Poder político y periodístico en México

AutorJosé Ramón Santillán Buelna
Páginas153-170

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1. Introducción

En este capítulo se analiza el papel de la prensa como uno de los factores del cambio político en México. Algunos periódicos de información general y dirigidos a los grupos de decisión, se convirtieron en protagonistas en momentos electorales clave. Su estructura periodística, su línea editorial y sus características como actores políticos -en el más amplio sentido- fueron usados como impulsores del cambio político y en un espacio para construir la democracia.

De manera que, este texto explica la influencia de la prensa en los proceso electorales de 1988 al 2000, analizando a los articulistas como promotores del tema democracia, en los periódicos: Excélsior, La Jornada y Reforma que permite estudiar el papel que ejercieron en la formación de una corriente de opinión favorable a la democratización del país.

Para analizar la relación entre política y prensa, en primer lugar, se describe la actividad periodística caracterizada por su sometimiento al poder hasta las elecciones de 1988; en segundo lugar, se resaltan los cambios habidos en los años noventas que fomentan el renacimiento de la prensa escrita como actor político; en tercer lugar, se hace un análisis de la influencia de la prensa diaria. Por último, presentamos algunos datos que confirman la participación de la prensa y de los articulistas como promotores del proceso de cambio democrático de los últimos 12 años.

2. Prensa y poder

La prensa en México ha ido de la mano del gobierno, sus orígenes, conflictos y apogeos se han dado bajo la tutela del sistema. El presidente en turno

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los ha apoyado o los ha hundido, independientemente de que existen leyes que norman la actividad periodística y obligan al estado a protegerla; cuidando se garantice el derecho a la libertad de expresión que el artículo 7º. De la Constitución así lo establece como valor para la vida democrática del país.

Petra Scanella, especialista en el estudio del periodismo político, reconoce que México es el mejor laboratorio para el estudio de la relación prensa y poder. Así lo apunta: "Estudiar la prensa en México es estudiar el poder mismo en toda su expresividad. El periodismo mexicano es un medio de comunicación del poder o contra el poder. Hay muchos países con periódicos subsirvientes del poder, pero pocos como en México, lo cuentan, lo critican en los mismos diarios subvencionados o protegidos" (Scanella, 1979: 7).

Estudiar la prensa en México, como apunta la investigadora Scanella, representa introducirse en el abismal sistema político para intentar descubrir los hilos que unen a periodistas y funcionarios, a instituciones gubernamental con empresas periodísticas, porque cada sistema político va configurando su propio subsistema de medios de información con base en arreglos políticos, económicos, sociales y culturales.

La prensa mexicana la mayoría de veces ha estado financiada por el gobierno, el control a través del papel por la empresa oficial PIPSA obligaba a las empresas periodísticas a atenuar la crítica. Los bloqueos publicitarios han estado al orden del día y también las prácticas de intimidación como la represión y amenaza a los periodistas. A la prensa mexicana se le intimida en la práctica de ejercer la libre expresión y tiene que practicar una "libertad negociada"46, esto es concertar con los representantes del gobierno para no actuar en contra de los intereses del presidente o del grupo gobernante para no verse condenada a desaparecer.

Otros estudiosos de la prensa como Siebert y Peterson nos dicen: "La prensa siempre toma la forma y la coloración de las estructuras sociales y políticas dentro de las cuales actúa. Especialmente refleja el sistema de control social por cuyo intermedio se ajustan las relaciones de individuos e instituciones" (Torres, 1997:32). Esto es, en México, las empresas periodísticas y sus miembros (los periodistas) saben que el presidente en turno es el Estado mismo y que durante seis años, él será la máxima autoridad para decidir la vida política, económica y social del país.

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Para muestra basta un sexenio, durante el periodo de gobierno de Luis Echeverría (1970-1976) el periódico Excélsior fundado en 1917 y encabezado por Julio Scherer ejercía una línea editorial crítica a las funciones públicas, por lo tanto gozaba de un alto grado de credibilidad en la opinión pública. Este periodismo libre y crítico se había convertido en un dolor de cabeza para los funcionarios públicos no acostumbrados a que se les enjuiciara en sus actividades políticas. En 1976 el presidente Echeverría presionó, primero para que las dependencias del gobierno (ministerios, secretarías, etcétera) les retiraran publicidad oficial, después apoyó la pugna interna por la dirección de la cooperativa del periódico para que se eligiera una persona con más simpatía a los intereses del gobierno. Ante estas presiones, un grupo de reconocidos periodistas y miembros del periódico encabezados por Julio Scherer, Vicente Leñero, Miguel ángel Granados Chapa, Ricardo Garibay, Octavio Paz, entre otros fueron obligados a renunciar al diario. Con la salida de estos periodistas terminaba un episodio en la relación prensa-poder, llamado "el golpe a Excélsior" donde la libertad de expresión fue reprimida.

