Los aspectos políticos de las innovaciones en los sistemas de pagos: el caso de los pagos a través del teléfono móvil

AutorJoachim Henkel y Felix Zimmermann
CargoUniversidad de Munich
Páginas13-19

Asunto: El comercio por telefonía móvil exige sistemas de pago a través del teléfono móvil (pagos móviles). Se han propuesto multitud de soluciones para facilitar los pagos móviles, por lo que se necesita una normalización. Ésta puede alcanzarse mediante regulaciones, acuerdos voluntarios, o por las fuerzas del mercado.

Relevancia: La adopción de los pagos móviles (pagos-m), y la subsiguiente difusión del comercio móvil, puede verse frenada por falta de estándares. Dependiendo del proceso de normalización, pueden resultar servicios que no sean óptimos y a precios superiores al nivel competitivo.

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Introducción

En general, se considera que el comercio por móviles, o comercio-m, tiene un enorme potencial de mercado, a pesar de la no excesivamente buena experiencia de la crisis de los "punto-com". Sin embargo, para que se produzca el comercio-m, se necesitan medios de pago apropiados, es decir los pagos móviles. Éstos se definen como aquellos sistemas de pago que utilizan el teléfono móvil en el proceso de pago, en especial para la autorización de los pagos. A largo plazo, los pagos-m pueden incluso desempeñar un papel en el punto de venta físico. Dado el papel esencial que las transacciones de pago juegan, tanto en la economía como en la vida diaria, la relevancia de este tema para los políticos es grande.

"Los pagos móviles" se definen como aquellos sistemas de pago que utilizan el teléfono móvil en el proceso de pago, en especial para la autorización de los pagos; tales sistemas son un requisito previo del comercio por móviles

En términos técnicos, existen diferentes sistemas de pagos-m. La funcionalidad del pago puede almacenarse en una tarjeta SIM especial, en una segunda tarjeta con chip dentro del teléfono, o en una tarjeta con chip externa, del tamaño de una tarjeta de crédito. Otras soluciones más sencillas utilizan teléfonos GSM estándar. Incluso dentro de un solo país, puede haber una gran variedad de soluciones diferentes.

La tecnología no es el elemento fundamental de los pagos-m. Aunque puede no ser fácil desarrollar un sistema que sea fiable para tratar con un gran número de usuarios, varias empresas ofrecen soluciones de pagos-m. Lo más difícil es la normalización, donde hay que distinguir entre los niveles técnico y organizativo. La interoperabilidad a nivel técnico, definida por los datos y los formatos de la interfaz, es necesaria, pero no suficiente. Además se requiere una normalización a nivel organizativo, que configure el marco competitivo de la industria y que previsiblemente llevará consigo un difícil proceso de negociación, tanto a nivel político como comercial.

Para que se alcance la interoperabilidad se precisa una normalización a nivel organizativo junto con una interoperabilidad técnica

Experiencia histórica: la evolución de los sistemas de débito directo electrónico

La experiencia de innovaciones anteriores en los sistemas de pago, muestra que la normalización tiene lugar con frecuencia fuera de los marcos puramente competitivos del mercado. También se pueden identificar otros dos mecanismos de normalización: los acuerdos cooperativos voluntarios y las regulaciones obligatorias1. En la práctica, se pueden observar combinaciones de estos tres paradigmas, que pueden ilustrarse mejor mediante el ejemplo de la evolución de los sistemas de débito directo electrónico. El cuadro 1 describe la experiencia de Alemania en la normalización de los sistemas de débito directo electrónico basados en tarjetas, como ejemplo de los diferentes métodos de normalización con relevancia política.

