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AutorAstrid Zwick
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Decisiones En Un Clima De Incertidumbre: Enfoque sobre la cuestión del CO2

Astrid Zwick

Asunto:

La toma de decisiones en un clima de incertidumbre científica es difícil. Si bien el último informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climatológico (PICC) subraya la influencia antropogénica en el clima, y apuesta por una reducción rápida de las emisiones de CO2, muchos observadores todavía ponen en duda la evidencia científica que apoya este criterio.

Relevancia:

La cuestión del CO2 no sólo es un asunto de inquietud para los climatólogos. La creciente demanda de energía eléctrica y el agotamiento de nuestros recursos energéticos fósiles exigen el reconocimiento por parte de las autoridades decisorias de las limitaciones de nuestras fuentes energéticas. Las dos amenazas, tanto el impacto de las emisiones de CO2 como el agotamiento de nuestra energía fósil, justifican la consideración de un consumo energético controlado a través de una mayor intervención de las tecnologías modernas. El siguiente artículo analiza las inquietudes en torno a las emisiones de CO2 y explica por qué ya es hora de pasar a la acción.

La toma de decisiones es estimulada por una percepción de la necesidad de actuar. Esta percepción es originada por un cambio en nuestro entorno natural, el cual, si es de suficiente intensidad, influirá de manera significativa en el ecosistema mundial y en el bienestar humano. El cambio percibido en el clima global es una de las cuestiones que reclama atención.

El aumento observado de temperatura está todavía e dentro de los márgenes aceptables de la gama de variabilidad natural

Existe una chocante correlación entre el aumento de las emisiones antropogénicas de CO2 (unas 7Gte de carbono/año), el aumento de la concentración atmosférica de CO2 (un 30% entre las épocas preindustrial y moderna) y un aumento observado de temperatura de 0,3°C a 0,6°C aproximadamente durante los últimos 150 años. No obstante, surgen incertidumbres al comparar este hecho con el comportamiento oscilatorio climático natural, ya que este aumento observado de temperatura todavía está dentro la gama de variabilidad natural. En la comunidad científica, hay una creciente concienciación a los cambios climatológicos naturales debidos a factores externos tales como los ciclos de actividad solar de larga duración, en particular el ciclo de manchas solares de 80 años, los cuales podrían tener un impacto tan grande como los cambios en las concentraciones de CO2 (Cubasch, 1995). Esta presión externa suele conducir a modos de oscilación interna, como los cambios en la circulación oceánica, los cuales, a su vez, desencadenan otros mecanismos reactivos que inducen cambios aparentemente irregulares del clima. Además, el calentamiento natural puede verse reforzado por el efecto invernadero de las emisiones de gases antropogénicos.

La influencia antropogénica puede agravar de forma drástica la oscilación natural a pequeña escala, acarreando consecuencias climatológicas desproporcionadas

Dadas las incertidumbres científicas, ¿ por qué hemos de reaccionar ? Mientras tenemos que esperar la opinión científica sobre el alcance del cambio climático y sus posibles causas e impactos, las decisiones basadas en estos resultados pueden llegar demasiado tarde. El argumento en favor de una pronta intervención está apoyado por nuestra percepción de las causas de los cambios climatológicos del pasado, el cual revela que hasta perturbaciones medioambientales de escasa importancia pueden trastornar fácilmente todo el comportamiento de la circulación atmosférica. Durante los últimos 10.000 años, el clima ha estado inusualmente estable, lo cual sugiere que a la larga un cambio más importante es probable. De hecho, los científicos han detectado modelos de oscilación climatológica natural de menor duración que los originados por la presión astronómica. Estas oscilaciones a pequeña escala podrían verse reforzadas por la influencia antropogénica, y por lo tanto repercutir sustancialmente en el ecosistema mundial y el bienestar humano. Con estos antecedentes, son justificadas unas medidas de precaución de fondo.

Los posibles impactos del cambio climatológico

Sea cual fuere la causa, puede justificarse una acción en vista a los posibles efectos e impactos

Aparte de una mayor desertificación en determinadas zonas y la inundación repetida de otras, una visión del futuro mundo invernadero contempla una subida global del nivel del mar de entre 0,3 y 1,0m para el año 2100, sólo a consecuencia de los gases invernaderos (PICC 1995). Esto, por supuesto, afectaría a los estados isleños pequeños, preocupados por su supervivencia. Aun cuando persisten dudas en torno al alcance de la aportación antropogénica al calentamiento global, se prevé una subida del nivel del mar como consecuencia de las fluctuaciones climatológicas naturales. Sea cual fuere la causa, es preciso actuar.

