Pensamiento vivo para la vida: una lectura de Vaneigem

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Juan Pedro García del Campo escribe un magnífico artículo sobre la contribución de Vaneigem a la «Internacional Situacionista» que constituye la introducción a su obra «Aviso a los vivos sobre la muerte que los gobierna y la oportunidad de deshacerse de ella» (Tierradenadie Ediciones, Madrid, 2002). En realidad es un informe o memorial a los vivos sobre la muerte para que al fin logren deshacerse de ella en su vida cotidiana. Extractamos de su artículo aquellos párrafos que nos parecen más significativos. Lo primero que hace el autor es situar en el contexto sociocultural la creación de Vaneigem. Dice:

[...] fue publicado después de la incontestada ofensiva liberal-capitalista de la década de los ochenta y, particularmente, después del derrumbe del modelo de organización económica, social y política de los países del «bloque del Este» (en 1989 «cayó» aquel muro de Berlín que funcionara como imaginario y real «telón de acero»). Dicho aún de otro modo: el Aviso fue escrito y publicado en un tiempo que, en los ámbitos del antagonismo teórico y práctico, era percibido como un tiempo de derrota: un tiempo de hundimiento de proyectos que fueron de emancipación, un tiempo de pensamiento débil y postmoderno. Sin embargo, Raoul Vaneigem nos presenta en él una consideración no sólo sobre la muerte que nos gobierna sino, además, sobre la oportunidad (al mismo tiempo, pues, la conveniencia y la posibilidad efectiva, pues ambos sentidos están en la francesa opportunité que Vaneigem utiliza) de deshacerse de ella. En tiempos de derrota, afirmación de una victoria acaso más posible que nunca.

La obra que tenemos entre las manos, así, reivindicando la potencia liberadora de la vida y de su recorrido gozoso, se presenta como una apuesta explícita contra-la-corriente de las evidencias proclamadas por el aparato propagandístico del espectáculo; al hacerlo se sitúa, además, contra otra corriente que se afirma con el peso de no menores «evidencias»: la que proclama la muerte de todo pensamiento y de toda vida, la que parece sólo ocupada en certificar el agotamiento de todo proyecto crítico y alternativo, la que limita su actuación al movimiento ocular que acompaña al llanto por un tiempo perdido que acaso nunca vuelva.

Lo que tenemos entre las manos es, pues, una obra contra quienes pretenden haber ganado, y también, aunque no de forma explícita sí con una radicalidad notoria (en esto consiste la grandiosa anomalía que la obra de Vaneigem representa), contra quienes pretenden haber perdido y transforman su derrota en determinación ontológica: tanto los unos como los otros permanecen prendidos del espectáculo y, al hacerlo, siguen formando parte, quiéranlo o no lo quieran, sépanlo o no lo sepan, del «partido de la muerte».

1. Un deseo sin fin: pensamiento versus contemplación de la muerte

[...] Vaneigem ha optado por el rechazo de la promoción en nombre del tiempo y del goce, por el rechazo de la supervivencia y del universo mercantil en nombre de la gratuidad, de la exuberancia y de la relación simbiótica con una realidad entendida como manifestación continua de la vida.

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[...] la vida sólo puede ser vivida en las condiciones en que ello se hace posible, y por eso, en las sociedades en las que domina el espectáculo y la mercancía, sólo puede mate-rializarse como supervivencia. Vaneigem no sólo lo sabe, sino que ha distinguido clara-mente, entre sus propios textos, aquellos que corresponderían a un propósito de «investigación radical» y aquellos otros que, cargados de erudición..., responden a un impulso que podríamos llamar, en sentido amplio, «alimenticio». Hay, aun así, una enorme diferencia entre sobrevivir cómodamente en los espacios que no pueden ser suprimidos por mera exigencia biológica y hacerlo en una continua búsqueda del intersticio por el que ese espacio biológico se torne potencia germinal, rizomática proliferación de raíces-palanca capaces de hacer saltar la superficie plana de la vida aparente. El texto que tenemos entre las manos lo señala claramente: «por muy obligado que pueda estar a trabajar para sobrevivir y, del mismo modo, a reaccionar violentamente para defenderme, no se conseguirá que esté de acuerdo ni con la virtud del trabajo ni con la legitimidad del talión». [...]

Tanto como La sociedad del espectáculo de Debord, el Tratado del saber vivir se convirtió pronto en uno de los textos teórico-políticos que articularon la mirada del sesenta y ocho...

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