Política de innovación y relaciones universidad/industria

AutorJens Rostrup-Nielsen
CargoHaldor Topse A/S, Dinamarca, Miembro de EURAB

Introducción

Europa necesita encontrar nuevos instrumentos de fomento de la innovación con el fin de hacer frente a los retos de la competitividad mundial. Esta preocupación fue la razón fundamental de la declaración de Barcelona de 2002, que estableció el objetivo de que, para el año 2010, Europa debería elevar su inversión en investigación y desarrollo hasta el 3% del PIB y que dos tercios de esta inversión deberían proceder de la industria, una cifra que se asemeja a la de Estados Unidos. La brecha entre los esfuerzos de EE.UU. y la UE en materia de I+D se ha duplicado desde 1994 (COM 2003a).

La declaración de Barcelona de 2002 estableció el objetivo de que, para el año 2010, Europa debería elevar su inversión en investigación y desarrollo hasta el 3% del PIB

Sin embargo, más que simplemente seguir el ejemplo de Estados Unidos, puede que haya otras soluciones complementarias que podrían aplicarse con utilidad. En efecto, algunos países europeos están cumpliendo ya el objetivo de Barcelona (COM 2003a). Además, el sistema de EE.UU. tampoco carece de problemas. Si se examina en detalle el presupuesto de investigación de Estados Unidos (Science 2003) se ve claramente que el crecimiento del gasto en I+D ha ido principalmente a incrementar la financiación de la investigación en sanidad y la investigación dirigida a 'contrarrestar el terrorismo'; mientras que la financiación de las disciplinas científicas y técnicas tradicionales se ha estancado e incluso ha disminuido. La investigación básica en estas disciplinas también es esencial para que se produzcan nuevos avances en sanidad y en tecnologías de la información (Wessner 2003a).

En EE.UU., la financiación de la I+D se ha dirigido principalmente hacia la sanidad y las medidas antiterroristas, en detrimento de la ciencia tradicional

Aunque en los sectores industriales bien consolidados puede que exista correlación entre la inversión en I+D y el crecimiento (Bassanini 2000, DTI 2002) resulta difícil demostrar una correlación similar a escala regional o nacional (COM 2002a). Puede discutirse si el crecimiento es la variable dependiente (Solow 2000). Es posible que esta idea sea demasiado dependiente de un modelo lineal de innovación en el que el conocimiento se crea y se difunde independientemente de su aplicación a productos comercializables (Rostrup-Nielsen 2003).

Las universidades desempeñan un papel clave en la innovación, tanto a través de su participación directa en el proceso innovador como a través de la formación de científicos e ingenieros

Las ideas más recientes consideran el proceso de innovación como una interacción compleja entre diversos participantes y consideran que son muchos los parámetros que dan forma a las innovaciones. Sin embargo, desde cualquier punto de vista, las universidades desempeñan un papel clave, en primer lugar proporcionando científicos e ingenieros formados para el proceso de innovación en la industria, y en segundo lugar, participando directamente en el proceso de innovación (Nelson 1996). Las universidades también pueden patentar sus inventos y crear empresas, ya sea en forma de empresas derivadas u otorgando licencias directamente a otras empresas. Las universidades también pueden fomentar la innovación colaborando con los departamentos de investigación de empresas ya existentes que subcontratan las tareas de investigación a grupos universitarios ('spin-in').

Los intentos de comparar las capacidades de innovación de los distintos países a veces pueden arrojar conclusiones erróneas ya que tienden a utilizar datos agregados

Los intentos de comparar las capacidades de innovación de los distintos países mediante el denominado marcador de la innovación (COM 2002b) pueden arrojar conclusiones erróneas ya que tienden a utilizar datos agregados. La evolución de estos indicadores puede ser útil, pero hay que profundizar más para comprender las diferencias. Estas diferencias pueden afectar a cada uno de los mecanismos que impulsan el proceso de innovación y en este punto es donde podemos aprender algo de la experiencia de Estados Unidos. EE.UU. ha estado siempre en cabeza en esta materia y también ha sido el primero en enfrentarse a los problemas que surgen de las relaciones industria/ universidad.

Aspectos de la política de innovación de Estados UnidosEl desarrollo de la política de innovación de Estados Unidos se ha caracterizado por las potentes interacciones entre la investigación financiada con fondos públicos y los empresarios innovadores, así como por empresas pequeñas que crean puestos de trabajo y contribuyen al crecimiento centrándose en las nuevas tecnologías (Wessner 2002). Además, la inversión pública en investigación básica se ve reflejada en el gran número de artículos publicados por la investigación universitaria citados en las patentes de Estados Unidos (Pavitt 2000).