Cuadro 1. El ejemplo alemán de normalización de los sistemas de débito directo electrónico basados en tarjetas

En Alemania, la normalización de los sistemas de pago basados en tarjetas se ha fundado tanto en la cooperación voluntaria como en la reglamentación obligatoria. Generalmente fueron las principales asociaciones bancarias alemanas las que tomaron la iniciativa. Constituyeron una institución denominada ZKA (Comité Central de Crédito), que sirve para coordinar los intereses comerciales de los bancos alemanes. Desde que, en 1990, se introdujeron a escala nacional los sistemas EFT POS (Electronic Funds Transfer at the Point of Sale, transferencia electrónica de fondos en el punto de venta), la ZKA ha sobresalido como el organismo de normalización predominante para los sistemas de pago basados en tarjetas. La ZKA funciona internamente basándose en acuerdos cooperativos entre las principales asociaciones bancarias y actúa externamente como un organismo de normalización de facto para la industria de los servicios de pagos basados en tarjetas. Cuando, en 1990, la ZKA introdujo un PIN y un sistema de autorización sobre demanda llamado ec-cash, fue criticada por explotar supuestamente su posición similar a un cártel: la ZKA estableció tarifas relativamente altas para las demandas de autorización y la garantía de pago que incluía. Con la ayuda de operadores de red de pago independientes, los minoristas reaccionaron introduciendo un sistema de pago sin normalizar, considerablemente más barato y sin autorización previa. Durante la década de los 90 los llamados "sistemas ELV", se difundieron mucho más ampliamente que el sistema ec-cash defendido por la ZKA. La ZKA reaccionó introduciendo un segundo sistema llamado POZ, que ofrecía pagos con tarjetas de débito a través de un servicio a un coste menor. Este sistema, en lugar de una autorización en línea, efectuaba una simple comprobación frente a una lista de tarjetas bloqueadas y además no incluía una garantía de pago. Hasta el momento, los tres sistemas en competencia han coexistido en el mercado. Es digno de destacarse que los tres sistemas son totalmente compatibles desde la perspectiva del cliente final, ya que los clientes pueden utilizar sus tarjetas de débito normales en los tres casos. La competencia basada en el mercado entre los sistemas solamente tiene lugar desde la perspectiva de los minoristas que aceptan las tarjetas. Ahora bien, simultáneamente, las batallas políticas entre los actores en las diferentes posiciones industriales han continuado hasta la actualidad.

La regulación obligatoria puede ser un modo rápido de conseguir la normalización, pero existe el riesgo de establecer estándares que no satisfagan plenamente las necesidades de los usuarios

El ejemplo de la normalización en el sector de los servicios de pagos basados en tarjetas en Alemania demuestra las ventajas e inconvenientes de los mecanismos de normalización que descansan en acuerdos voluntarios y/o regulaciones obligatorias. La regulación obligatoria puede ser un método rápido de conseguir la normalización, puesto que puede ser regida tanto por organismos ejecutivos públicos como por cuasi-cárteles. Se puede acortar significativamente el periodo de competencia anterior a la normalización, en el que varias soluciones registradas incompatibles compiten en el mercado. Sin embargo, existe el riesgo de que la normalización mediante regulación obligatoria no satisfaga plenamente las necesidades de los usuarios en el mercado, sino que más bien tienda a obtener la máxima ganancia para el actor que ejerza la mayor influencia sobre el organismo de normalización. Esto es menos probable que ocurra en un proceso de normalización basado en la competencia, proceso en el cual los suministradores en competencia tienen incentivos más fuertes a la hora de desarrollar soluciones que se adapten a las preferencias de sus clientes. La normalización cooperativa descansa en acuerdos voluntarios entre actores independientes. En comparación con la reglamentación obligatoria, la cooperativa es menos propicia a ser secuestrada por los intereses de un único actor. Sin embargo, se tiene que incluir un número suficientemente amplio de actores en el acuerdo cooperativo, para alcanzar la masa crítica necesaria para que la innovación se difunda. Ahora bien: si, en el caso extremo, todas las empresas de una industria se ponen de acuerdo sobre una solución cooperativa, disfrutarían de una posición de cuasi-cártel frente a los futuros participantes, así como frente a empresas de otras industrias relacionadas, lo que implica de facto una regulación obligatoria.

