Patología del poder: el estafador

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Durante mucho tiempo se unió el delito a un personaje desviado social y patológico integrante, en gran medida, de grupos marginales y dotado de escasos recursos socio-económicos. Imagen que rompió Sutherland al describir en 1935 al delincuente de cuello blanco, persona de alto nivel socio-económico en el desarrollo de la actividad profesional que no reducen su alta peligrosidad enmascarando por la honorabilidad, el prestigio y el poder, aspectos que favorecen la ambigüedad de la conducta delicuencial (García Pablos). En extra-ña relación con la ludopatía o juego patológico, en busca del éxito inmediato, inteligencia de buen nivel; más dados a la acción que a la abstracción; de buenas maneras; frialdad y escasa resonancia emocional; sexualidad vicariante, inhibiendo los sentimientos de culpa que permite la liberación de su agresividad en forma de astucia y elegantes formas; insa-

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ciable, con perfección permanente de sus asaltos económicos, siempre distanciados de las víctimas, y es que la rivalidad con el padre no está superada y le llevan a arrebatarle lo que le es propio, el oro. Es Zeus que en forma de lluvia de oro fecunda a Danae con la que tiene un hijo Perseo.

El lucro les va a generar un círculo vicioso constante. La ética del éxito peligrosamente contagia al competidor, alejando el enfrentamiento directo, proporcionando su impunidad en un entorno consentidor y corrupto, lo que supone que la sensación de peligrosidad y alarma es menor que en un atraco aunque el daño sea mayor. El éxito se mide por el dinero.

La satisfacción es...

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