El desarrollo de la política de innovación de Estados Unidos se ha caracterizado por las potentes interacciones entre la investigación financiada con fondos públicos y los empresarios innovadores

Los sistemas de investigación e innovación de Estados Unidos (Feldman 2002a) no son el resultado de un intento premeditado de definir tal sistema de antemano, sino más bien el reflejo de la manera de enfocar los problemas en EE.UU. Los fondos públicos están en su mayor parte orientados a misiones concretas, y dirigidos, por tanto, a unos objetivos claramente aceptados por la universidad y la industria.

Esto es muy importante, ya que el crecimiento económico suele estar impulsado por regulación en materias importantes como la sanidad, la energía, el medio ambiente, el transporte, las comunicaciones y la defensa. Este proceso va dirigido por diversos mecanismos que funcionan en paralelo. Habitualmente, se hace hincapié en los proyectos de alto riesgo, que generen grandes resultados y en etapas tempranas (como el Programa de Tecnología Avanzada) (Wessner 2003a). Es interesante observar que, en Estados Unidos, la proporción de la I+D industrial financiada por el gobierno es significativamente mayor (14%) que en la UE (8%).

Dos mecanismos han desempeñado un papel particularmente importante en el fomento de la innovación en EE.UU.: el programa SBIR y la ley Bayh-Dole

Además, dos mecanismos han sido particularmente útiles a la hora de facilitar la innovación: la ley Bayh-Doyle y el programa de investigación para la innovación en las empresas pequeñas (SBIR). Estos mecanismos han facilitado enormemente la creación de nuevas empresas derivadas a partir de las universidades.

La ley Bayh-Dole (ley B-D) otorga a las universidades la propiedad de las patentes generadas a partir de los resultados obtenidos con ayuda de fondos públicos. Al mismo tiempo, un elemento importante de la ley es que se debe animar a las empresas pequeñas para que utilicen las patentes. También es posible que los profesores y otros empleados de las universidades -durante un tiempo limitado- asuman puestos destacados en las empresas de nueva creación, permitiéndoseles volver después a su carrera académica. Salvo pocas excepciones, las universidades no se están enriqueciendo con este sistema. También hay quien critica la burocracia creada por la ley B-D. Sin embargo, hay que destacar que ha creado un marco legal bien definido para las relaciones universidad/industria y la mayoría estaría de acuerdo en que la ley es satisfactoria. No obstante, no se puede decir que no haya problemas en la práctica (Wang et al. 2003). Un problema es que las oficinas que conceden licencias tecnológicas funcionan de diferentes formas y no aplican la ley B-D de manera uniforme. Otro problema está asociado con la complejidad del mundo de la investigación real, que a menudo crea confusión sobre la propiedad de los derechos de propiedad intelectual (DPI). Por ejemplo, no está suficientemente claro hasta dónde puede llegar un empleado de la universidad sin infringir la ley B-D cuando trabaja como consultor.

El mecanismo SBIR (Wessner 2003b) apoya a las empresas derivadas nacidas de las universidades, garantizando que todos los programas públicos reserven el 2,5 % de su presupuesto para ayudar a las empresas pequeñas (de menos de 500 trabajadores). Los directores de programas de Estados Unidos parecen tener un considerable grado de libertad para elegir los instrumentos con los que resolver de manera más efectiva sus problemas, y uno de estos instrumentos es el mecanismo SBIR.

El mecanismo SBIR funciona en dos fases: primero con capital de lanzamiento (hasta un máximo de 100.000 dólares) y después financiando el desarrollo de un 'prototipo' (hasta un máximo de 750.000 dólares). Cuando presentan la petición, no es necesario que los solicitantes posean ya su propia empresa; pero es necesario que la empresa exista para recibir la ayuda. Por supuesto, para los empresarios supone una gran ventaja comenzar a partir de una universidad. Habitualmente, la ayuda SBIR puede estimular la llegada de más capital procedente de inversionistas de capital riesgo o de empresas industriales (conocido como el efecto 'atracción') y normalmente la universidad concede los derechos de patente a cambio de un tratamiento equitativo, en vez de pedir royalties (Feldman 2002b).

Aunque estos mecanismos claramente han estimulado la creación de empresas derivadas de las universidades, a la vez se ha producido un recorte importante en la I+D a largo plazo por parte de las empresas

La ley B-D y el SBIR claramente han estimulado la creación de empresas derivadas de las universidades. Sin embargo, al mismo tiempo, muchas empresas grandes han recortado significativamente su actividad de I+D a largo plazo (Wessner 2003b). Como resultado, las grandes empresas subcontratan su investigación a largo plazo a las universidades. Las empresas importantes transfieren grandes sumas de dinero en forma de 'acuerdos marco', pidiendo a los institutos universitarios que realicen la investigación básica a largo plazo relevante para la empresa (Science 2002), a cambio del derecho de prioridad sobre los posibles descubrimientos. Esta tendencia también se viene observando en Europa (de Wit 2003).

