Pedro José Pidal: Política, Historia y Derecho (1837-1865)

AutorSantos M. Coronas
Páginas665-733

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Introducción

Cerrado el ciclo de los ilustrados dieciochescos, que propició la búsqueda de la libertad al enfrentar la sociedad con su propio destino (sapere aude), llegó el momento de aplicar las teorías reformistas o revolucionarias venidas del pasado inmediato. el derrumbe del antiguo régimen señorial, corporativo y tutelar abrió la puerta a un mundo más igualitario y libre, a un tiempo nuevo de la política y del derecho, definido por sus notas sociales y constitucionales bajo el signo de la revolución francesa, superior a cuantas se habían conocido en la inmediata percepción de sus contemporáneos. sin embargo, la pérdida del

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mundo conocido dejó cierta añoranza de los siglos pasados por un modo de vida distinto al mercado y capital, bases materiales de una filosofía racionalista que se impuso con la fuerza de la lógica burguesa a la histórica de los pueblos. al tiempo que triunfaba esa revolución, el sentimiento noble por la pérdida de los antiguos valores señoriales, religiosos, populares… halló un nombre poético romántico capaz de caracterizar una época y un siglo.
la primera generación del siglo xix, la que vivió más intensamente la contraposición entre antiguo y nuevo régimen, entre libertad y orden o, en cierta medida, entre historia y razón, hubo de resolver esa antinomia con el espíritu moderado de la restauración europea. en la españa liberal, ese espíritu que venía también de la mejor tradición nacional quedó bien representado por los nombres de tres asturianos ilustres, continuadores de los grandes prohombres del principado del siglo anterior: pedro José pidal (Villaviciosa, 1799-1765), alejandro Mon y Menéndez (oviedo, 1801-1882) y José caveda y nava (Villa-viciosa, 1796-Gijón, 1882). por seguir el ejemplo señero de Jovellanos, que supo aunar historia y razón en la forma natural que dio sentido a su vida de magistrado, al igual que campomanes o pérez Villamil, y por mantener el mensaje liberal de los fautores del doceañismo gaditano, argüelles y toreno, que debieron aprender esa combinación durante el trienio constitucional, esa primera generación de asturianos ilustres del siglo xix comprendió tempranamente que el espíritu moderado de libertad era la clave para superar las luchas y los crímenes de la revolución y de la contrarrevolución. de los tres amigos, pidal, Mon y caveda, cuya vida se entrecruza desde los tiempos literarios y jurídicos universitarios de oviedo hasta los políticos y académicos de Madrid, nació una visión política, financiera y artística marcada por el moderantismo propio de los prohombres de su tierra aunque próximo también al espíritu europeo prove-niente de la antigua libertad inglesa, de la restauración francesa y del historicismo alemán, cuyo influjo global se advierte ante todo en la obra histórico-política de pedro José pidal1.

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Esta obra, bien meditada en sus aspectos humanistas y políticos, vino a cubrir la primera época de la españa liberal nacional al estilo constitucional moderno. en un tiempo de crisis, donde el antiguo régimen y el nuevo liberal luchan por el orden y la libertad, se llegó a la idea fatal de la españa imposible entre exaltados carlistas y progresistas, entre revolucionarios y doctrinarios, divididos a su vez en varios grupos políticos; y fue entonces cuando algunos liberales, educados en la mejor tradición patria, como nuestros asturianos, encarnaron las virtudes del hombre prudente, moderado y sabio que unen política e historia en vivencias propias de estadistas. pedro José pidal, con sus ideas liberales bien arraigadas y su querencia familiar por la tradición, encontró el camino medio entre los extremos nacionales; camino difícil de probidad política y ciencia humanista que hizo de él un hombre respetado en la nación, desde la joven reina al último secuaz partidista. él, que como argüelles se dedicó a la política e hizo de ella «en inspiración de sus convicciones, su profesión», lo hizo con altura de miras y una dignidad moral que emana de sus convicciones religiosas e históricas en un tiempo de crisis social, con ribetes de barbarie, de secularización religiosa impuesta y de vulgarismo patrio que contrasta con la gran cultura europea del siglo xix2.

