El presente de la democracia. Debilidades y riesgos en un tiempo nuevo

AutorJosé Tudela Aranda
Páginas13-40
EL PRESENTE DE LA DEMOCRACIA.
DEBILIDADES Y RIESGOS EN UN TIEMPO NUEVO
José Tudela aranda
Profesor Titular (A) de Derecho Constitucional
Secretario General de la Fundación Manuel Giménez Abad
I. PRESUPUESTOS. UNA APROXIMACIÓN POLITOLÓGICA
Los estudios sobre calidad democrática se multiplican. Desde hace unos
años, el interés por el diagnóstico y por las distintas variables que dan forma
al conjunto del sistema democrático se han incrementado sustancialmente 1.
La causa no es otra que la consolidación de la percepción de que el sistema
que había funcionado razonablemente bien desde el inicio de la posguerra
ha entrado en crisis. En los primeros análisis, esa crisis se circunscribía a los
elementos representativos de la democracia y a los partidos como principales
actores de la misma 2. Es importante subrayarlo. No se cuestionaba la demo-
cracia. Ni siquiera, salvo por sectores marginales, su dimensión representa-
tiva. Pero sí el cómo se ejercía la representación. Partidos e instituciones se
habrían alejado de su deber ser y habrían provocado una distancia creciente
con los ciudadanos, con los representados. Una fecha y un grito sintetizaron
esta situación y sirvieron de detonante a la profusión de reflexiones académi-
cas y movimientos sociales y políticos en torno a esta situación: 15 de mayo
de 2011, No nos representan 3.
1 Una síntesis del debate contemporáneo en España, en R. BusTos, Calidad democrática. Re-
flexiones constitucionales desde la teoría, la realidad y el deseo, Madrid, Marcial Pons-Fundación
Manuel Giménez Abad, 2017. Desde su relación con la organización territorial, J. TudeLa, M. Kö-
LLinG y F. revirieGo (coords.), Calidad democrática y organización territorial, Marcial Pons, 2018.
2 Un trabajo paradigmático, por planteamiento y fecha, de esta circunstancia es R. Gar-
GareLLa, Crisis de la representación política, México, Fontamara, 2014 (la primera edición es de
1997).
3 Al respecto, puede verse I. TorreBLanca, Asaltar los cielos, Madrid, Debate, 2015, pp. 120-
137.
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Fecha y eslogan de cuña española. Sin embargo, pronto se pudo compro-
bar que el espíritu que impulsaba a quienes acamparon en la madrileña Puer-
ta del Sol trascendía con generosidad nuestras fronteras. Y no mucho más
tiempo se necesitó para comprobar que los males que subyacían a la emer-
gencia de este movimiento eran más graves que los propios de una circuns-
tancia coyuntural, susceptible de ser solventada mediante la introducción de
algunos cambios normativos y nuevas pautas de comportamiento. En otras
palabras, el tiempo transcurrido desde ese mayo de 2011 ha mostrado que no
se trata de una mera crisis de la democracia representativa producida por ma-
los hábitos susceptibles de ser modificados. Ni siquiera de una mera crisis de
la democracia en su dimensión representativa. Hasta el extremo de que cada
día parece menos exagerado pensar que es la democracia en sí misma la que
se encuentra en crisis 4. Curiosamente, la percepción se extiende y, sin embar-
go, no se advierten señales de respuesta en los principales actores políticos.
Es función de la reflexión teórica tanto avanzar en diagnóstico y posibles
soluciones, como llamar a la responsabilidad de todos los sujetos afectados.
En las páginas que siguen se realizará una aproximación sintética a las
principales cuestiones que se relacionan con la premisa previamente citada.
Hay que avanzar que, como todos los grandes fenómenos históricos, y no pa-
rece que estemos lejos de denominaciones tan grandilocuentes, lo que se vie-
ne en denominar crisis de la democracia es un fenómeno complejo. Complejo
en sus causas y complejo por la diversidad de sus manifestaciones. Aunque se
trata de una afirmación que peca de obvia, en demasiadas ocasiones se omite.
Es frecuente leer y escuchar reflexiones sobre cualquier acontecimiento par-
ticular o, incluso, descripciones generales que se refieren a una sola causa,
preferentemente la crisis económica iniciada en 2008. Desde luego, incidió
notablemente en las percepciones y sentimientos de los ciudadanos respecto
del sistema político. Pero en ocasiones parece que es árbol que no deja ver el
bosque. Más que una causa determinante del todo, fue el detonante que actuó
sobre una serie de causas de origen muy diverso.
Formular la idea de una crisis de la democracia es correcto, en tanto en
cuanto el sistema político que se conoce como tal se encuentra sometido a
tensiones diversas que afectan a algunos de sus elementos esenciales y que
han acabado por repercutir tanto en el modelo en general como en la percep-
ción que del mismo tienen los ciudadanos. Ahora bien, en sentido estricto
podría considerarse más correcto escribir crisis de las formas de gobierno
tradicionales 5. Porque más que la democracia como forma de elección de los
gobernantes, criterio de decisión, división de poderes y soberanía nacional, lo
que se cuestiona es el cómo se ejerce el poder y el comportamiento de quienes
lo ejercen. Se trata de un matiz relevante que, en demasiadas ocasiones, pasa
inadvertido. Contrariamente a lo sucedido en el periodo de entreguerras, na-
die cuestiona teóricamente la democracia. Se entiende como el único sistema
4 Conviene advertir que la idea de la democracia en crisis, no ya la representación política,
comienza a estar presente en estudios de finales de los noventa, principios de siglo. Así, puede
verse, R. dahrendorf, Después de la democracia, Madrid, Crítica, 2002.
5 Creo que esta idea se aproxima a la caracterización de la situación política actual como
de «funcionamiento defectuoso de la democracia» (M. Presno Linera, «Partidos políticos y mo-
vimientos ciudadanos en la sociedad del riesgo y de la desconfianza», Fundamentos, núm. 8,
pp. 213-254).

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