

AutorPablo Fuenteseca Díaz
CargoCatedrático de Der. Romano Académico de num. de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
Páginas679-683

El título de este trabajo responde a una invitación que recibí desde la Universidad de Navarra para participar en las bodas de plata de la cátedra de Álvaro D’Ors. Me hallaba entonces de catedrático de Derecho romano en la Universidad de Salamanca, pero no puedo precisar la fecha en que se intentaron las bodas de plata, ni siquiera puedo precisar si se llegaron a realizar. Tenía preparado este artículo, que me fue devuelto sin explicación alguna, y que publico ahora con motivo del fallecimiento del profesor Álvaro D’Ors, ya que constituye un interesante trabajo de época.

«Invitado a participar en este homenaje al profesor Álvaro D’Ors con motivo de sus bodas de plata con la cátedra, no puedo rehusar mi modesta contribución. Una de las grandes satisfacciones que pueden caber a un discípulo es la honrar públicamente a su maestro en el camino científico. Y el profesor D’Ors influyó decisivamente en mi vocación de romanista, cuando, reciente su incorporación a Santiago, después de un año solamente de cátedra en Granada, me invitó a que trabajase en Derecho romano.

Álvaro D’Ors había elegido Santiago de Compostela como ciudad ideal para el trabajo científico, en cuanto pequeña urbe para vivir tranquilo y sin la agitación de las grandes ciudades. Álvaro D’Ors huía de Madrid hace ya veintitantos años... Otro motivo de su preferencia por Santiago fue la nutrida bibliografía de Derecho romano de la Biblioteca de Derecho, a la que hizo una visita previa antes de decidirse al traslado desde Granada. Este acervo bibliográfico básico, que D’Ors aumentó hasta hacer de Santiago la mejor biblioteca romanística de España, había sido acumulado en gran parte por obra de un maestro de la preguerra, el profesor Arias Ramos, cuya reciente pérdida ha significado la desaparición de una figura señera de la familia romanística, prototipo de las virtudes del catedrático español. Precisamente acaba de dedicar A. D’Ors un sentido homenaje a su memoria (AHDE 38 —1968—, 805-807).

El profesor D’Ors representó en la Universidad de Santiago el prototipo de profesor entusiasta de su especialidad y dedicado a la labor docente e investigadora con ejemplar generosidad. Su programa de la asignatura, renovado anualmente, con una estimulante Prelección cada nuevo curso, dedicada a sus alumnos, constituía un acontecimiento augural de la iniciación de las clases de Derecho romano. Al final del programa figuraba la lista de alumnos que habían obtenido Matrícula de Honor, incrementada cada año con nuevos nombres. Con esta atención escrupulosa a la tarea docente de su cátedra se convirtió en aquellos años en foco de noble emulación estudiantil. Desde febrero explicaba a los alumnos seleccionados, que habían pasado el primer cuatrimestre un cursillo especial sobre un tema de investigación con manejo de fuentes. Nunca olvidaré el tesón con que le seguían sobre el texto latino del Digesto o la Palingenesia de Lenel aquellos jóvenes que habían seguido únicamente los cursos de latín del bachillerato. Esta eficacia docente era el efecto contagioso de un magisterio entusiasta, porque, en efecto, su sincera pasión de romanista a seguirle con el respeto que siempre despierta todo afán noblemente desinteresado y esforzado. Eran los tiempos en que D’Ors desdeñaba, con un idealismo impresionante, las traducciones del latín en la esperanza de que los universitarios españoles leyesen directamente los...

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