El pensamiento político de Richard Rorty y sus consecuencias prácticas para la democracia

AutorJohannes Von Stritzky
CargoLicenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Hamburgo
Páginas109-127

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I Introducción

“Lo que distingue al hombre civilizado del bárbaro es advertir la validez relativa de las propias convicciones y defenderlas, sin embargo, resueltamente. Pedir más que eso es, quizás, una necesidad metafísica profunda e incurable; pero permitir que ello determine nuestra práctica es síntoma de una inmadurez moral y política igualmente profunda, y más peligrosa”1.

En esta cita puede verse resumido el pensamiento político de Richard RORTY. Es una cita de su libro más famoso Contingencia, ironía y solidaridad, en la que cita al filósofo inglés Isaiah BERLIN (1909-1997) quien, a su vez, en la primera de las dos frases está citando al economista austriaco Joseph SCHUMPETER (1883-1950).

Para muchas personas resulta fundamental que sus convicciones con respecto a la moral o al derecho estén apoyadas o justificadas en algún principio con validez universal. Según este punto de vista, advertir la validez relativa de las propias convicciones significaría cuestionar no sólo su carácter universal, sino igualmente sus contenidos. Por eso, la cita mencionada les parece una provocación y una amenaza para las instituciones y valores de la democracia liberal occidental. A otros, que en muchas situaciones se ven incapaces de encontrar un criterio reconocido por todos para decidir sobre la validez universal, esta cita les parece una liberación. Porque para ellos, este pensamiento promete una escapatoria de muchos problemas y confiictos tanto teóricos como prácticos.

Quiero dar tres ejemplos:

1) En el desarrollo de las democracias occidentales, la idea de la igual libertad tenía un papel muy importante. Paso a paso se incluyeron más personas en la ciudadanía. Y el argumento más fuerte para ampliar la igual libertad era el descubrimiento o reconocimiento de la validez universal de los derechos humanos. Pero igualmente, en cada época era el argumento para justificar la exclusión de una parte de la humanidad.

2) En el contexto de las relaciones internacionales, la cuestión de la validez universal o relativa de los derechos humanos o los valores occidentales, también tiene un papel importante. Últimamente, ha sido muy obvio en los enfrentamientos entre el mundo occidental con Rusia, por un lado, y con China, por otro. El mundo occidental justifica sus pautas en su validez universal, mientras países como China, por ejemplo, insisten en que estas pautas son sólo valores occidentales.

3) Incluso dentro de las democracias occidentales que pretenden haber reconocido la validez universal de los derechos humanos, sigue siendo polémico en qué consiste

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la realización de la igual libertad con respecto a la convivencia con minorías étnicas, religiosas o inmigrantes.

El objetivo de este artículo consiste en presentar las ideas fundamentales de RORTY, un pensador comprometido, interesante y polémico. Partiendo de su crítica radical de la filosofía tradicional voy a esbozar el marco teórico de su pensamiento y su punto de vista pragmático sobre la democracia. Como él se llama a sí mismo liberal y a su visión utópica de la democracia liberalismo, prestaré atención fundamentalmente al concepto de libertad que él defiende.

La refiexión sobre esto merece la pena, especialmente para los/las que nos dedicamos por razones laborales o por interés intelectual a cuestiones filosóficas, políticas y jurídicas. RORTY demuestra que muchos problemas se resuelven cuando se desconectan las cues-tiones filosóficas de las políticas y judiciales.

II Marco teórico
1. La crítica de la tradición filosófica racionalista

El punto de partida del pensamiento de RORTY es la crítica a la tradición filosófica racionalista. Esta crítica la formuló en su primera obra importante, La filosofía y el espejo de la naturaleza, publicada en 1979. En ella se dirigía a los representantes de la filosofía analítica del momento y a sus íconos clásicos, entre otros, PLATÓN, DESCARTES, LOCKE y KANT2.

Lo que une a estos filósofos a una tradición es su búsqueda de la verdad en general y especialmente sobre la naturaleza humana. Comparten la convicción de que es posible reconocer una verdad universal, una realidad independiente de contextos sociales, históricos o regionales3. Así, estos autores conciben la verdad como universal e inalterable, es decir, como basada en la naturaleza, en la esencia de las cosas y las criaturas. A través de la razón, los seres humanos, siguiendo este argumento, son capaces de descubrir esta verdad. Esta capacidad intelectual es la cualidad universal de los seres racionales y constituye la diferencia esencial entre los seres humanos y las otras criaturas.