En Estados Unidos, las grandes empresas subcontratan cada vez más su investigación básica a las universidades. Esta tendencia también está empezando a aparecer en Europa

El crecimiento observado en la interacción entre las universidades y la industria es, en principio, un avance positivo, pero ha hecho aparecer diversos problemas que enfrentan a las universidades con la industria (Santoro 2002). Por una parte, algunas universidades se han vuelto codiciosas y pueden llegar a hacer demandas descabelladas para transferir los derechos de propiedad intelectual (DPI), sin reconocer que una patente puede ser sólo una pequeña parte de un paquete tecnológico y que normalmente, a la hora de plasmar una idea en un producto viable, el camino es muy largo y existen considerables riesgos. Los inventos no son lo mismo que la innovación. Por otra parte, aunque las empresas puedan tener el derecho de propiedad plena sobre los resultados por los que han pagado, al becar a un estudiante de doctorado, por ejemplo, también pueden conseguir acceso a una tremenda cantidad de información. Además, esta situación puede destruir los canales informales de colaboración entre las universidades y la industria y dar lugar a un planteamiento a corto plazo de la investigación universitaria.

La situación en EuropaLa Comisión Europea (COM 2000a, COM 2003b) y los gobiernos nacionales europeos conocen bien el problema de la innovación, más allá de la necesidad de aumentar el esfuerzo de I+D hasta el 3%. La política de innovación exige un esfuerzo integrado en muchos campos, incluyendo los instrumentos para mejorar la interacción entre todos los implicados en el proceso de transformación de los resultados científicos en productos/servicios comerciales. Uno de los elementos es mejorar la colaboración universidad/industria.

La creación de un Espacio Europeo de Investigación es un paso positivo para potenciar la capacidad de innovación de Europa

El objetivo de crear un Espacio Europeo de Investigación es un paso en la dirección correcta, y los Programas Marco de la UE han sido eficaces a la hora de crear redes por toda Europa y romper las tradicionales barreras para la colaboración. Esto no pretende ser una panacea, pero con toda seguridad abrirá el espacio para la colaboración entre las universidades y la industria.

La mayoría de los instrumentos para potenciar la innovación actúan principalmente a nivel regional (COM 1997). Esto puede parecer algo paradójico, a la vista del fuerte compromiso internacional de los científicos y la industria (Rostrup-Nielsen 2000). Cabe preguntarse, entonces, si existe algún problema que pudiera resolverse a nivel europeo o qué papel puede desempeñar la Comisión en la política de innovación activa. Un grupo de trabajo del EURAB analizó esta cuestión y presentó varias recomendaciones (EURAB 2002) relativas a las relaciones universidad/industria en particular.

Una de las recomendaciones fue crear la patente comunitaria y establecer modelos pragmáticos de los derechos de propiedad intelectual para las relaciones entre industria y universidad, con el fin de evitar algunos de los problemas observados en otros lugares del mundo (por ejemplo, en Estados Unidos).

A nivel nacional, Dinamarca introdujo en 1999 una ley de inventos en las universidades danesas, que era la versión danesa de la ley B-D. Después de tres años, un análisis para el periodo comprendido entre enero de 2000 y agosto de 2003 (Techtrans 2003) demostró que se habían solicitado 273 patentes, de las que 99 se habían vendido o habían sido objeto de licencia. Aunque las leyes tipo B-D crean un marco legal bien definido, pueden no ser absolutamente necesarias. Entre los ejemplos de creación de empresas derivadas sin la ayuda de este mecanismo se encuentra el Departamento de Química de la Universidad de Oxford (Inglaterra) (Richards 2003) y el Karolinska de Upsala (Suecia).

Aunque las grandes empresas contribuyen significativamente a la innovación (de Wit 2003), la renovación tecnológica es en gran medida generada por las PYME de alta tecnología, que dependen enormemente de las condiciones locales, aunque a menudo operan a nivel mundial. Un elemento importante es facilitar la creación de empresas derivadas a partir de los centros de conocimiento de las universidades o de las grandes empresas.

