Presentación a la segunda edición española (1921)

AutorAdolfo Posada
Páginas31-33
II
PRESENTACIÓN A LA SEGUNDA EDICIÓN ESPAÑOLA
Adolfo Posada y Biesca
Hace de esto ya sus cuarenta años. Leopoldo Alas, Clarín en el mundo de
las Letras, estudiaba con entusiasmo, con el que ponía en todas sus labores,
las obras del gran romanista Ihering [sic.]1, el artista insuperable del De-
recho, que quizá atraía a Clarín más como artista que como jurisconsulto.
Por aquel entonces, leía Alas El espíritu del Derecho romano. Cierto día –lo
recordamos con perfecta claridad– llegábamos a la tertulia que teníamos
en una mesa de Fornos, con un folleto del profesor alemán, de quien todas
aquellas tardes Alas nos hablaba. Lo habíamos encontrado curioseando en
la biblioteca de don Manuel Pedregal, biblioteca que fue nuestra gran mina
en los años del aprendizaje madrileño; una excelente biblioteca de hombre
público y de jurista, en la que tropezábamos siempre con los últimos libros,
al día; así eran aquellos políticos de la Revolución: Salmerón, Azcárate, Mo-
ret, Gabriel Rodríguez Pedregal… Gentes curiosas, cultas, de cátedra o de
Ateneo, y gentes de ideas y de acción…
Pues bien: llegábamos aquella tarde con el folleto de Ihering La lucha por
el Derecho, ansiosos, impacientes, seguros de darle un buen rato al maestro, a
quien ya debíamos mucho, muchísimo. Alas recogió el folleto, que allí mismo
empezó a leer, y se lo llevó. Al día siguiente nos decía Leopoldo:
— ¿Por qué no traduce usted este folleto? Yo le pongo un prólogo.
Y he ahí la historia de este librito, al que tenemos especialmente afecto: fue
el primero en que guró nuestro modestísimo nombre.
1 N. del E.: Existe un debate llamativamente enconado acerca de la correcta escritura
del nombre de Jhering. La confusión existe en el mismo espacio germánico, donde lo ha-
bitual es encontrarlo con J, aunque también a veces podremos verlo con I. La discrepancia
se debe a que, en la tipografía gótica decimonónica, la jota y la i mayúsculas son enorme-
mente parecidas. No obstante, parece que la opción Jhering es la más correcta, puesto que
tanto él como su familia solían escribirlo con jota. Pese a lo anterior, y dado lo difundido de
la grafía Ihering en el ámbito hispanohablante, aquí he preferido respetarla. Para mayor
detalle sobre esta cuestión, vid. KUNZE, Michael, «Rudolv von Jhering – ein Lebensbild»,
en BEHRENDS, Okko, (Ed.), Beiträge und Zeugnisse aus Anlaß der einhundertsten Wie-
derkehr seines Todestages am 17.9.1992, Wallstein Verlag, Göttingen, p. 24.
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