Políticas de género en la economía solidaria

AutorJose Luis Retolaza Avalos y Maite Ruiz Roqueñi
CargoDepartamento de Economía Financiera II Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
Páginas04

1. Introducción

En la última década se ha ido definiendo un nuevo planteamiento socioeconómico que se ha dado en denominar Economía Solidaria, aunque todavía en la actualidad puede consistir con otras acepciones de significado concurrente como pueden ser: economía alternativa, economía de donaciones, economía autogestionaria, economía de la solidaridad, economía popular, economía popular solidaria, economía del trabajo, economía de solidaridad y trabajo, economía social solidaria (Enciso y Retolaza, 2004). Dicho movimiento, si bien es de reciente aparición, se ha desarrollado de una forma decidida, y en el año 2003 suponía ya un 0,24% del PIB del País Vasco, y lo que es más importante, un 1,4% de los puestos de trabajo existentes, con unos índices de crecimiento superiores al 10% anual (Retolaza, 2004b).

En correlación con este desarrollo, en los últimos años han ido apareciendo investigaciones y publicaciones sobre la Economía Solidaria en general (Ballet, 1996; Defortuny et al, 1997) o sobre alguna de sus temáticas específicas como las Empresas de Inserción (Coque y Pérez 2000; CIADE 2003; Claver 2004), la Banca ética (FETS, 2002; Del Río 2003; San Emeterio y Retolaza 2003; Mendizábal, Miera y Matey 2005), el Balance Social (Mugarra, 2003), o el Comercio Justo. No obstante, al margen de los datos contenidos en algunos estudios de carácter mas amplio (López Aranguren, 2002; FEEDEI, 2003; Mugarra, 2004) apenas pueden encontrarse investigaciones sobre el tema del género en la Economía Solidaria.

En el presente artículo nos proponemos reflejar los datos más significativos de una investigación mas amplia patrocinada por la Asociación Aurkilan1 en torno a las políticas de género desarrolladas por las entidades de Economía Solidaria en el País Vasco.

El punto de partida es el propio planteamiento de la Economía Solidaria, que en términos de la propia REAS2, se puede definir como: «El sistema socioeconómico, cultural y ambiental, desarrollado de forma individual o colectiva a través de prácticas solidarias, participativas, humanistas y sin ánimo de lucro para el desarrollo integral del ser humano como fin de la economía»3 (Retolaza, Mugarra y Enciso, 2004), encontrándose entre sus principales características4: la igualdad; el empleo para personas desfavorecidas, la mejora medioambiental, la cooperación, la falta de ánimo de lucro, y el compromiso con el entorno.

De los dos primeros principios, el de igualdad y el de empleo para las personas desfavorecidas, debe desprenderse la especial preocupación por el papel que la mujer desarrolla en la propia Economía Solidaria, ya que aunque no pueda generalizarse a todo tipo de situación, la mujer, en contexto de vulnerabilidad (familias monoparentales, malos tratos, cargas familiares no compartidas, baja cualificación), presenta unos índices de exclusión laboral y social muy superiores a los del hombre; estaríamos hablando de la discriminación vertical por causa de género. Por otra parte, incluso las mujeres con una adecuada integración sociolaboral, se encuentran con importantes desventajas en el ámbito laboral, la llamada discriminación horizontal, lo que se traduce en una menor retribución por el desempeño de trabajos similares y menores posibilidades de promoción.

En función de esta problemática social asociada al factor de género y de los principios generales de la Economía Solidaria, en especial de los dos señalados con anterioridad, debería concluirse la existencia en este movimiento de una política activa de género que permitiera mejorar sustancialmente ambas problemáticas en relación con la situación en el contexto socio-económico dominante. En este sentido, podríamos considerar que en las organizaciones de Economía Solidaria debería existir un trato diferencial positivo a favor de la mujer, tanto en lo que a opciones de empleabilidad se refiere, como en lo relativo a la calidad comparada del puesto de trabajo.

2. Metodología de investigación

La investigación, como ya hemos señalado, se propone abordar el problema de las políticas de género en las entidades de Economía Solidaria, para lo cual, y en función de la problemática socio-laboral de la mujer y de los planteamientos específicos de las entidades solidarias hemos identificado una variable independiente: ser una entidad de economía solidaria, y dos variables dependientes: proporción de puestos de trabajo ocupados por mujeres y proporción de puestos de dirección de primer nivel ocupados por mujeres.

Estas dos variables dependientes no han sido elegidas aleatoriamente, sino que en trabajos precedentes se consideran indicadores fundamentales de la discriminación vertical y horizontal por cuestión de género (Heredia et al, 2002); correlacionándose con los resultados obtenidos mediante índices de carácter mas cualitativo como el reconocimiento social o la promoción profesional (Barbera et all, 2000).

La hipótesis nula se formularía como la no existencia de diferencias positivas significativas del grupo de mujeres respecto al de hombres tanto en lo que se refiere a las posibilidades de ser trabajadoras de la empresa, como en relación a ser directivas de primer nivel. Mientras que las hipótesis alternativas se referirían a la existencia de una diferencia positiva a favor de la mujer en la probabilidad de ser trabajadora o directiva entre los grupos de ambos sexos. La prueba empírica para el contraste de hipótesis se realizó en el marco de una investigación mas amplia (Retolaza, 2004), donde se identificaron las 45 entidades mas representativas del País Vasco, a las que se envió un cuestionario por mail, previa llamada para explicar la investigación; de dichos cuestionarios se recogieron correctamente contestados 31. De los 14 casos perdidos, 2 se debieron a la imposibilidad de mantener contacto en virtud de errores en los datos identificativos, 2 a la demanda por su parte de una reunión personal, aspecto este que no contemplaba ni la metodología ni el presupuesto de la investigación, y diez a la falta de persistencia en la recuperación de los cuestionarios, que hizo que éstos no fueran devueltos o llegaran...

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