Según los representantes de esta tradición, estos conocimientos permiten a los hombres descubrir criterios normativos para organizar la vida social. Esta idea incluye la posibilidad de deducir de la naturaleza un orden idóneo para el mundo social, reconocido por la razón. Este pensamiento es guiado por el deseo de reconciliar todas las contradicciones y

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de encontrar una fórmula válida para cualquier lugar y tiempo. Esto es, justamente, a lo que se refiere el término “necesidad metafísica” en la cita del principio: la búsqueda de la libertad en un estado ideal positivo. La revolución francesa y el marxismo suelen ser los ejemplos más conocidos para demostrar las peores consecuencias a que pueden llevar los paraísos prometidos4.

RORTY opina que hoy en día los argumentos de esta tradición filosófica ya no valen para justificar o defender la democracia, sus instituciones y los valores liberales. Cree que no existe ninguna referencia válida como la naturaleza humana o la razón para convencer a un nazi o a un fanático religioso de que se equivoca al no ver la auténtica verdad. No existen criterios que compartan con un demócrata5. Como consecuencia de la “pluralización” de los valores, creencias, ideologías y estilos de vida, las referencias a una verdad universal o a una razón superior se ha convertido en un argumento dudoso y frágil. E incluso puede justificar la intolerancia o la “patologización” de opiniones o estilos de vida divergentes. Pero RORTY, aunque no le queda ningún argumento con validez universal, no obstante, quiere convencer a la gente de los beneficios de la democracia liberal. Quiere ofrecer una perspectiva nueva que permita la defensa de la democracia sin recurrir a argumentos universalistas, para evitar sus supuestos peligros.

2. El giro lingüístico

La crítica radical de RORTY tiene su origen en el debate sobre “el giro lingüístico”. Es importante tener en cuenta que la base de su crítica no consiste solamente en la observación de la pluralización de los valores. También tiene mucho que ver con un punto de vista teórico en el que el lenguaje es lo central. El término “giro lingüístico” fue acuñado en una publicación suya de 1967, The linguistic turn6. Se llama “giro lingüístico” al cambio de perspectiva refiexiva, a partir del cual los filósofos renunciaron a la esperanza de poder describir la realidad con un lenguaje tan exacto y lógico como la matemática. Sus representantes rechazaron el supuesto del racionalismo que afirma que el lenguaje es una herramienta con la que se puede representar la realidad. La idea central es que toda percepción del mundo y de nosotros mismos se hace a través del lenguaje7.

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Los que comparten este punto de vista conciben el lenguaje como un sistema de símbolos, como una red contingente de las relaciones entre significados. Cada palabra o símbolo remite a un concepto que sólo se puede entender con referencia a otros que están en relación. A través del uso de esa red de frases contingentes se construye la realidad dentro de los contextos sociales.

Por carecer de un criterio fuera de estas redes, las frases solamente pueden ser válidas o no y no en relación con algo fuera del lenguaje8. Que estas frases son contingentes, significa que las descripciones conocidas, creadoras de nuestra realidad, no son como son necesariamente sino que, por el contrario, bajo otras circunstancias sociales, podrían ser distintas. Pero esto tampoco significa que todo se deba a la casualidad. Siempre se pueden encontrar razones o explicaciones. Aunque jamás se encontrará una explicación final que sea independiente de referencias a otras frases supuestamente válidas. Nunca se puede estar seguro de si lo que pensamos es la verdad auténtica, definitiva, para siempre.

3. El (Neo-)Pragmatismo

El confiicto teórico entre la llamada tradición racionalista y los representantes radicales del giro lingüístico parece una controversia de fe sin solución posible. Finalmente es una cuestión de creer o no creer en las premisas de la teoría del conocimiento. Y no es de extrañar que los debates que continúan esta controversia no terminen. A veces nos referimos a este debate como universalismo versus relativismo, otras como esencialismo versus constructivismo y otras veces modernismo versus posmodernismo.

Lo que hace de RORTY un pensador tan interesante es su intento de construir un puente entre estos dos extremos. RORTY sugiere cambiar a un vocabulario pragmatista para hacer desaparecer la controversia. Que su propuesta se refiere a un cambio del vocabulario hace evidente su origen lingüístico. Pero RORTY no quiere renunciar a los contenidos de la tradición racionalista. Sólo busca una descripción nueva para estos contenidos que considera más útil. Por ejemplo, el autor no...

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