Un caso de estudio acerca de la libertad de pensamiento en la España del siglo XIX la polémica sobre la ciencia española

AutorJavier Dorado Porras
Cargo del AutorEditor
Páginas253-280
1. INTRODUCCIÓN
La polémica de la ciencia española no es solamente una polémica
sobre la existencia o no de cultura filosófica y científica en España, de
sus aportaciones, del valor de esas contribuciones y de las razones de
su mayor o menor desarrollo e implantación.
Es también una polémica sobre la libertad ideológica, sobre el im-
pulso que representan para el desarrollo de la ciencia y la filosofía las
libertades de pensamiento y expresión, es decir, sobre el papel que
cumplen las estructuras y las instituciones políticas, jurídicas y sociales
en el fomento de la razón y la libertad humana. Lo es además, por su-
puesto, acerca de la tolerancia, el pluralismo y sobre el obstáculo que
para el normal desarrollo del pensamiento representan todos los des-
potismos, ya sean religiosos, ya políticos. Es una manera de recordar
un hecho obvio: la interrelación ciencia-filosofía, por un lado, y socie-
dad-política por otro. Sin esquematismos simplificadores ni depen-
dencias mecánicas, pero sin olvidar que la historia del pensamiento es-
pañol es una parcela de la historia de España.
Asimismo en la polémica sobre la ciencia española aparecen mu-
chos nombres importantes de la historia de las ideas en España. El he-
cho de que se rescataran del olvido, en aquella época, pero también en
la actualidad, se debe a la tenacidad sobre todo de Don Marcelino Me-
néndez Pelayo, aunque también sus opositores en la polémica sacan a
la luz, en algún momento, nombres de interés o hacen justicia a otros.
Creo que le sobran razones a José Luis Abellán para que en el Pró-
logo a su monumental “Historia crítica del pensamiento español” es-
criba que “es necesario recabar para nuestra tarea el patrimonio moral
HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES. Tomo III: Siglo XIX254
e intelectual de Gumersindo Laverde y de Marcelino Menéndez Pela-
yo, pioneros de este tipo de estudios en España”1. Y él mismo cita el si-
guiente texto de Don Marcelino escrito al término de su vida (1912):
“Donde no se conserva piadosamente la herencia del pasado, pobre o rica,
grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original ni una idea
dominadora. Un pueblo nuevo puede improvisarlo todo menos la cultura inte-
lectual. Un pueblo viejo no puede renunciar a la suya, sin extinguir la parte
más noble de su vida, y caer en una segunda infancia muy próxima a la imbe-
cilidad senil”2.
A pesar de sus exageraciones y de una, con frecuencia, poco disi-
mulada parcialidad en algunos juicios nuestro agradecimiento a Me-
néndez Pelayo merece un lugar destacado. Sus profundos conocimien-
tos, su patriotismo y la brillantez en sus exposiciones y controversias
no pueden ponerse en tela de juicio. Hoy, cuando el pluralismo ideo-
lógico y de otros tipos, se considera una virtud de las sociedades abier-
tas y desarrolladas no debe sorprendernos que Don Marcelino tuviera
unas convicciones muy arraigadas y las defendiera con todas sus ar-
mas teóricas. No tiene ningún sentido poner en duda la legitimidad
del tradicionalismo3 del ilustre montañés, y menos aún intentar ridicu-
lizar su postura. Que una personalidad fallecida en 1912 sea utilizada
y manipulada por el bando vencedor en la Guerra civil española es ya
otro cantar. Y un asunto que merece un estudio objetivo y sereno. Que
su actitud beligerante en relación con el krausismo y los krausistas es-
1ABELLÁN, J. L., Historia Crítica del pensamiento español, tomo 1, Metodología e Intro-
ducción histórica, Espasa-Calpe, Madrid, 1979, p. 21.
2MENÉNDEZ PELAYO, M., Ensayos de crítica filosófica, Consejo Superior de Investi-
gaciones Científicas, Madrid, 1948, p. 354.
3José María Jover y Guadalupe Gómez-Ferrer valoran así su personalidad: “La fi-
gura más egregia de la línea tradicionalista es Marcelino Menéndez Pelayo, máximo
representante de la escuela nacionalista de la historiografía española. Menéndez Pela-
yo es, con el portugués Oliveira Martins, el más grande historiador peninsular del si-
glo XIX. Perfecto conocedor de la cultura europea, trabajador infatigable, escritor de
una corrección y un nervio insuperables, llevará a cabo un gigantesco esfuerzo de in-
vestigación y de exposición de nuestra cultura nacional, con la que se muestra radical-
mente identificado. La consideración del catolicismo como eje y nervio de la misma; el
formidable esfuerzo de documentación que respalda cada una de sus afirmaciones; el
talante polémico y apasionado de muchas de sus páginas, explicable por la circunstan-
cia histórica en que hubo de fundar su obra; l a amplitud de espíritu y el esfuerzo per-
manente de comprensión humana son, tal vez, los caracteres más notables de su per-
sonalidad y de su trabajo”, en JOVER ZAMORA, J. M., GÓMEZ-FERRER, G., y FUSI
AIZPÚRUA, J. P., España: Sociedad, Política y Civilización (Siglos XIX-XX), Debate, Ma-
drid, 2001, p. 410.

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