Sobre la persistencia del desequilibrio entre mujeres y hombres en el mundo de la ciencia

AutorMaría Casado
CargoProfesora Titular de Filosofía del Derecho, Moral y Política, Universidad de Barcelona.
Páginas7-13

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Introducción

Hablar de la situación de desequilibrio entre mujeres y hombres que existe en el mundo de la ciencia y, más en general, de la escasa presencia de mujeres en los puestos de responsabilidad y decisión en la investigación y la academia, genera una situación incómoda: una se ve en situación pedigüeña, como parte de un colectivo disminuido y necesitado de ayudas, a la vez que considera que se po-seen los méritos necesarios para ser parte por derecho propio y, al tiempo que no se siente oponente de esa otra mitad del mundo a que parece atribuirse la culpa de la situación existente.

Mi punto de vista es claro: desearía habitar -y poder legar- un mundo de personas, en que se pueda colaborar para superar unas barreras que sólo al poder le interesa mantener. Eso me obliga a someter a análisis crítico al mundo que nos rodea y que constriñe a más de la mitad de la población igualmente formada -es decir, en condiciones de igual mérito- a trabajar y demostrar el doble para poder llegar a donde mismo. Tal situación perjudica a esa mitad - las mujeres, obviamente-, pero también al conjunto, al mundo diverso, plural, de mujeres y de hombres; más aun, de proyectos de vida distintos, de itinerarios biográficos diferentes y valiosos que reclaman el establecimiento y la garantía de condiciones de compatibilidad realmente efectivas.

Los hechos y los datos a 2010

A medida que se avanza en la carrera profesional dentro del mundo de la ciencia, disminuye el número de mu-jeres en acelerada progresión. Resulta llamativa tal escasez de mujeres más aun cuando se constata que ocurre algo similar en todos los campos: según se avanza hacia los puestos jerárquicos las mujeres van desapareciendo en las estructuras. Sorprende que, aun cuando entre los estudiantes de un elevado número de facultades las mujeres son mayoría, a medida que se sube en la escala de los puestos de investigación y de responsabilidades académicas o empresariales, las mujeres son cada vez menos. Es lo que se denomina "efecto tijera": entra en el sistema universitario más de un 54% de mujeres, que siguen a lo largo de las carreras en más o menos parecida proporción y,

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luego, se va invirtiendo el porcentaje para al 54% de hombres y a medida que se progresa en el escalafón correspondiente se llega con facilidad a encontrar datos del 85 % de hombres y el 15 % de mujeres y, aun peor, de ausencia total en determinados lugares, como en ciertas Academias, por ejemplo. El llamado "efecto goteo" hace que las mujeres se vayan perdiendo entre los intersticios del sistema y eso da lugar a que siga siendo tristemente válida la metáfora del "techo de cristal", techo que no vemos pero que sin duda existe y cuya persistencia las cifras nos muestran.

El conocido artículo de Mary Osborn, en Nature1 señalaba, ya en 1992, que "...no existe prueba alguna de que el éxito en la investigación científica guarde relación con el sexo..." y resaltaba que, por entonces, sólo el 1% de directivos del Max Planck Institut eran mujeres. Desde los 90, el desequilibrio entre mujeres y hombres, existente también en el mundo de la ciencia, es decir la brecha de género, se ha ido poniendo de manifiesto de manera reiterada mediante los informes del grupo de Helsinki, los informes Etan y She Figures de 2003, 06 y 092. Pero ni los informes ni las políticas establecidas para revertir esta brecha han dado hasta hoy el resultado deseado. Los hechos son tozudos suele decirse y, efectivamente, no solo la situación de las mujeres en el mundo de la investigación "es la que es" sino que no ha variado sustancialmente desde el primer informe del grupo Etan en el 98 hasta el del 20093.

