La persistencia histórica de la oralidad en la escritura pública, discurso leído el día 22 de abril de 1996 en su recepción pública por el excelentísimo señor don Antonio Rodríguez Adrados y contestación del excelentísimo señor don Juan Berchmans Vallet de Goytisolo, Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Madrid, 1996, 286 pp.

AutorR. Gibert
Páginas664-667

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Interesante para la historia del derecho privado, conforme a la distinción establecida en la VI Semana de HDE (1983) entre historia general e historia especial, me cumple reseñarla desde el punto de vista de la primera, concebida por las dos orientaciones superadas, como historia de libros e historia de juristas, aunque también afecta a dos instituciones: primero, la Academia, puntualmente descrita en esta ocasión por el recipiendario como producto de la confluencia de las de práctica de leyes del último tercio del siglo XVIII y primero del XIX, la de Santa Bárbara que asoma a la Novísima Recopilación, VIII, 20, 4, la de la Purísima Concepción, que campea en su escudo, la de Nuestra Señora del Carmen, la de Carlos III, «que siempre ha congregado a nuestros más eminentes juristas». Segundo, el Notariado, que tiene en la Academia la parte considerable que le corresponde por su contribución en la teoría y en la práctica del derecho y la justicia. Precisamente ahora ha ascendido a su presidencia, tras un largo y meritorio servicio en la secretaría general,Page 665 el autor de la contestación al discurso. Aleja toda idea de secesionismo en el seno de la corporación, votada por su índole a lo general, el dato de haber sido presentado el neófito por el procesalista Leonardo Prieto Castro y nuestro Alfonso García Gallo, no por casualidad, pues como es tan frecuente entre los notarios, ambos oradores se han caracterizado por su fervor histórico y su fecunda labor en la historia del derecho. La obra de Vallet de Goytisolo ha venido a poner de manifiesto aquella intuición de don Galo Sánchez, en Barcelona, 1930, cuando redujo los límites de su Curso a la historia de las fuentes, atribuyendo la de las diversas ramas del derecho a las correspondientes asignaturas. A la historia de juristas aporta este volumen en primer lugar, por la circunstancia de haberle sucedido en el sillón número 13, la semblanza de Rafael Núñez-Lagos (1902-19?), no desconocido para los lectores de este Anuario (cfr. 21-22, reseña de Fernández Espinar a su Derecho Notarial y Ro-landino). Las tres densas páginas que Adrados dedica a su predecesor deben ser reducidas a las veinte líneas que le puede conceder una breve historia de la CJE: «Madrileño, hijo, hermano y padre de notarios, alumno de Castán en Valencia, in-gTesado en las oposiciones de La Coruña, 1927, pronto alcanzó por oposición entre notarios una plaza en Madrid, donde ejerció durante cuarenta años. Doctorado...

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