Diseño de las políticas públicas desde la equidad de género

AutorPaloma de Villota
Cargo del AutorProfesora Titular de Economía Aplicada - Universidad Complutense de Madrid
Páginas101-130

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I Sobre la desigualdad socioeconómica y el trabajo remunerado y no remunerado (voluntariado)

A escala planetaria, la ausencia de desarrollo puede ser considerada como la insatisfacción de las necesidades básicas del ser humano, tanto de carácter físico como psíquico. en esta misma línea de interpretación cabe enumerar los enunciados de la conferencia internacional de viena sobre derechos humanos de 1993, en la que se reconoce el derecho al desarrollo y se constituye a la persona humana como el sujeto central del mismo1. Pese a estas declaraciones de carácter universal, la realidad marcha por otros derroteros, y persisten las miserables condiciones de vida de los habitantes de los suburbios de las grandes aglomeraciones urbanas, la mendicidad y la prostitución infantil que visualizan los desajustes socioeconómicos subyacentes. incluso en los países industrializados se puede observar la desventajosa situación socioeconómica de muchos hombres y mujeres que han tenido que desplazarse para buscar su supervivencia con una emigración forzosa y el aumento de la desigualdad entre la gente.

Esta desigualdad puede percibirse en los desafíos al desarrollo humano con niveles inaceptables de privaciones en la vida de la gente como afirma el informe sobre desarrollo humano del año 20012:

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"De los 4.600 millones de habitantes de los países en desarrollo, más de 850 son analfabetos, casi 1.000 millones carecen de acceso a fuentes de agua mejoradas, y 2.400 millones no tienen acceso a servicios sanitarios básicos. cerca de 325 millones de niños y niñas no asisten a la escuela. además, 11 millones de niños menores de 5 años mueren por causas que podrían evitarse. alrededor de 12.200 millones de personas viven con menos 1 dólar al día(PPaen dólares eeuu de 1993), y 2.800 millones con menos de 2 dólares al día. estas privaciones no se limitan a los países en desarrollo. en los países miembros de la ocde más de 130 millones de personas padecen pobreza de ingresos, 34 millones se encuentran desempleados, y la tasa media de analfabetismo funcional de adultos alcanza el 15%".

Al comparar la desigualdad de ingresos entre los más ricos y más pobres de mundo al usar la conversión de los tipos de cambio en la comparación, se aprecia que la diferencia entre el 10 % más rico de 51,5 en 1970 a una relación de 127,7 a 1 en 1997. Pero si se utiliza en el análisis tipos de conversión de las paridades del poder adquisitivo (PPa) para homogeneizar los ingresos respecto a una moneda común y eliminar las diferencias en los distintos niveles de precios de los países, la medición arroja un aumento de la desigualdad más moderado al pasar de 19'4 a 26'9 de 1970 a 1997.

Esta tendencia se viene perfilando desde hace varias década pues la disparidad de ingresos en 1960, a escala internacional, entre el 20% más pobre y más rico ascendía a una proporción de 30 a 1, mientras que en 1990 esta diferencia era ya de 60 a 1 y en 1995 de 74 a 13 4.

Ante esta situación resulta difícil encontrar respuestas, pero -por execrable e inadmisible que resulte, ayuda a que la violencia se enquis-te, tanto en el interior como en el exterior de los estados con brutales enfrentamientos étnicos y con estallidos esporádicos, de mayor o menor

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virulencia. su utilización puede seguir justificándose como herramienta válida para quienes se encuentran en situaciones desesperadas y por quienes que se obstinan en hacer inamovibles las reglas del juego

En el ámbito económico, debe recordarse que existe un lenitivo que alivia las condiciones sociales y calidad de vida real de la gente. y este lenitivo es la actividad económica invisible, no registrada estadísticamente por los sistemas de contabilidad nacional y llevada a cabo por un número incontable de hombres, niños, niñas y, sobre todo, mujeres que aportan su tiempo vital con la entrega de innumerables horas de trabajo de forma gratuita para la mejora de la calidad de vida.