La normalización cooperativa descansa en acuerdos voluntarios entre actores independientes y es, por tanto, menos propicia a ser secuestrada por los intereses de un único actor

La experiencia reciente en países como Alemania destaca los puntos siguientes:

La normalización puede tener lugar no sólo mediante la competencia basada en el mercado, sino también a través de la cooperación voluntaria y de la reglamentación obligatoria.

La aceptación del usuario tanto por parte de los comerciantes como de los usuarios finales es fundamental para su difusión.

Hay más posibilidades de que coexistan estándartes en competencia, si las diferentes normas son compatibles desde la perspectiva de los usuarios.

La normalización tiene que ser vista como un proceso que continúa aún después de que las primeras decisiones de normalización hayan tenido lugar. Los actores involucrados pueden tener incentivos para "re-negociar" constantemente los estándares existentes de acuerdo con sus propios intereses.

Normalización para los pagos móviles

Considerando el futuro de los pagos-m, la primera cuestión es si sería posible que coexistan varias soluciones de pagos-m diferentes. En este contexto, un factor crucial es que los servicios de pago sean "mercancías de red". Igual que una red telefónica, una red de pago es tanto más valiosa para cada uno de sus usuarios cuanto mayor sea el número total de usuarios. Esta "externalidad de red" favorece el establecimiento de una norma (en el sentido de una "solución dominante"). La aparición de una norma depende de cuán diferentes sean las soluciones propuestas. La interoperabilidad técnica de largo alcance, como la que hay entre diferentes sistemas de tarjetas de crédito, podría permitir que coexistiesen dos o más soluciones de pagos-m. A su vez, cuanto mayor sea el coste y la incomodidad, tanto para el comerciante como para el consumidor, de adoptar una solución adicional, menos probable será que sobreviva más de una solución. A largo plazo, es probable que surja una norma para los pagos-m dentro de cada país. Soluciones ligeramente diferentes pueden coexistir dentro de esta norma, siempre que sean suficientemente compatibles.

La posibilidad de que coexistan diferentes sistemas de pagos-m viene limitada por el hecho de que la red es más valiosa cuanto más usuarios tenga. El grado de compatibilidad entre soluciones en competencia puede, por tanto, ser el factor determinante para que su coexistencia tenga éxito

La segunda cuestión es qué camino hacia la normalización se seguirá probablemente. Hay que tener presente que los pagos-m no sólo afectan a las instituciones financieras. Los operadores de telecomunicaciones (telcos) necesitan un sistema de pago adecuado para el comercio por móviles; además los telcos pueden considerar los pagos-m como una interesante oportunidad de negocio por sí mismos. Los bancos y las empresas de tarjetas de crédito, por su parte, tienen menos incentivos directos para promover los pagos-m, ya que, al menos en parte, eliminarían sus actuales métodos de pago. Por otro lado, si no se embarcan en los sistemas de pagos-m, corren el riesgo de perder negocio y contactos con los clientes. Los fabricantes de equipos y terminales móviles podrían obviamente tener una influencia en la implementación de los sistemas de pagos-m, y las empresas de nueva creación dedicadas a ellos (por ejemplo Paybox.net AG) están tratando de crear los pagos-m como su núcleo de negocio. Por tanto, pueden presentarse conflictos entre diferentes industrias, en particular entre la industria de servicios financieros y los operadores de móviles, Además, también dentro de cada industria, los actores en competencia tienen intereses divergentes.

Como se ha discutido anteriormente, es posible distinguir entre normalización por reglamentación obligatoria, acuerdo voluntario y competencia del mercado. Los acuerdos voluntarios son una vía relativamente prometedora hacia una norma de pagos-m. Se han formado varios consorcios a nivel internacional, centrados generalmente en una industria, por ejemplo los bancos (Mobey), las empresas de tarjetas de crédito (Mobile Payment Forum), los proveedores de tecnología (PayCircle), los fabricantes de terminales móviles (Met) o los telcos (mSign).2 Estos consorcios proporcionan un foro para el intercambio de opiniones, ayudando así a los actores a alcanzar un consenso general. Además, algunos han producido propuestas de especificaciones técnicas. Este énfasis industrial ayuda a impulsar los intereses de la industria en cuestión, pero también implica que ninguno de estos consorcios puede cubrir fácilmente todo el proceso de creación de valor necesario para los pagos-m. Aun cuando empresas de otras industrias están participando en la mayoría de estos consorcios, su influencia es limitada. Solamente el CMCIG (Global Mobile Commerce Interoperability Group) y el eEurope Smart Cards Trail Blazer sobre pagos electrónicos de la Comisión Europea, muestran un mayor equilibrio entre las influencias de todas las industrias interesadas.

