Piratería

AutorPaula Arribas del Hayo
CargoCMS Albiñana y Suárez de Lezo

Si preguntásemos a generaciones anteriores qué es la piratería nos contestarían que la actividad de los que se dedicaban hace algunos siglos a asaltar barcos o lugares costeros, generalmente unos tipos con un parche en el ojo y que a veces portaban un loro en el hombro. Pero hoy en día esta imagen no es la primera que nos viene a la cabeza cuando pensamos en la piratería sino la de una manta en la calle llena de CDs a bajo precio. En ambos casos el acto es ilegal, pero así como el primero quedó perfectamente regulado en 1982 con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del mar, no ocurre así con el segundo.

La actual piratería se extiende a sectores como el informático, audiovisual, textil, productos musicales, recambios de automóviles o marcas relacionadas con el ocio y el deporte, por este orden. En el año 2002, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se incautaron de mercancías falsificadas por valor de 130 millones de euros, de los cuales 96 corresponden a piratería de propiedad industrial y 34 a piratería de derechos de propiedad intelectual. Se detuvo nada menos que a 2660 personas por delitos de esta naturaleza. Lo que resulta sorprendente es que no todo este tipo de productos piratas lo encontramos en la calle. Según el informe Intervenciones 2002, recientemente presentado por la Oficina de Patentes y Marcas, si la piratería de productos relacionados con la propiedad intelectual se sigue comercializando a través de los llamados "manteros", la mayor parte de falsificaciones de productos textiles, relojería y joyería, perfumería y cosmética, alcoholes, calzado o material informático se intervinieron por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado en comercios tradicionales.

Todas estas formas de piratería constituyen una infracción de los derechos de propiedad intelectual e industrial, además de sendos delitos recogidos en los artículos 270 y ss. y 274 y ss. del Código Penal. Todo ello se está convirtiendo en un grave problema con difícil solución, debido, entre otras razones, a la existencia de una legislación inadecuada, la escasez de medios y la ausencia de cultura de defensa de la marca, pero principalmente por la falta de rechazo del consumidor que fomenta dichos actos amparado por el argumento del elevado coste del producto original. No es infrecuente tampoco apreciar un cierto menor respeto hacia la propiedad industrial que hacia la intelectual.

Situémonos en sede exclusivamente de propiedad intelectual. En...

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