Premio abogados de Atocha

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Compañeras, compañeros, camaradas:

Voy a empezar mi intervención con las mismas palabras que pronunciaré al terminarla:

Gracias, gracias, gracias por haberme otorgado este premio que es mucho más grande que yo. Gracias de corazón, y con el corazón. Como me importa mucho que no creáis que lo digo sólo por quedar bien, voy a contaros por qué os lo agradezco tanto.

La gente suele describirme a menudo diciendo que soy una escritora comprometida. Es una denominación con la que me siento a gusto, aunque no me parece exacta. El compromiso es un atributo inherente a la escritura, porque escribir consiste en mirar el mundo y comunicar esa mirada. Cada autor somete los acontecimientos que quiere narrar al filtro de su memoria, de sus sentimientos y sus creencias, de su ideología, en definitiva. Por eso, aunque muchas personas asistan a un mismo acto o estén presentes en un mismo lugar, a la misma hora, sus relatos no tienen por qué coincidir. Al contrario, con mucha frecuencia resultan todos diferentes entre sí, porque cada uno de ellos expresa la idea del mundo, de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto, que se corresponde con la identidad de cada narrador.

No hace falta que yo anuncie en este auditorio que el marxismo está pasado de moda. Tampoco hace falta, espero, que reivindique la vigencia del pensamiento de autores marxistas como, por ejemplo, George Lukács, que afirmó, hace ya muchos años, que la relación entre la literatura y la política depende de la voluntad de cada autor, que puede desear escribir libros políticos o escoger no hacerlo. Pero, sin embargo, seguía diciendo Lukács, con tanta razón en el siglo pasado como hoy mismo, la literatura siempre y necesariamente tiene que ver con la ideología, porque escribir es tomar postura frente a la realidad. Los auto-res, las autoras que pretenden escurrir el bulto, aislarse en su propia intimidad, encerrarse en una torre de marfil para esquivar los temas conflictivos, que puedan perjudicar su relación con el poder, también toman posición sobre el mundo, y sus libros son productos ideológicos, ni más ni menos que cualquier otro. Pablo Neruda explicó esto mucho mejor de lo que podría hacerlo yo, en un poema memorable, titulado precisamente “Explico algunas cosas”, que escribió en Madrid, en los días durísimos de noviembre de 1936:

* Reproduce la intervención de Almudena Grandes con motivo de la entrega del premio Abogados de Atocha de Comisiones Obreras de Castilla-La Mancha.

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PREGUNTARÉIS: Y dónde están las lilas?

Y la metafísica cubierta de amapolas?

Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?

Así comienza el poema, que continúa explicando lo que vivía el poeta, lo que estaba viendo y quería comunicar a los demás:

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.

Bandidos con aviones y con moros, bandidos con sortijas y duquesas, bandidos con frailes negros bendiciendo venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños corría simplemente, como sangre de niños.

Neruda termina repitiendo las preguntas que formulaba al principio para responderlas al fin:

Preguntaréis (¿) por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la...

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