Presentación

AutorLorenzo Cotino Hueso
Páginas33-48
[]
Presentación
El
colectivo
armado
no
debe
permanecer
distanciado
del
resto
de
la
sociedad;
sin
perjuicio
de
ello,
este
«resto
de
la
sociedadll
-la
«civilll- también
debe
aproxi-
marse
al
mundo
castrense.
Si
demandamos
que
el
mundo
militar
deje
de
resultar
algo
distante,
extraño,
no
sólo
cabe
exigir
una
actitud
convergente
ypositiva
por
parte
de
los
miembros
del
estamento
armado,
sino
que
es
responsabilidad
de
quienes
formamos
parte
esta
sociedad
«civilll
procurar,
también,
un
acercamiento
hacia
el
fenómeno
militar.
Establecer
esta
convergencia
por
la
vía
del
ccnoci-
miento científico
puede
resultar,
quizá,
uno
de
los
medios
de
entendimiento
más
sólidos
y
efectivos.
No
sin
razón,
en
1928
Pumarola
afirmaba
que
«el
abismo
que
antes
existió
entre
ellos
[Ejércitos
y
sociedad]
tiende adisminuir, y
más
se
dismi-
nuirá
cuanto
más
se
avance
en
el
mutuo conocimientoll'.
Afirman
Bañón
y
Olmeda
que
cuando
los
Ejércitos
participan
en
la
vida
poW:ica
del
Estado
no
se
da
un
libre conocimiento
de
lo
militar
por
parte
de
los
civiles;
en
estas
circunstancias -añaden
estos
autores-
salvo
que
lo
que
se
afirme
por
civiles
sea
una
apología
de
los
valores
militares
y/o
resulte
adulador a
éstos,
se
prefiere mantener
el
mundo
castrense
en
la
oscuridad
y
en
la
ignorancia2
Cabe
recordar
que
estas
fases
de
participación militar
en
la
política
-ya
distantes-
se
corresponden
con
una
concepción
del
enemigo
interno,
como
inserto
en
la
socie-
1.
PUMAROLA
ALAlz,
LUIS,
Democracia
y
Ejército.
(Vulgarización
sobre
los
fines
y
medios
del
Ejército
en
la
sociedad
actual),
Católica
Toledana,
Toledo,
1928,
pág.
37.
2.
Ver,
BAÑaN,
RAFAel
y
OLMEDA,
JOSÉ
A.,
«El
estudio
de
las
Fuerzas
Armadas»,
en
AA.
W,
La
institución militar
en
el
Estado
Contemporáneo,
compilado
por
RAFAEL
BAÑÓN,
Y
JOSÉ
A.
OLMEDA,
Alianza
Editorial,
Madrid,
1985,
págs.
13-59,
en
concreto,
págs.
23
y
ss.
33
Lorenzo
Cotino
Hueso
dad;
de
ahí
que
no
se
un
excesivo
celo
militar
en
converger
con
la
sociedad
civil,
sino
más
bien
al
contrario. Y
es
que,
tal y
como
se
ha
afirmado
Clpara
que
un
tirano
pueda
utilizar
un
Ejército
contra
su
propio
pueblo,
es
preciso
separarle
de
él,
aislarlo,
pues
si
el
Ejército
está
unido
al
pueblo
resultará
muy
difícil
poderlo
usar
contra
él»3.
Sin
embargo,
en
un
sistema
democrático
como
el
actual
la
función militar
es
propiamente
defensiva
y
el
enemigo
se
sitúa,
apriori,
en
el
exterior.
En
esta
situa-
ción
democrática y
de
enemigo
externo,
las
investigaciones
sobre
temas
militares
y
de
defensa
por
parte
de
los
civiles
son
fundamentales afavor
de
la
convergencia
del
estamento
militar
con
el
resto
de
la
sociedad
de
la
que
forman
parte.
En
democracia
resulta
recomendable
que
los
Ejércitos
V
la
sociedad
converjan,
pues,
de
este
modo,
se
fomenta
la
necesaria
cohesión
frente
a!
posible
enemigo
común.
Asimismo,
mediante
esta
concurrencia
se
aleja
la
posibilidad
de
que,
tanto civiles
como
militares,
pretendan
dar
cauce
a
sus
pretensiones
políticas
sobre
la
base
de
la
legitimidad
de
las
armas
y
no
desde
la
legitimidad
de
su
ejercicio
de
los
dere-
chos
y
libertades.
En
muchas
ocasiones,
los
trabajos
sobre
la
materia
castrense
han
sido
realiza-
dos
por
miembros
del
Ejército
o
personas
cercanas
a
éste
o,
por
contra,
por
quie-
nes
profesan
un
marcado
antimilitarismo.
Tanto
unos
como
otros
no
siempre
ofrecían
una
perspectiva
adecuada:
la
subjetiva
ligazón
a
la
Institución militar o
un
arraigado
desapego
a
la
misma
se
dejaban
traslucir
en
demasía
a
la
hora
del
estudio objetivo y
riguroso.
Como
habrá
lugar
de
examinar,
una
nota
esencial
de
la
institución militar
es
que
goza
de
valores
propios,
en
muchas
ocasiones
divergentes
de
los
civiles,
en
todo
caso,
se
trata
de
un
colectivo
que
permanece,
aún
hoy,
en
cierto
modo
distante
del
resto
de
la
sociedad,
en
el
que
el
fuerte corporativismo
forma
parte
de
su
tradición.
Dadas
estas
notas
propias
del
estamento
armado
-sólidamente
constatadas
por
la
Sociología
militar-,
no
siempre
parece
lo
más
apropiado
que
sean
sólo
los
miembros
de
las
Fuerzas
Armadas
(en
adelante,
FAS4)
quienes
estu-
dien
lo
militar, a
resultas
de
una
pérdida
de
objetividad.
3.
BUSQUETS,
JULIO,
El
militar
de
carrera
en
España,
(3
a
ed.),
Ariel,
Barcelona,
1984,
pág.
209.
4.
Quien
suscribe
no
desconoce
que
el
empleo
de
esta
abreviatura
llFAS})
por
llFuerzas
Armadas}),
no
sigue
las
reglas
propias
a
la
construcción
de
la
misma,
según
las
cuales
correspondería
la
de
((FF
AA}).
Sin
embargo,
se
ha
optado
por
la
expresión
((FAS})
bajo
una
subjetiva
percepción
de
que
la
misma
permite
una
mayor
familiaridad
que
la
de
lcFF
AA}),
de
modo
que
contribuye a
la
propia
dinamicidad
que
se
pretende
en
la
lectura
con
su
empleo.
Cabe
señalar
que
esta
opción
no
es
en
modo
alguno
extraña
entre
nuestra
doctrina.
El
presente
libro
no
incluye
ninguna
tabla
de
abreviaturas utilizadas
en
tanto
en
cuan-
to
se
ha
preferido eludir
casi
por
completo
el
empleo
de
las
mismas.
A
salvo
del
empleo
34

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