1. Apunte familiar y universitario

Conviene saber algunos datos biográficos sobre el hombre grande que inspiró la actitud moderada del liberalismo español desde 1838 hasta 1865.
como anotan los libros de bautismo, pedro José, hijo legítimo de José pidal y antonia carniao (castellanizado, carniado; post. carneado) nació y se bautizó el 25 de noviembre de 1799 en la parroquia de Fuentes, concejo de Villaviciosa, principado de asturias. su abuelo, agustín pidal, actuó como padrino de la ceremonia religiosa; no hubo madrina. según los apuntes autobiográficos del mismo autor, escritos medio siglo después y fuente principal de panegiristas y biógrafos coetáneos y posteriores, era de familia hidalga al estilo del país, es decir, de escaso patrimonio. dedicado por sus padres a las letras, en 1814 pasó a estudiar Filosofía en la universidad de oviedo donde se graduó años más tarde como bachiller en leyes. en esta universidad vivió los sucesos revolucionarios de enero de 1820 tomando las armas junto con otros condiscípulos por la causa liberal (Compañía literaria), hasta que se recibió en mayo la noticia del juramento constitucional de Fernando Vii. Vuelto a los estudios forenses sin

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olvidar nunca la política, inició también otros nuevos literarios en el periódico El Aristarco (mayo-noviembre 1821) con una labor difusora de los principios constitucionales que serían un cierto ensayo juvenil de su credo liberal. recibido como abogado en la audiencia de oviedo, en 1822 marchó a la villa y corte con el propósito de ejercer la abogacía en el estudio de José M.ª cambronero3. en Madrid continuó con sus aficiones literarias y políticas redactando por algunos meses, junto con sus paisanos evaristo san Miguel y domingo angulo, el periódico El Espectador de ideología moderada y cuasioficial manteniendo el camino trazado por los pioneros de la libertad doceañista, argüelles y toreno, a cuya sombra empezaron a medrar4. en 1823, al término

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de la segunda experiencia constitucional liberal, pidal hubo de seguir al gobierno en su huida hasta sevilla y cádiz siempre firme en su compromiso por la defensa de la libertad. en cádiz vivió retirado durante la reacción fernandina; pero ya en febrero de 1826 y como bachiller en leyes fue examinado y aprobado por la audiencia de sevilla para ejercer la profesión de abogado en su territorio5; más tarde solicitó la incorporación como abogado de los reales consejos de la corte, y visto por el consejo de castilla, con lo expuesto por el fiscal, expidió el correspondiente título el 17 de junio de 1828 (que luego hubo de presentar en diciembre de 1840 para ser incorporado al colegio de abogados de Madrid con el fin de actuar en los tribunales superiores de la corte)6. un indulto real de 1828 le permitió regresar a asturias, donde previamente tuvo que ajustar cuentas por algunos días con la audiencia de oviedo que le había condenado anteriormente y en ausencia a ocho años de presidio por su participación en la insurrección de 18207.

De nuevo en casa, su carrera ligada a la política liberal parecía quedar truncada. Fueron años de retiro en Fuentes (Villaviciosa), en los que, al modo ilustrado, se hizo erudito en la biblioteca de Francisco caveda solares, heredada y enriquecida por su amigo de siempre, José caveda y nava, con el que compartió su vida posterior académica y política. como él, podría decir que «después de restaurada la monarquía absoluta, sufrí por mucho tiempo una constante persecución»8.

2. Pidal: juez, diputado a cortes y letrado (1833-1843)

La muerte de Fernando Vii († 29 de septiembre de 1833) abrió nueva esperanza en la españa liberal, y pidal, acogiéndose de nuevo al patrocinio del

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conde de toreno, consiguió su primer destino judicial: el 6 de septiembre de 1834 tomó posesión de la alcaldía mayor de la villa y partido de cangas de tineo (actualmente cangas de narcea), de la que fue nombrado el 1 del mismo mes en la clase de interino. con su ingreso en la carrera judicial se suceden los nombramientos: en 23 de abril de 1836 tomó posesión del Juzgado de 1.ª instancia de Villafranca del Bierzo, en clase de interino (nombrado por real orden de 23 de febrero anterior); en 31 de agosto de 1836 empezó a servir el Juzgado de 1.ª instancia de lugo, en la misma clase de interino, como consecuencia de su nombramiento por real orden de 30 de mayo anterior; y, a otro nivel, fue nombrado magistrado de la audiencia de pamplona por real orden de 16 de diciembre de 1837. cerrando esta carrera judicial, pasó a la corte como fiscal togado del tribunal Mayor de cuentas, nombrado por real decreto de 6 de abril de 18389.

En este mismo año la provincia de oviedo (ya no el tradicional principado de asturias desaparecido en 1834 como institución propia del antiguo...

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