Premisa: volver a tratar de la relación entre fe y matrimonio tras el año de la fe y en preparación de los sínodos sobre la familia

AutorMiguel A. Ortiz
Cargo del AutorPontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma)
Páginas267-272

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Cuando recibí la invitación para presentar esta relación tuve una primera reacción de perplejidad: ¿vale la pena volver sobre este tema, sobre el que se ha escrito tanto en los últimos años y aparentemente sin que se entablara un auténtico diálogo entre los autores1

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Pero pensándolo mejor, me parece que recientemente se han dado algunas circunstancias que hacen aconsejable volver sobre la cuestión. Por un lado, el reciente Año de la Fe (sobre el que centró su reflexión Benedicto XVI en su último Discurso a la Rota), y por otro la celebración de los Sínodos sobre el matrimonio y la familia, en los que es más que probable que se aborde la cues-tión de la fe para celebrar el matrimonio. Todos recordarán que el cardenal Kasper, en su relación en el Consistorio de febrero (más concretamente en el apéndice a su relación), señaló la de la fe como una de las cuestiones sobre las que es preciso reflexionar. Probablemente el cardenal se hacía eco de la preocupación que el papa Francisco había manifestado en el vuelo de regreso de Río de Janeiro, precisamente al anunciar el tema del futuro Sínodo:

"Uno de los temas a consultar con estos ocho del consejo de los cardenales, cuando nos reunamos con ellos los días 1, 2 y 3 de octubre, es cómo se puede avanzar en la pastoral matrimonial, y este problema saldrá allí. Y, otra cosa: hace quince días, estuvo conmigo el Secretario del Sínodo de los Obispos para el tema del próximo Sínodo. Era un tema antropológico, pero hablando y hablando, yendo y viniendo, hemos visto este tema antropológico: la fe como ayuda a la planificación de la persona, pero en la familia, y tratar por tanto sobre la pastoral matrimonial. Estamos en camino hacia una pastoral matrimonial más profunda. Y esto es un problema que afecta a todos, porque hay tantos implicados, ¿no? Por ejemplo, les digo uno solamente: el cardenal Quarracino, mi predecesor, decía que para él la mitad de los matrimonios eran nulos. Pero ¿por qué lo decía? Porque se casan sin madurez, se casan sin darse cuenta que es para toda la vida, o se casan porque socialmente se deben casar. Y en esto entra también la pastoral matrimonial. Y también el problema judicial de la nulidad de los matrimonios, esto se debe revisar,

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porque los Tribunales eclesiásticos no bastan para esto. Es complejo, el problema de la pastoral matrimonial"2.

Antes de seguir adelante, me parece oportuno subrayar que, en mi opinión, las palabras del Papa no pretenden abrazar una tesis, no pretende entrar en el debate doctrinal acerca de la relevancia de la fe. El Papa no se refiere a una cuestión de teología sacramentaria, sino a la necesidad de mejorar la pastoral matrimonial.

Volviendo al cardenal Kasper: el relator del consistorio hizo una reflexión, a propósito de la doctrina escolástica de la fides implicita: "La tradición escolástica ha desarrollado la doctrina de la fe implícita, inspirada por Hb 11,1.6: «La fe es fundamento de las cosas que esperamos», «cualquiera que se acerca a Dios debe creer que Él existe y que recompensa a los que se le acercan»"3.

A continuación, el card. Kasper hace (al menos) dos afirmaciones que afectan a nuestro tema. Por un lado recuerda que "la tesis según la cual para que el matrimonio sea válido es suficiente la intención de contraerlo como lo hacen los cristianos, permanece rezagada respecto de este requisito mínimo". Por otro, que "tal intención implica, para el que es cristiano solo por cultura, la mera intención de contraer matrimonio según el rito de la Iglesia, cosa que muchos no hacen por fe, sino por la solemnidad y el esplendor mayor del matrimonio religioso respecto del civil". En otras palabras, no bastaría querer celebrar "según el rito de la Iglesia" sino que es preciso discernir el contenido de la voluntad esponsal.

La consecuencia, para el cardenal Kasper, es que "para la eficacia del sacramento es imprescindible creer en el Dios viviente, como meta y felicidad del hombre, y en su providencia, que quiere guiar nuestro camino de vida hacia la meta y la felicidad. A partir de esta convicción de fe inicial, pero fundamental, como requisito mínimo para la recepción eficaz del sacramento, la catequesis para la preparación al matrimonio religioso debe enseñar cómo Dios ha indicado concretamente esta meta y el camino hacia ella y hacia la felicidad en Jesús el Cristo".

Con todo, la conclusión del card. Kasper no está exenta de cierta ambigüedad: por un lado la fe explícita es...

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