Piratas y otras gentes de mal vivir

AutorDaniel Sanroque
Páginas69-81

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El 7 de junio de 2007, José Antonio Lorente Acosta (profesor y especialista en Medicina Legal y Forense en la Universidad de Granada) publicaba en El País un artículo titulado: «Pericias, Peritos y Piratas».

El título me impactó y el artículo me encantó, pues venía a decir que el perito de parte es tan válido como el forense o el designado por el juzgado. Aunque ello no era óbice para que existieran peritos que más parecieran piratas, por hechos y finalidad. Mi experiencia me recuerda que piratas los he encontrado entre los peritos de parte, designados judicialmente o forenses. Además existen una serie de personajes, vinculados al mundo de la pericia, que merecen una mención.

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Peritos piratas

Por poco que hayamos leído libros o hayamos visto películas de aventuras, habremos oído que los piratas también son denominados corsarios, bucaneros, filibusteros. Aunque son parecidos, se distinguen en la finalidad de su pillaje.

Lo mismo sucede con quienes realizan, de forma frau-dulenta, la actividad pericial. Unos defienden directamente su bolsillo; otros el de la Compañía que los contrata. También hay quien defiende las compañías en general. Me iré explicando poco a poco.

Siempre he considerado que el perito ha de cobrar unos honorarios justos, sin que sean abusivos y sin menospreciar su trabajo. Pero, el cobrar, en base a un porcentaje sobre la indemnización obtenida, entiendo que no es ético. No por el importe sino porque esta práctica va en contra de la objetividad e independencia del perito, ya que puede ser que llegue a realizar estimaciones desproporcionadas con el único propósito de aumentar sus ingresos. Estos casos siempre son referidos. Quien lleva a cabo esta práctica la niega casi siempre. Digo casi siempre, porque

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algunas veces, en momentos de intimidad profesional, te llegan a confesar el tanto por ciento que cobran. Como dicen: «Las meigas no existen, pero haberlas ailas». Nadie lo hace, pero todos sabemos que se hace. Otra cosa es que se establezca un mínimo por realizar el trabajo y si se gana el pleito establecer un ajuste. Ello permite, a determinadas economías, conseguir un informe pericial que de otra forma no podrían pagar, y al perito cobrar sus honorarios habituales o, como mínimo, no perder en ese informe.

Otros, por el contrario, son capaces de negarlo todo con la única finalidad de beneficiar a quien le contrata. En estos casos siempre es una compañía de seguros la que contrata. Resultan extremadamente peligrosos para todos. En unos casos porque pueden llevar al juez a una sentencia injusta y en otros porque la Compañía realiza de forma errónea la provisión de fondos. Incluso pueden llegar a mentir de una forma tan descarada que merecerían que se interpusiera una demanda contra ellos.

Uno de los casos más extremos que he vivido, fue el de un perito que se inventó una enfermedad para negar la indemnización por secuelas. Se trataba de un accidente de tránsito. En una colisión entre dos turismos, uno alcan-

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zó al otro por la parte trasera. La conductora del turismo alcanzado sufrió lesiones en la región cervical. Desde ese momento la paciente empezó a sufrir dolores cervicales y hormigueos en una mano. Durante la tramitación ya se negó la existencia de relación entre los hormigueos y el accidente. Diciéndose que esas alteraciones debían ser anteriores al accidente. Por ello se aportó un informe del médico de cabecera en el que se informaba que la paciente...

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