Las telcos necesitan un sistema de pagos adecuado para el comercio por móviles. Los bancos y las empresas de tarjetas de crédito tienen menos incentivos directos para promover los pagos-m, ya que, al menos en parte, eliminarían sus actuales métodos de pago

Cuadro 2. Normalización de los pagos móviles ¿ el ejemplo alemán

Dada la diversidad de actores, en el caso de los pagos-m en Alemania, la reglamentación obligatoria parece ser el mecanismo con menor probabilidad de éxito. En primer lugar, no hay ninguna asociación de operadores de telefonía móvil que sea comparable con la ZKA. Y, aunque la hubiese, una organización regida por telcos no podría, por sí sola, establecer un estándar. Por la misma razón, la ZKA, como organización centrada en los servicios financieros, no se encuentra tampoco en posición de dictar una norma. Finalmente, no existe ninguna organización que pudiera ejercer un poder regulador sobre todas las industrias implicadas, ya que la reglamentación del gobierno y de la UE no va más allá de un marco básico para los pagos electrónicos y móviles.

Además de los consorcios industriales que se han formado a nivel internacional, las coaliciones entre empresas individuales están desempeñando también un papel. Sin embargo, aunque ha habido muchas negociaciones, apenas existen en Alemania coaliciones entre operadores de móviles. El único signo de cooperación es el anuncio de los proveedores de tecnología de pagos-m Virbus y Materna de que están planeando fusionar sus soluciones. Estas empresas suministran a dos pequeños operadores de Alemania, VIAG Interkom y E-Plus, cuyos sistemas de pagos-m pueden, por tanto, llegar a ser compatibles. Esto confirma el análisis económico habitual que predice que los actores pequeños buscan con más frecuencia coaliciones.

Los grandes operadores, T-Mobile (D1) y D2-Vodafone, por el contrario, tienen en cierto modo mayores probabilidades de establecer sus respectivas soluciones mediante la normalización basada en el mercado. Otro intento de definir una norma proviene de una empresa de nueva creación, Paybox.net AG, participada al 50% por el Deutsche Bank AG. Desde el lanzamiento de su sistema de pagos-m en mayo de 2000, la empresa afirma que ha registrado unos 500.000 usuarios (hasta octubre 2001). La ventaja de Paybox es, aparte de su liderazgo, que está abierta a usuarios de todas las redes; la ventaja de las telcos descansa en su contacto más directo con el usuario y, por lo tanto, menores costes de adquisición para el usuario.

La mayoría de los esfuerzos actuales de normalización de pagos-m en Europa no puede clasificarse claramente en "cooperativos" o "basados en el mercado". Más bien, la cooperación entre coaliciones tiende a combinarse con la (futura) competencia de mercado entre dichas coaliciones. Una combinación de intentos de normalización basados en el mercado y basados en acuerdos puede observarse también en el hecho de que todos los operadores de telefonía móvil (y varias empresas más) han anunciado ¿ y en algunos casos empezado- un sistema de pagos-m propietario pero, no obstante, siguen en conversaciones sobre una posible cooperación. La experiencia y el saber hacer (know-how) adquiridos al lanzar un sistema registrado refuerzan su posición negociadora cuando se trata de llegar a acuerdos voluntarios. Además, un fuerte compromiso por una de las partes interesadas en su propia solución, si las cosas van bien, puede ayudar a establecer un estándar común (hipotético) similar a aquélla. Ahora bien, si de ese modo no logra influenciar al estándar común, el compromiso puede desembocar en una pérdida considerable. Si más de una parte ha hecho inversiones en una solución registrada, entonces estos compromisos pueden prolongar la negociación sobre una especificación común. En el peor de los casos, puede producirse una guerra de estándares como la de las normas de vídeo VHS y Betamax.