El Grupo de Trabajo de EURAB ha sugerido que un mecanismo como el SBIR sería una contribución valiosa para potenciar la innovación en Europa

El Grupo de Trabajo de EURAB ha sugerido que un mecanismo como el SBIR, de la forma en que se utiliza en Estados Unidos, podría ser muy beneficioso como complemento de los Proyectos Integrados del 6º Programa Marco, FP6, permitiendo que el coordinador destine cierto porcentaje del proyecto a las PYME. Esto supondría un considerable impulso para las empresas derivadas creadas a partir de universidades y empresas consolidadas. Aunque un mecanismo como el SBIR aplicado a programas nacionales puede que no encuentre problemas con arreglo a los reglamentos comunitarios sobre Ayuda del Estado (COM 2003b, Rostrup-Nielsen 2003), en el contexto del Programa Marco Europeo, un mecanismo del tipo SBIR suscita otras consideraciones, que no se pueden discutir aquí por problemas de espacio.

La filosofía básica parece ser que cuantos más socios colaboran, mejor es el resultado. Por el contrario, si hubiera tres grupos que trabajaran en paralelo se podría obtener más innovación que si todos los grupos se sientan juntos para discutir, a menudo, puntos oscuros. Se podría aducir que es más beneficioso exigir una 'dimensión europea' a nivel del programa, más allá de centrarse en proyectos individuales (ATV 1996).

También es difícil para las PYME de alta tecnología encontrar un espacio en los proyectos dominados por empresas grandes. A la mayoría de las PYME (y también a las grandes empresas) les gustaría colaborar a nivel individual con una universidad (EURAB 2002) y no compartir sus ideas en un consorcio de investigación complejo. El concepto de investigación precompetitiva es difícil de delinear en el mundo real, cuando la investigación es dinámica.

Colaboración universidad/industriaIncrementar el esfuerzo de la industria europea en I+D sigue siendo un gran reto. No es simplemente una cuestión de participación de la industria en los programas públicos, sino que también supone crear las condiciones generales para la innovación y disponer de los científicos y técnicos necesarios. Apenas sería posible conseguirlo sin aumentar la colaboración entre la industria y las universidades.

Europa necesita fortalecer el grado de colaboración entre la industria y las universidades si quiere crear las condiciones generales para favorecer la innovación

La declaración de Barcelona a menudo lleva a reclamar más financiación para la investigación básica. Sin embargo, en general, el nivel de investigación pública en Europa es comparable al de EE.UU., y lo más necesario para poder cumplir el objetivo de Barcelona es incrementar la I+D de las industrias. Al mismo tiempo, existe una presión política para obtener tecnología y conocimiento de las universidades con el fin de beneficiar a la sociedad y a la industria de forma más directa. De nuevo, esto se basa en un modelo lineal. Las universidades no deberían tratar de convertirse en organizaciones de consultoría o que obtengan beneficios; es decir, la investigación contratada no debería ser el objetivo de la investigación universitaria.

Algunos de los escollos mencionados se pueden evitar con una financiación equilibrada de la investigación en todos los 'cuadrantes' (Stokes 1997), de alta calidad y ambición, y de relevancia1. Esto significa que debe haber un equilibrio entre la investigación destinada a entender los fundamentos y ampliar las fronteras del conocimiento (el denominado cuadrante de Bohr) y la destinada a resolver problemas fundamentales, pero con posibles aplicaciones (el denominado cuadrante de Pasteur). La investigación básica es necesaria para ambos fines (Pavitt 2000).

La colaboración entre universidades e industria en materia de investigación básica puede desempeñar un papel importante en el proceso de innovación. Cada vez es más frecuente que los descubrimientos obtenidos en la investigación básica puedan transformarse rápidamente en avances industriales y 'saltarse' el proceso normal de I+D (Rostrup-Nielsen 2001). En beneficio de las universidades y de las empresas, es esencial que esta situación esté prevista por una normativa adecuada de los DPI.

El mundo real de la innovación de alta tecnología no necesariamente coincide exactamente con la definición de investigación básica e industrial y precompetitiva incorporada en los reglamentos para competir por la ayuda estatal

El mundo real de la innovación de alta tecnología no necesariamente coincide exactamente con la definición de investigación básica e industrial y precompetitiva incorporada en los reglamentos para competir por la ayuda estatal (IRDAC 1998). Estos conceptos reflejan el modelo lineal y pueden facilitar bien la legislación, pero el proceso de innovación no está netamente dividido en etapas separadas y consecutivas. Además, como se ha demostrado en Europa por el programa holandés de 'Los Mejores Institutos' (de Wit 2003) y las iniciativas TEKES en Finlandia (Ilmavirta 2001), las sociedades que triunfan suelen caracterizarse por el liderazgo y la interacción con la industria (Wessner 2003b).