En palabras de Julio Scherer "la lucha por Excélsior no implicaba sólo a una empresa periodística, sino a la causa nacional de la libertad de expresión" (Leñero, 1978:182). Sin embargo, esta generación de periodistas despedidos de su trabajo no se amedrentaron en dejar de ejercer un periodismo libre y critico y pronto crearon nuevos medios impresos47desde dónde pudieron y siguen ejerciendo la libertad de prensa y cumplir con informar, interpretar y comentar los hechos noticiosos a la sociedad sin ataduras gubernamentales.

También se ejerce como control informativo la presión económica sobre el periodista llamada: "embute", "chayote", que es un pago económico para que se hable bien de los funcionarios públicos o se calle información que incómoda a las autoridades, y ante los bajos salarios de los periodistas es fácil caer en esta tentación para la mayoría de los periodistas.

Ante este panorama, es difícil establecer los límites entre la relación prensa-poder y las circunstancias políticas y sus responsables la oscurecen más, pues teniendo "al gobierno como principal generador de corrupción entre los periodistas, no sólo se neutraliza la libre expresión y se transforma

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la información en mentiras y adulaciones, sino que se deteriora el ejercicio de la práctica periodística" (Scanella, 1979:15). Si un sistema político tiene una falta de autoridad moral para actuar de acuerdo a los valores democráticos y ejercer el poder de manera transparente hacia los ciudadanos, sus instituciones estarán viciadas para actuar correctamente. Por eso en México la prensa siempre ha ido al lado o cuestionando a los políticos.

En México había un agudo llamado para contar con un periodismo responsable, crítico y comprometido con las necesidades de información que la sociedad requería. Académicos, intelectuales, políticos y ciudadanos consideraban que la ausencia de un periódico independiente, plural, crítico, liberal con calidad informativa y de la participación de colaboradores de calidad debilitaba el avance democrático (Krauze, 1986:72). La necesidad de que todo sistema político tenga una prensa que informe con precisión, oportunidad y objetividad en su información; que tenga como uno de sus objetivos participar en el proceso democrático del país fue uno de los pilares fundamentales para la construcción democrática, porque como diría Julio Scherer "sin una prensa crítica y verdaderamente libre este país (México) no tiene sentido" (Leñero, 1978:71).

En ese sentido, si el estado fortalecía la actividad periodística con el valor de la libertad de expresión apoyaría el avance democrático en México, porque los ciudadanos tendrían en la información la reflexión, el análisis y la crítica constructiva del proyecto de país que se necesitaba. La libertad de prensa sería la comunicación que permitiría enjuiciar las leyes y las conductas del Estado a partir de su incidencia práctica y racionalizar críticamente las decisiones políticas. Porque el Estado al apoyar la libertad de expresión estaría cumpliendo con una responsabilidad constitucional y velar por que se desarrolle correctamente. No debía condicionarla sino fortalecerla porque es irónico que en nuestro sistema político, y en muchos más, es el Estado quien la limita.

Carlos Payán, periodista con más de 30 años de ejercicio y director del periódico La Jornada durante 10 años, opina al respecto: "En algunos países, por ley, se estimula que los periódicos subsistan con menos dificultades de las que normalmente pueden tener, en algunos, por ejemplo, tienen subsidio sobre los costos del papel. En otros la electricidad o los impuestos, no hay negociación al margen de la ley. En México se puede hacer por debajo del agua, se da el papel, se permite que no se paguen impuestos y después tienes una deuda de miles de pesos, con la que se ejerce presión contra el periódico." (Cruz, 1990: 269).

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De esta manera el Estado no sólo debe preservar la libertad de prensa sino también apoyar a que los periódicos cumplan su función social: informar, analizar, opinar, orientar, sin que esto signifique una restricción informativa. Porque uno de los objetivos del periodismo es ser el espacio donde se representen a todos los actores sociales con sus demandas específicas, para que juntos éstos resuelvan las necesidades que como sociedad se requieren.

Sin embargo, en México la mayoría de los periódicos están pensados principalmente como negocio y no como servidores sociales, y...

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