La mayoría de los esfuerzos actuales de normalización de pagos-m en Europa no pueden clasificarse claramente en "cooperativos" o "basados en el mercado", sino que consisten en una combinación de ambos

El desarrollo de un estándar para pagos-m se está retrasando, entre otras cosas, por el hecho de que elegir socios muy pronto puede dar lugar a un apoyo a los actores erróneos y terminar varado en una solución de nicho. Por el contrario, cuanto más se tarde en alcanzar un acuerdo dentro de una industria, más fuerte será la probable influencia de otras industrias en la normalización de los pagos-m.

Implicaciones para la política pública

Desde una perspectiva política, la rápida disponibilidad, una elevada calidad del servicio y precios razonables son los aspectos deseables de un sistema de pagos-m. Además, parece que existe una serie de requisitos previos para conseguir esas metas: a) interoperabilidad técnica y normalización, de modo que se puedan explotar las externalidades en red positivas; b) comienzo de la normalización lo suficientemente pronto como para evitar retrasos innecesarios y costosas batallas de normas, pero dejando suficiente tiempo como para que surja una solución atractiva desde el punto de vista técnico y organizativo; c) llegar a un resultado que, basándose en una plataforma compartida, asegure una competencia entre los diferentes proveedores de pagos-m en lo que respecta a precios y servicios. En cuanto a precios, el grado de vinculación del cliente a un operador determinado es un problema. Si resulta caro cambiar de proveedor de pagos-m, la competencia se reducirá, creando así un espacio para que existan precios superiores al nivel competitivo.

La rápida disponibilidad, una elevada calidad del servicio y precios razonables son los aspectos deseables de un sistema de pagos-m. Conseguirlos depende de que se obtenga la combinación adecuada de interoperabilidad, normalización, calendario y competencia

El caso de la normalización de los sistemas de débito directo electrónico basados en tarjetas en Alemania ha demostrado que la reglamentación obligatoria da lugar a un proceso de normalización rápido, pero no puede proporcionar resultados óptimos. Los retos a los que se enfrentan los organismos públicos de regulación incluyen superar su relativo alejamiento de las necesidades de los usuarios y evitar ser coaccionados por intereses particulares. Por lo tanto, cualquier intento de acelerar el proceso de normalización de los pagos móviles a nivel europeo, introduciendo estándares impuestos a través de un proceso de arriba a abajo, debería tener presente los peligros de la reglamentación centralizada y el interés que tienen varias asociaciones industriales en influir en la normalización a su favor.

Los acuerdos de cooperación pueden ser en general atractivos, con los requisitos mencionados anteriormente en relación con la prevención de las posiciones de cuasi-cártel. Sin embargo, los organismos de regulación deberían también asegurarse de que todos los actores involucrados en la normalización tuvieran de hecho una voz en las negociaciones que vayan a conducir a un nuevo estándar. Por lo tanto, una decisión de tipo cártel por la industria de servicios financieros, o alternativamente por la industria de la telefonía móvil, para forzar a los actores de otras industrias a adoptar un estándar hipotético, es probable que no sea una solución que conduzca a un máximo bienestar. Los organismos de regulación se enfrentan con frecuencia con la difícil tarea de encontrar la solución óptima en las transacciones entre compatibilidad de los sistemas por un lado y competencia entre los diferentes proveedores de pagos-m, por otro.