Puede que el conocimiento sea un objetivo en sí mismo para las universidades, y sólo una herramienta para la industria, pero sigue existiendo una gran zona de solapamiento entre los intereses de las dos. La colaboración entre la industria y las universidades en materia de investigación básica es un proceso de doble sentido, que puede ser beneficioso para ambas partes. El objetivo es obtener conocimiento general, y conocimientos especiales en el campo de interés de la empresa. Para la empresa, el valor de la investigación a largo plazo es la creación de opciones futuras y, por tanto, la flexibilidad (Rostrup-Nielsen 2000). Esto significa que las relaciones industria/universidad pueden ir desde el patrocinio hasta la colaboración activa en investigación.

La colaboración entre la industria y las universidades en materia de investigación básica es un proceso de doble sentido que puede ser beneficioso para ambas partes, a varios niveles

Esto exige que la empresa también esté presente en la investigación básica (Topsøe 1994). Iniciativas como los programas de doctorado industrial (ATV 1996) y las becas Marie Curie son ejemplos de cómo se puede establecer esta presencia, que es necesaria para conseguir una colaboración más equilibrada entre las universidades y la industria.

La interacción universidad-industria en Cambridge (Inglaterra) es un ejemplo de cómo se puede llevar a cabo el 'spin-in' a gran escala en Europa con resultados satisfactorios. No obstante, también pueden conseguirse resultados significativos a escala más pequeña (Besenbacher 1998; Rostrup-Nielsen 2002).

ConclusionesEs útil comparar la experiencia de EE.UU. con la de Europa, pero Europa no debe necesariamente copiar a EE.UU.

Parece que EE.UU. adelanta a Europa a la hora de vincular el esfuerzo en I+D con el proceso de innovación, dando a la investigación estratégica una mayor orientación hacia misiones concretas y haciendo el esfuerzo simultáneo para asegurar que el dinero va directamente a los que participan en el proceso de investigación. El mecanismo SBIR es un ejemplo.

No obstante, supone un reto crear las condiciones óptimas para las relaciones entre las universidades y la industria consolidada, con investigación conjunta en el 'cuadrante de Pasteur' (es decir, investigación básica con posibles aplicaciones). Puede haber conflictos de intereses en las universidades cuando crean nuevas empresas derivadas, y es necesario formular directrices generales que rijan los DPI de la investigación en el denominado cuadrante de Pasteur. También es importante que las relaciones universidad/industria estén dictadas por intereses reales de los socios y no por las líneas temáticas de los programas públicos. Es importante, pero no suficiente, mejorar el marco general de la innovación. La lección que se obtiene de la experiencia estadounidense es la creación de mecanismos selectivos que permitan tomar la iniciativa a los individuos. Evaluar el potencial de innovación mediante cifras agregadas, como la intensidad en investigación, puede dar lugar a conclusiones engañosas. Por tanto, los criterios de Barcelona no deben tomarse de forma aislada.

En economía se utiliza la distribución normal para describir valores agregados, con una varianza alrededor de la media. En cinética de reacciones se utiliza una distribución similar de la energía de las moléculas (distribución de Maxwell). Sin embargo, no es la energía molecular media la que es decisiva para que se produzca la reacción química, sino cuántas moléculas alcanzan una energía superior a cierto umbral -y la presencia del catalizador adecuado. Esto también puede ser verdad para la política de innovación.

Palabras clave

innovación, I+D, relaciones universidad-industria, PYME, EE.UU., EURAB

Nota1. Según Stokes, la investigación se subdivide en cuatro cuadrantes. El primero, al que llama cuadrante de Bohr, por el trabajo de Niels Bohr sobre la estructura del átomo, comprende la investigación básica. En el segundo, el cuadrante de Edison, se sitúa la investigación aplicada tradicional. El tercero se llama cuadrante de Pasteur y contiene lo que llama 'investigación básica inspirada en la aplicación'. Finalmente hay un cuadrante vacío en el esquema de Stokes, lo que era bastante de esperar ya que corresponde a la ausencia de las dos principales locomotoras de investigación en su esquema (esto es, el cuadrante que corresponde a 'no consideración para el uso' y 'no búsqueda del entendimiento fundamental'.)

Agradecimientos

El autor desea expresar su agradecimiento por las fructíferas discusiones mantenidas, en particular, con Jeanette Nielsen, de la Embajada danesa en Washington; con Charles W. Wessner, de la National Academy of Sciences de Estados Unidos y con los miembros del Grupo de Trabajo de Innovación de EURAB. Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente la opinión de los que han participado en las discusiones.

Referencias

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