Otros impactos posibles, e importantes, de los cambios climatológicos, incluyen una alteración de la precipitación y una disminución de los recursos hidráulicos. Esto incidiría en la productividad agrícola y por consiguiente en el suministro alimenticio, amenazando posiblemente la economía de aquellos países que dependen de la exportación de productos agrícolas. Otro tema de actualidad es la mayor incidencia de los acontecimientos climatológicos catastróficos como consecuencia del calentamiento global (PICC, 1992). Sin embargo, los extremos meteorológicos debidos al calentamiento global todavía no son estadísticamente significativos, lo cual una vez más demuestra la falta de confianza que existe en las evaluaciones probabilísticas de los extremos climatológicos (Hasselmann, 1995).

Incertidumbre en torno al cambio climatológico y el abastecimiento energético - la búsqueda de un nuevo enfoque

Las incertidumbres científicas conducen a diferentes interpretaciones de la cuestión del cambio climatológico. Desde el punto de vista del fatalista, el asunto se escapa totalmente del control humano. Ciertos industriales estiman que no hay verdadero problema, mientras no haya pruebas al contrario, mientras que algunos medioambientalistas creen que la tierra está al borde del desastre. El criterio del jerarquizador es que existe un límite a la capacidad del medio ambiente de tolerar las actividades humanas, y que (normalmente) nos encontramos cómodamente dentro de este límite (Paoli, 1994). Este último criterio es el que se aproxima más al parecer de los gobiernos occidentales, de los analistas de la relación coste/beneficios y de muchos científicos de hoy.

El agotamiento de los combustibles fósiles justifica de por sí los esfuerzos por la eficiencia energética y por la obtención de fuentes alternativas de energía

Existe otro enfoque posible a este problema. Mientras que los medioambientalistas se ocupan principalmente de la reducción de las emisiones de los gases invernaderos, esto puede vincularse al enfoque al problema del agotamiento de los recursos energéticos fósiles, dado que la quema de los combustibles fósiles es una fuente importante de las emisiones de CO2. Se prevé que durante el próximo siglo se habrá agotado la mayor parte de nuestros recursos energéticos fósiles, lo cual exigirá una reconsideración de nuestros recursos energéticos convencionales y una transición a tecnologías energéticas eficientes y alternativas (Peet, 1992). Además es preciso considerar a cuándo la nueva tecnología ha de estar lista, dado que podrían pasar varios decenios antes de que alcance pleno rendimiento comercial y competitivo.

También hay una oportunidad para evitar que los países en vías de desarrollo se vean comprometidos desde el principio a la tecnología de los combustibles fósiles

Es hora, por tanto, de elaborar estrategias que abarquen los problemas de las amenazas del cambio climatológico y del abastecimiento de la futura demanda energética. Este último es importante ya que es dudoso que se pueda cambiar drásticamente el comportamiento social en términos de los hábitos del consumo energético. Es más, la mayor parte de las emisiones de los gases invernaderos provendrán en un futuro próximo de los países en vías de desarrollo. Estos países tienen una creciente demanda de energía, y podría ser prudente introducir tecnologías energéticas eficientes o alternativas modernas en una etapa temprana, para a la larga ahorrar dinero en el consumo energético (Hess, 1994). Sin embargo, el elevado coste de la inversión supondría alguna ayuda económica por parte del mundo desarrollado. Dada la relevancia global de las emisiones de los gases invernaderos, los países en vías de desarrollo también saldrían ganando de esta inversión.

Opciones y costes

Las estrategias incluyen, por ejemplo, la adaptación de los recursos hidráulicos y las zonas costeras ...

Hay varias categorías de posibles estrategias que nos permitirían hacer frente a la aproximación de los límites del medio ambiente natural y el agotamiento de nuestros recursos fósiles (GAO, 1990). Aparte del no hacer nada, otra solución podría ser la adaptación. Esto implicaría un ajuste al medio ambiente, o de nuestra forma de explotarlo, para reducir las consecuencias de un clima cambiante. El abanico de soluciones incluye la abstención del desarrollo de las zonas costeras sin protección, el desarrollo de variedades de cosecha más resistentes al calor, y un uso más eficaz del agua.

.. y la limitación de las emisiones de los gases invernaderos

Una segunda opción, que pasa del enfoque pasivo, sería la implantación de estrategias de limitación para controlar o detener el crecimiento de las concentraciones de los gases invernaderos en la atmósfera, reduciendo así la influencia antropogénica en el cambio climatológico. También las estrategias de limitación frenarían la tasa de explotación de los combustibles fósiles. Lo que es significativo es que el frenar la tasa de calentamiento global antropogénicamente acelerado facilitaría la adaptación de la sociedad a los cambios. No obstante, mientras que las estrategias de limitación precisan una colaboración mundial, la adaptación a las consecuencias del calentamiento global no está sujeta a esa consideración.