Los sistemas de pagos-m no se detendrán ante las fronteras nacionales. A nivel internacional, las empresas multinacionales, como los grandes telcos, las empresas de tarjetas de crédito y los proveedores internacionales de tecnología, tienen tanto una poderosa influencia como un fuerte interés en establecer un estándar común

Los sistemas de pagos-m no se detendrán ante las fronteras nacionales. A nivel internacional, las empresas multinacionales como los grandes telcos, las empresas de tarjetas de crédito y los proveedores internacionales de tecnología tienen tanto una poderosa influencia como un fuerte interés en establecer un estándar común. Por ello, se plantea otro conflicto de intereses entre las empresas de carácter nacional y las multinacionales. Aparte de este aspecto, las implicaciones políticas discutidas a nivel nacional se trasladan directamente al nivel internacional. Los procesos de negociación entre diferentes compañías, asociaciones industriales e instituciones políticas son probablemente similares a nivel europeo. Sin embargo, puesto que las asociaciones industriales, tales como las de la banca o del sector de las telecomunicaciones, pueden estar peor organizadas a nivel internacional que a nivel nacional, los políticos de la Unión Europea pueden desempeñar un papel como mediadores entre diferentes industrias a nivel internacional. La política de la Unión Europea podría aprovechar activamente esta oportunidad y luchar por obtener soluciones de normalización que equilibren los intereses de todas las industrias potencialmente implicadas en los pagos móviles (telecomunicaciones, servicios financieros, proveedores de tecnología, minoristas) y finalmente, pero no por ello menos importante, considerar cuidadosamente las necesidades de los clientes finales. La política de la Unión Europea podría actuar también activamente para prever cualquier intento de una asociación industrial individual de establecer estándares de acuerdo con sus propios intereses específicos, ignorando los intereses económicos de otras industrias o clientes finales.

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Palabras clave

compatibilidad, consorcios, regulación, comercio por móviles, pagos móviles, normalización, acuerdo voluntario

Notas

  1. La "regulación obligatoria" puede definirse como un proceso de reglamentación de arriba a abajo mediante el cual se implantan estándares obligatorios. Téngase en cuenta que la reglamentación obligatoria puede basarse o bien en los poderes legales de las instituciones políticas o en el control de facto sobre una industria como resultado de la fuerza del mercado. En este último caso, pudiera favorecer a los intereses de una industria.

  2. Información más detallada sobre este y otros foros puede encontrarse en el ePSO Newsletter 8&3 por Centeno (2001, http://epso.jrc.es/newsletter/vol08/3.html).

Agradecimientos

Los autores quieren expresar su agradecimiento a varias personas entrevistadas, en especial a: Ulrich Dietz, Vodafone Pilotentwicklung; Jens Hinrichs, Go Solutions; Donald Müller-Judex, Payitmobile AG; Bernd Suckfüll, VIAG Interkom GmbH; Ralph Westenburger, Paybox.net AG; Ralph Woern, consultor; Hans-Hermann Wolf, Siemens AG; Manfred-Kaspar Wolff, Telego! GmbH. Un agradecimiento especial a "Arbeitskreis E-Payment", miembro de "Förderkreis Internet-Wirtschaft München e.V.".

Contactos

Dr. Joachim Henkel, Instituto para la Investigación en Innovación y Gestión Tecnológica, Universidad de Munich

Tél.: +49 89 21 80 29 86, fax: +49 89 21 80 62 84, correo electrónico: henkel@bwl.uni-muenchen.de

Felix Zimmermann

Tel.: +49 803 18 29 85, correo electrónico felix@felixzimmermann.com

Ioannis Maghiros, IPTS

Tel.: +34 95 448 82 81, fax: +34 95 448 82 08, correo electrónico: ioannis.maghiros@jrc.es

Sobre los autores

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Joachim Henkel es profesor ayudante en el Instituto para la Investigación en Innovación y Gestión Tecnológica de la Universidad de Munich. Es licenciado en Física y doctor en Economía. Su investigación se centra en las comunidades virtuales, innovaciones generadas por los usuarios, y pagos electrónicos. Actualmente es investigador visitante en la Sloan School of Management del MIT, Boston.

Felix Zimmermann estudió Economía y Administración de Empresas en las universidades de Stuttgart-Hohenheim y Munich y realizó un máster en estudios del desarrollo en la London School of Economics. Sus temas de investigación comprenden la investigación en innovación y la economía del desarrollo. Actualmente está trabajando en la Cámara de Comercio e Industria de Alemania en Tokio, Japón

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