Pese a esta contribución gratuita a la sociedad, es un hecho harto conocido que las mujeres sufren infravaloración social, debido a que en la actualidad con frecuencia, se equipara la condición de una persona exclusivamente a su capacidad de obtener ingresos. Por ello, pese a absorber una mayor proporción del total de la carga de trabajo y a que la participación masculina en el mercado laboral es el resultado de una producción conjunta, gran parte de la cual no sería posible si las mujeres no se quedaran en casa cuidando a los miembros de la familia y llevando a cabo el trabajo doméstico; las mujeres tienen un acceso limitado a determinados derechos sociales, como por ejemplo las pensiones de jubilación y, ello es así, como consecuencia de que el diseño de la seguridad social, en casi todos los países, reconoce -como mecanismo de acceso fundamental- a quienes realizan un trabajo remunerado y sólo contempla a los demás miembros de la familia como meros perceptores de derechos derivados, en función de sus vínculos filiales, conyugales, etc. sin duda, este diseño de la política pública fortalece la dominación patriarcal y un tipo de familia con una persona, cabeza de familia, perceptor/a de ingresos, en posesión de derechos sociales directos, mientras sus restantes miembros son sólo portadores de derechos derivados.

Del mismo modo, las mujeres se consideran inactivas porque los trabajos que realizan -en su mayoría- no se contabilizan en el sistema de contabilidad nacional (scn), pero al no computar la actividad económica que realizan como actividad económica, no tienen acceso a los derechos sociales que se diseñan de acuerdo con el grado de participación en el mercado de trabajo... resulta imperioso, portanto, romper cuanto antes este circulo vicioso o al menos intentarlo y denunciar estos mecanismos de opresión como hace la filósofa, rosi Braidotti, que desde una perspectiva feminista, cuestiona la supuesta "neutralidad" de los sistemas

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de medición económica, centrados exclusivamente en determinadas actividades económicas: "las cuestiones con relación al sistema de contabilidad nacional están no solo relacionados en cómo y en qué se mide sino sobre lo que no se mide, esto es el lado oculto del crecimiento económico: pobreza y contaminación de la naturaleza. la paradoja de este sistema es que la caminata de ocho horas de las mujeres de tanzania para el acarreo de agua es considerada como actividad improductiva mientras que la descontaminación de residuos químicos o la producción y mantenimiento de armas nucleares crea valor añadido y contribuye al crecimiento económico. el scn no es, bajo ningún concepto, un método estadístico inocente. Por el contrario, sirve como instrumento para perpetuar los valores económicos reduccionistas en que se fundamenta y, por tanto, se utiliza como medio para generar una realidad económica que destruye el medio ambiente y perpetúa la subordinación de las mujeres"5.

De acuerdo con la información suministrada por el informe de desarrollo humano del Programa de naciones unidas para el desarrollo (Pnud) de 1995, elaborado por la onu las mujeres en los países en desarrollo y en los industrializados trabajan en mayor proporción que los hombres en la economía invisible y en total, un mayor número de horas, conforme ponen de relieve los estudios realizados sobre el uso del tiempo. Por ejemplo, en kenya, un 35% más y, en italia, un 28%.

Por su parte, el instituto nacional de geografía, estadística e informática en colaboración con el instituto nacional de las Mujeres de Méjico, señala el aumento de la desigualdad de género en los años centrales de la vida, fundamentalmente entre los cuarenta y cuarenta y nueve: "el promedio de horas que dedican hombres y mujeres al trabajo domestico y extradoméstico, observamos que las mujeres en todos los grupos de edad trabajan más horas que los hombres, lo que significa que la jornada de trabajo femenina es mayor que la de los hombres".

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El número promedio de horas semanales de sobretrabajo femenino oscila entre 6 y 10 horas, y en general aumenta conforme se incrementa la edad de las mujeres.

La mayor diferencia en el número promedio de horas dedicadas al trabajo doméstico y extradoméstico la presenta el grupo de 40 a 49 años, grupo en el cual las mujeres trabajan 9.9 horas semanales más que los hombres. en los grupos de 50 a 59 años y de 30 a 39 años, las diferencias son de 9.8 y 9.3 horas, respectivamente; en el grupo de 60 y más años la diferencia es de 8.5 horas, y en los grupos de 12 a 19 años y de 20 a 29 años, se presentan las menores diferencias, estas son de 6.4 horas y 7.1 horas semanales6.

Es incuestionable que el trabajo remunerado como el no remunerado se interrelacionan mutuamente y no pueden seguir analizándose de forma aislada porque la productividad en uno estará en función de las horas de dedicación al otro. el informe citado del Pnud, de 1995, subraya la necesidad de mejorar las estadísticas actuales, para que las encuestas de la población activa, que registran a las personas de acuerdo con el desempeño de su jornada laboral, reflejen la distribución del tiempo entre las diferentes actividades económicas llevadas a cabo por los distintos miembros del hogar. en este sentido, recomienda que se complementen los cuestionarios con preguntas específicas sobre la...

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