El proceso de integración europea, necesidad de narrativas

AutorJoxerramon Bengoetxea
Páginas21-27

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Traducción al castellano

Johana Etxezarraga Aldamiz-Etxebarria

I Conclusiones del curso de verano: crisis existencial

Cuando acometimos la organización del curso de verano, nos propusimos conmemorar el 60 aniversario de los Tratados de Roma que fundaron las Comunidades Europeas, y realizar un examen de situación y valoración crítica del estado de integración en que nos encontramos actualmente. Las ponencias que se expusieron en el curso nos ofrecen la oportunidad de llevar a cabo un balance interesante.

En muchos discursos se realizó una distinción de hondo calado: por un lado, nos encontramos con la parte más técnica de la integración, esto es, cómo lograr que estados, economías, culturas, ordenamientos jurídicos, intereses y políticas tan diversas entre sí puedan colaborar en ámbitos de solidaridad; y por otro lado, tenemos la narrativa de la integración, el razonamiento fundacional, el espíritu que nos federaliza, es decir, por qué y para qué queremos unirnos los pueblos de Europa. Como expresó la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería, en su discurso de apertura: “Europa no debe perder su alma”. Por una parte tenemos el conocimiento, el Know-how, la técnica, pero por otra tenemos también el juicio, el sentido, la creación, know-why. Cuando decimos que la Unión Europea vive una “crisis existencial”, y como reiteraron numerosos ponentes, quizás nos estemos fijándo sobre todo en este segundo aspecto.

No es que la UE no pueda funcionar con las estructuras que tiene hoy, auque éstas sean mejorables, lo que sucede es que sus miembros, la comunidad de Estados de la UE, no tienen nada claro para qué estamos juntos. Por primera vez en nuestra historia, un

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Estado miembro ha decidido que quiere irse, y otros Estados miembros están poniendo en jaque las normas de solidaridad. Por eso vivimos una crisis de identidad. No sólo por eso, pero también por eso.

La crisis económica nos ha enseñado que los recortes y las medidas de austeridad se han adoptado de manera desigual y han incidido de modo distinto entre los pueblos europeos: los Estados miembros acreedores, los Estados del “norte” han exigido a los Estados miembros deudores, del “sur”, cada vez más esfuerzos y más recortes para que éstos puedan hacer frente a las deudas contraídas con los primeros. Pero no sólo eso; se ha seguido un discurso moralista que culpa de la dureza de la crisis a la cultura irresponsable y dilapidadora de estos países sureños. En este sentido, no sólo se ha puesto en duda la misión fundacional, la construcción de un espacio común, desarrollar el bienestar de todos, construir un “common-welfare”, sino que se ha cuestionado el fundamento mismo de la UE, esto es, se ha desprestigiado la solidaridad. Esto ha contribuido también a agudizar la sensación de crisis existencial.

La otra razón de esta crisis existencial, la hemos visto con el drama de las personas que buscan refugio en Europa. La Unión Europea proclama numerosos valores en el texto de los Tratados, sin embargo, tiene grandes carencias a la hora de ponerlos en práctica. Algunos Estados miembros han incumplido las cuotas acordadas en el Consejo. El cuarteto de Estados miembros conocido como Visegrad, caracterizados por su diversidad étnica y nacional interna, han tenido problemas históricamente con el pluralismo y si a esto le añadimos la responsabilidad de acoger a refugiados venidos del exilio, de otros continentes, sus sociedades muestran dificultades para mantener su débil equilibrio social. Eso argumentan para rechazar las cuotas y motivar su falta de solidaridad. En Alemania también vemos una relación muy ambigua con los refugiados, los Länder del este, que han recibido el menor número de refugiados, se han convertido en los más xenófobos, y en las últimas elecciones el partido AfD ha logrado una representación muy amplia en los Länder de la antigua DDR. El Front National francés se ha vuelto a arrimar a la victoria, a punto de dejar a Francia y a la UE al borde de un abismo de intolerancia, en un schock. También contuvimos la respiración en las elecciones de los Países Bajos o de Austria. En el caso...

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