El patriotismo constitucional

AutorEusebio Fernández García
Cargo del AutorCatedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid
Páginas79-106

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Hace más o menos seis años o siete los medios de comunicación introdujeron en su vocabulario un nuevo concepto político que a su vez se extraía del ámbito de la política real y, concretamente, de las opciones y declaraciones políticas de los dos grandes partidos estatales en España: el P.P. y el P.S.O.E. El nuevo término acuñado, me refiero al patriotismo constitucional, no era desconocido por los estudiosos atentos a las corrientes de la filosofía política y el Derecho constitucional; sí era nuevo en la información política. Como suele ocurrir con estas situaciones, cada partido político, de los dos citados, hizo una utilización parcial del concepto para poder así adaptarlo a sus123, intereses y, por supuesto, a su programa electoral inmediato y a las luchas cotidianas,

Hoy, ni tan siquiera en las conmemoraciones de los treinta años de la Constitución de 1,978, ya no es tan frecuente encontrar en los medios de comunicación política y en las intervenciones de los políticos referencias al patriotismo constitucional, por lo que alguien podría pensar que se ha tratado de una moda pasajera. Aunque esto fuera lo cierto, y quizá haya que esperar a las próximas Page 80 elecciones generales y a las anunciadas reformas del mapa autonómico para comprobarlo, sería deseable que las reflexiones que en el marco teórico se han hecho en los últimos años sobre el patriotismo constitucional llegaran a cuajar en el tratamiento de los asuntos políticos más agudos y conformaran la tan necesaria cultura política democrática. Algunos asuntos que tienen que ver con una mayor vitalidad del sistema democrático, con su mejor funcionamiento frente a una democracia de masas manipulada y adocenada, con un mayor compromiso e identificación con sus valores por parte de los ciudadanos y con una cultura política de hombres y mujeres libres y responsables, pueden reaparecer en el escenario público, gracias a las discusiones sobre el concepto de patriotismo constitucional.

Sin duda, no es una tarea fácil, porque en España históricamente la referencia al patriotismo se ha utilizado más para enfrentar que para unir. La derecha más conservadora y las ideologías políticas que el franquismo permitió hicieron del patriotismos un término excluyente que, manipulado, sirvió para rechazar como no patriotas a los que no comulgaban con sus ideas. De esta manera, el patriotismo vino a legitimar la división, la persecución de los adversarios políticos y su aniquilación. Sin embargo, los años que han seguido a la transición democrática, tampoco han logrado que cale en los ciudadanos corrientes esa actitud de identificación con los valores de una comunidad política histórica, concreta, como es la España democrática. Por supuesto que sigue vigente el tradicional patriotismo de la derecha española, pero las posturas que dan la apariencia de ser "más patriotas" en nuestro suelo son las que no desean llevar el calificativo español, desde los nacionalismos más radicalizados y claramente secesionistas al patriotismo de las metralletas que sigue utilizando el asesinato terrorista como arma política de exclusión.

Los políticos y los representantes de los partidos políticos deberían utilizar los 30 años de la Constitución de 1978, no solamente para los elogios y celebraciones, que por prudencia y sentido de la decencia deberían ser auténticas y austeras, sino también para hacer una lectura crítica y autocrítica sobre la poca vigencia cotidiana del patriotismo de la Constitución en España. El asunto no atañe solamente a los políticos sino también a los educadores y a los medios de comunicación. Creo sinceramente que ya estamos demasiado atrasados en este tema, pero también tengo ciertas esperanzas al respecto.

El asunto debe tomarse como una auténtica cuestión de Estado, estrechamente unida al futuro de nuestra democracia. El objetivo es claro: lograr que la Constitución de 1978 arranque de los españoles un sentimiento de identificación con los valores de la España democrática. Que el texto de la Constitución pueda ser intercambiado por los valores reales de la comunidad política. Comunidad política que necesariamente debe ser plural, integradora y no excluyente. Siempre abierta a una discusión, a la que solo se ha dejado de invitar a los violentos. Page 81

Siempre existirá una importante cesura entre la grandeza de la Constitución y las miserias de la política cotidiana. Pero este fenómeno, lejos de ser un factor que invalide el texto constitucional por falta de pragmatismo, es más un elemento a valorar positivamente porque hace de la Constitución un texto, contundente en lo fundamental y flexible en lo contingente, que ha de funcionar como ideal normativo.

Cuando se me asignó el título de esta intervención me sentí satisfecho y agradecido, puesto que me permite hablar de un sentimiento que aprecio mucho, el patriotismo, y de una particular identificación, tanto teórica como práctica, con nuestro texto constitucional.

