Las posibilidades de la religión en el espacio público: aportes del pensamiento de Ignacio Ellacuría

AutorIgnacio Sepúlveda del Río
Páginas79-90

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Introducción

Vivimos tiempos complejos de populismos escatológicos, nacionalismos exacerbados y democracias frágiles. Frente a la realidad presente, urge buscar alternativas que ayuden a poner freno a los discursos extremos y a fortalecer las alicaídas democracias.

Teniendo en consideración la realidad arriba descrita, deseamos reflexionar, en primer lugar, sobre cuál es la situación de la religión en el espacio público hoy en día y cómo el pensamiento de Ignacio Ellacuría nos puede iluminar para ver cómo el fenómeno religioso puede ser un aporte a nuestra sociedad. En nuestra exposición llevaremos el siguiente orden: Primero presentar el problema del secularismo y la situación de lo que, hoy en día, se viene a llamar post secularismo. Esto lo haremos desde la visión particular de dos filósofos que han estado trabajando, con fuerte impacto en el mundo académico y no académico, este tema: Charles Taylor y Jürgen Habermas. Una vez situado el problema de la religión en el espacio público, buscaremos mostrar cómo el pensamiento de Ellacuría puede ser un aporte en esta discusión.

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¿Qué entendemos por religión?

Ahora bien, antes de entrar en materia conviene hacer algunas precisiones: la primera de ellas es aclarar qué entendemos por religión. Tal como sabemos, hay diferentes maneras de entender y explicar el fenómeno religioso: se puede apelar a Rudolf Otto y su idea de lo sagrado como lo numinoso, o la de Durkheim y su entendimiento de la religión como un fenómeno social. La idea de religión que utilizamos en esta exposición es el de apertura a la trascendencia. El concepto, utilizado por Taylor en A Catholic Modernity (1999) y posteriormente en A Secular Age (2007), es un concepto muy abierto. Por su misma amplitud en él pueden caber las religiones abrahámicas y también las religiones de oriente como el budismo. El concepto es muy útil a la hora de entender la vivencia religiosa/espiritual que se nos plantea en nuestras sociedades posmodernas, pues abarca las religiones institucionales junto con los sentimientos de apertura a la trascendencia que la mayoría de las personas tiene. Con todo, hay que reconocer que el concepto puede tener algunas limitaciones.

La segunda precisión tiene relación con la elección entre religión o espiritualidad. ¿Qué concepto elegir, cuál describe mejor la vivencia? Hoy en día muchos autores se decantan por el segundo. Lo consideran más amplio, más adecuado, más integrador. Digamos que el tema es complejo y falta clarificarlo más. Pero para términos prácticos en esta presentación los entenderemos como sinónimos. Por último, y como tercera precisión, es importante dejar claro que el diálogo entre religión y espacio público, al que hacemos referencia, se ubica en Occidente. Además, hay que señalar que este diálogo tiene muy diversas voces y manifestaciones. No se da en todas partes por igual.

Secularismo y Post-secularismo

Partamos de una pregunta fundamental: ¿qué entendemos por secularismo? La imagen de Max Weber nos puede ayudar:

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el derrumbe de las murallas del monasterio. José Casanova (1994) entiende que cuando hablamos de secularismo hacemos referencia a tres fenómenos relacionados, pero distintos: separación entre Iglesia y Estado, o entre el espacio religioso y el espacio de lo público, de las razones públicas. El retraimiento de lo religioso del espacio público al espacio de lo privado, de lo íntimo. Y, por último, el proceso lento, pero inevitable, de la disminución y desaparición paulatina de la religión. Occidente, como sabemos, se entiende como un mundo secular, pero se debe ser cuidadoso con esta afirmación, pues el proceso de secularismo no se da de la misma manera en todas las sociedades occidentales. Es muy distinto, en sus causas y efectos, el secularismo americano del europeo.

Cuando analizamos estos tres significados del secularismo nos encontramos con que el primero se ha cumplido con bastante eficacia –aunque a algunos les parecerá que aún falta un largo camino por recorrer–, en el sentido de que hay separación entre Iglesia y Estado. Pero, ¿qué sucede con los otros dos? Nos damos cuenta que lo religioso no ha desaparecido del espacio público absorbido por el espacio privado y, por otra parte, no hay una disminución de lo religioso, sino más bien un cambio, una forma distinta.

En los últimos años Jürgen Habermas y Charles Taylor se han formulado y reflexionado sobre este fenómeno. Habermas –filósofo agnóstico– piensa que, tras largos años en que se relegó a la religión a permanecer en la esfera privada, hoy estamos en un momento en que se está volviendo a reconocer al fenómeno religioso su valor y la necesidad de que ocupe un lugar público en la sociedad. Las religiones pueden ser, como en el pasado, un verdadero aporte al diálogo en el espacio público. Para el filósofo alemán la clave de este nuevo momento...

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