Creo que esto debe llevarnos a reflexionar sobre otro asunto añadido: las razones y causas de por qué habién-dose aprobado políticas de igualdad de género en la UE y en todos sus países miembros, estas se han implementado tan escasamente y han obtenido tan magros resultados que nos obligan a reconocer que, diez años después, la situación es más o menos igual puesto que la representación femenina ha subido de forma insuficientemente significativa. Así pues, las políticas de discriminación positiva ¿no sirven , o ¿no existen, aunque se propugnen ¿Son quizás ineficaces Tal vez, incluso, ¿son contraproducentes?

No obstante los magros avances, el acuerdo teórico es total y en nuestro contexto existe el mayor consenso con la idea, central, de que el desequilibrio mujeres-hombres no es admisible y, además, es un obstáculo al desarrollo y, por ello, se propone un cambio de paradigma: equidad de género en la ciencia. Hay que remarcar que no se trata de "ayuda", sino una condición necesaria para alcanzar los objetivos científicos que se preconizan, ya que la infra-representación de las mujeres en la ciencia pone en peligro los objetivos de excelencia científica al desperdiciar vanamente la mitad del talento formado. Es importante remarcar esto de "formado" porque este es un elemento básico en todo el debate: se parte de que son personas igualmente formadas las que obtienen, no obstante, resultados desiguales en la práctica según se trate de mujeres o de hombres y, además, esta afirmación central se constata con cifras.

El informe She Figures de 2009 afirma que sólo el 30% de científicos son hoy mujeres que, además, cobran salarios inferiores en puestos similares, y que los espacios de responsabilidad siguen ocupados por hombres. Se insiste en la idea de que esto es un desperdicio de oportunidades y talento que Europa no se puede permitir4. Las medidas que se han arbitrado en los últimos años consiguen que haya más mujeres y más doctoras, pero luego eso no se refleja ni en todos los sectores ni en todos los lugares del escalafón. Este informe señala, precisamente, que "hay una relación inversa entre el dinero gastado en inversión I+D en el sector empresarial y en número de mujeres: el sector empresarial es donde las mujeres están menos representadas" y, realmente, bien puede afirmarse que en el mundo de la economía la representación femenina es aun

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más baja que en el de la ciencia. Igual que ocurre en la universidad, en los organismos de investigación se produce una "segregación vertical" de las mujeres: con el 44% de mujeres "postdoc", hay 36% en el nivel medio y solo el 18% en el grupo superior de profesoras. Sólo el 13% de instituciones de educación superior y el 9% de universidades están dirigidas por mujeres. Solo el 22% de los puestos en los consejos de administración están ocupados por mujeres. La gravedad del asunto se muestra con las cifras5. La plena disponibilidad que conlleva la inestabilidad y la precariedad laboral, agravadas por la presente crisis, va en contra de cualquier avance en este terreno ya que aun resulta más duro tener que repartir en condiciones de escasez.

Buscando explicaciones (más allá de una mera reivindicación de cuotas)

¿Por qué las mujeres ascienden en el escalafón académico con tanta lentitud Si no es una consecuencia de aplicar la regla del mérito y la capacidad, ¿qué es lo que pasa?

Desde mi punto de vista hay dos tipos de "causas": unas tienen que ver con cómo está organizado el mundo en que vivimos y otras tienen que ver con el modelo de vida buena que se elija, es decir, con la jerarquía de valores y las metas a alcanzar. Lo que sucede, de lo que nos informan las cifras, no se deriva de la mala voluntad de "otro" , fuere quien fuere, sino que es preferible abordar el problema con mayor perspectiva y es preciso averiguarlo conjuntamente. No se trata de dividir la sociedad en dos, mujeres contra hombres y hombres contra mujeres; por el contrario se trata de averiguar las razones de lo que pasa y poner remedio conjuntamente para desarrollar en libertad el propio modelo. Dicho en términos jurídicos: tener libertad y disponer de las condiciones que permitan el libre desarrollo de la personalidad.

Se parte de que la situación que aquí se está analizando no es causada por falta de talento o de la formación necesaria en las mujeres científicas, puesto que estamos refiriéndonos a colectivos de hombres y mujeres que gozan de igual formación superior6...

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