Antes de analizar la expresión "patriotismo constitucional" es preciso subrayar que se trata de un tipo de patriotismo, el sustantivo, al que se le adhiere el calificativo de constitucional, como se podría añadir el de étnico o racial. Aunque ese calificativo "constitucional" condiciona extremadamente el tipo de patriotismo como lealtad a la Constitución y a los derechos integrados en ella y a sus instituciones, conviene no pasar por alto que se trata de una actitud de patriotismo y, por tanto, no está de más intentar explicar qué se entiende por él.

Entre las distintas maneras de definir el patriotismo se incluyen referencias a un sentimiento de adhesión o identificación, a una actitud emotiva difícil de explicar con precisión o a una virtud cívica o política. También hay quien considera que el patriotismo es un deber moral. El objetivo de esa identificación o adhesión es la patria, marco bastante difícil de delimitar y que con la ayuda de Cicerón, Horacio o Quintiliano podríamos definir como la tierra de los padres 124. Con esta aproximación hemos alcanzado muy vagamente nuestro objetivo, pero poco más podríamos hacer al respecto.

Los rasgos que mejor caracterizan el patriotismo son los de un sentimiento muy especial, los de una virtud moral o cívica que da sentido a nuestra pertenencia a una comunidad determinada, que no puede ser otra cosa que un resultado histórico y una opción cultural y política. Se trataría de un ideal cívico que sirve para vincularnos estrechamente con unas tradiciones, una lengua y unas instituciones comunes. Necesariamente, el patriotismo sirve para unir a unos y para excluir a otros ya que, aunque nuestro horizonte vital sea un ideal moral cosmopolita, de entrada siempre pertenecemos a alguna parte. Es decir, a alguna patria.

Como ha señalado José Luis González Quirós: "El patriotismo se manifiesta inicialmente como amor a la patria, como un sentimiento de unión y Page 82 afecto hacia los que son compatriotas y como una razón para sentir honor y orgullo por pertenecer a ella"125.

Siempre cabe la pregunta de si el patriotismo es un sentimiento espontáneo o natural o se trata de un mecanismo cultural o moral. Quizá existan elementos de los dos tipos. El patriotismo es, por tanto, una forma muy especial de asegurarse un sentimiento de pertenencia y tiende a la derivación, a partir de él, de una serie de deberes y obligaciones de lealtad. Actualmente uno de los movimientos más importantes en filosofía política, el republicanismo, hace especial hincapié en la idea de que el patriotismo es la respuesta del ciudadano a la pertenencia a la patria de la libertad. Eso no solamente nos permite seleccionar con qué forma y lugar de convivencia política establecemos lazos especiales, sino que, al mismo tiempo, es fuente de obligaciones de fidelidad. Así, según uno de sus representantes, Mauricio Viroli, "La respuesta que los pensadores republicanos han dado a esta pregunta es bien conocida: Tenemos una obligación moral con nuestro país porque estamos en deuda con él. Le debemos nuestra vida, nuestra educación, nuestra lengua, y, en los casos más afortunados, nuestra libertad"126.

La síntesis de ese sentimiento y actitud teórica y práctica en relación con la Constitución ha sido para mí un anuncio, bastante anterior en el tiempo, de lo que en los últimos años he aprendido de los teóricos del patriotismo constitucional.

Como es bien conocido, y más tarde a ello me voy a referir, el término patriotismo constitucional fue acuñado por el teórico político alemán Dolf Sternberger y su difusión ha contado con el interés del filósofo Jürgen Habermas.

También es conveniente añadir que este término ha sentido, según se ha apuntado anteriormente, el refuerzo de una de las corrientes más importantes de la filosofía política contemporánea: el republicanismo y se ha beneficiado de sus análisis y reflexiones.

El concepto de libertad como no opresión y la insistencia en la importancia que tienen los vínculos establecidos entre los ciudadanos y la comunidad política a la que pertenecen, son los pilares del republicanismo y los aliados Page 83 naturales del patriotismo constitucional. Pero, en contra de lo que con frecuencia se mantiene127, no creo imprescindible asumir la tradición filosófica y política republicana para defender las ideas de patriotismo constitucional128. Yo al menos lo voy a hacer desde planteamientos más vinculados con la tradición liberal-democrática.

El patriotismo constitucional expresa una clara adhesión con los valores de una constitución democrática; no con cualquier patria, sino con la constitucional. Es...

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