Hay una serie de acciones que podrían implantarse dentro de una estrategia de limitación. Por una parte, las 'políticas cómodas' (incentivar cambios de fácil asimilación en el estilo de vida y en los hábitos del consumo energético) podrían resultar provechosas en términos del ahorro energético y un menor gasto social; por otra parte, las medidas draconianas, tales como los ecoimpuestos y el poner coto a la circulación, podrían tener un impacto más inmediato pero también más costoso. Otra posible estrategia implica la reducción de nuestra dependencia de los combustibles fósiles, los cuales proporcionan actualmente más del 75% de la energía mundial, o mejorando la eficiencia energética o sustituyendo a los combustibles fósiles por fuentes energéticas alternativas. Una solución más controvertida sería reducir las concentraciones atmosféricas de CO2 mediante el almacenamiento, la utilización o la secuestración del CO2. Sin embargo, la factibilidad económica de tales tecnologías es muy debatida.

El último informe del PICC propone una reducción inmediata en un 50-70% de las emisiones de CO2 a fin de estabilizar las concentraciones atmosféricas en sus niveles actuales (PICC, 1995). No obstante, la justificación científica de acción tan drástica y costosa plantea interrogantes ya que la investigación ha mostrado que los sumideros naturales de carbono pueden aumentar su capacidad de captación a medida de que van absorbiendo CO2. Esto demuestra también la importancia de predicciones fiables y de observaciones detalladas del cambio climatológico para el desarrollo de controles eficaces de las emisiones de los gases invernaderos y de medidas adaptativas.

Los permisos negociables podrían ayudar a reducir las emisiones de CO2, pero su distribución inicial es polémica

Los instrumentos internacionales de política propuestos en ocasiones anteriores, tales como los objetivos por país, los impuestos sobre el carbono y los permisos negociables, se enfrentan a grandes dificultades como propuestas autónomas. El uso de los permisos de emisión negociables, por ejemplo, podría conducir a un control de las emisiones de CO2 a través del mercado mundial (Klusmann, 1995). Se concederían de acuerdo con la situación económica de cada país, sobre la base del reparto tributario. Con el tiempo, se podría reducir el número de permisos y aumentar la tasa del impuesto si los conocimientos científicos lo aconsejasen (Harvey, 1995).

Negociaciones recientes para la incorporación dentro del marco de la UE de impuestos sobre el CO2/energéticos han fracasado y no serán resucitadas a corto plazo. Sin embargo, sí se veían como una opción factible para el control de las emisiones de CO2 (Europa, 1995). El debate gira en torno al uso de unos impuestos sobre el C02/energéticos armonizados tras un período voluntario de cuatro años, o de un impuesto 'liso y llano' sobre el CO2. Todavía no hay acuerdo entre los Estados Miembros de la UE. El impuesto sobre el carbono incentivaría el uso de los combustibles fósiles con menor concentración de carbono, la migración hacia las fuentes energéticas renovables, y una explotación más eficaz de la energía. Es de notar que unos cálculos recientes sugieren que la implantación del impuesto sólo conseguiría una reducción del 5% de las concentraciones globales de CO2, y de ahí una reducción del 0,8% del aumento de la temperatura (Böttiger, 1995).

La estimación de los costes del cambio climatológico global es controvertida. En el último informe de evaluación del PICC, las estimaciones de los costes de subsanar los daños causados por el cambio climatológico, tales como los sucesos meteorológicos catastróficos, son inferiores a los costes de implantar estrategias para reducir las emisiones de los gases invernaderos (Masood, 1995). Estas estimaciones se hicieron suponiendo que el valor de una vida en un país en vías de desarrollo era un quinceavo del valor de una vida en el mundo desarrollado.

Si bien nuestro enfoque debe ajustarse a la evidencia científica, hay otros aspectos de la cuestión que reclaman acción, los cuales no dependen de una respuesta científica definitiva

El desarrollo de una política medioambiental hace necesario, por tanto, asimilar grandes discrepancias entre las diferentes suposiciones, valores y, a fin de cuentas, costes. Controlar las emisiones de CO2 y salvaguardar nuestros recursos energéticos parecen ser dos problemas diferentes, pero en realidad son compatibles. Ya que ambas cuestiones pueden suponer una amenaza simultánea, sería prudente pensar en medidas económicamente adecuadas para afrontar toda posible eventualidad. Cualquier pacto internacional que se concierte en respuesta a la grave amenaza medioambiental potencial debe basarse en el principio de la prudencia. Sin embargo, debe ser flexible y susceptible de ajuste a la luz de los nuevos resultados científicos, ya que los hechos científicos todavía no constituyen una base adecuada para las estrategias de implantación. Si bien las incertidumbres científicas en torno al sistema climatológico y su comportamiento dan lugar a una bonita "lista de compras" para la futura investigación, hay motivos considerables para que las autoridades decisorias se apliquen ya a la cuestión del CO2. Las soluciones técnicas no pueden detener el cambio climatológico, pero sí pueden frenar el crecimiento del componente antropogénico del calentamiento global y aliviar la presión sobre nuestros recursos de combustibles fósiles.

Frases clave: CO2, cambio climatológico, combustibles fósiles, desarrollo sostenible, política energética, impuestos energéticos, permisos de emisión.

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