El registro paleontológico: cultura o naturaleza. consonancias y disonancias normativas

AutorMaría Jesús Montoro Chiner; Jordi Martinell Callicó
CargoCatedrática de Derecho Administrativo UB; Catedrático de Paleontología UB
Páginas148-183

Los autores agradecen a la Dra. ROSA DOMENECH su colaboración en las tareas de revisión de este texto.

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I Introducción. los fósiles como elementos de interés científico y como elementos de interés social

No debe sorprender al lector de estas líneas que, en los tiempos de las tecnologías de la información y de la comunicación, dos profesores Page 149 universitarios, de áreas de conocimiento distintas, Derecho administrativo y Paleontología, decidan dedicar una reflexión a temas tan antiguos, aunque siempre recurrentes, como son los conceptos de paleontología, hallazgos paleontológicos, o restos con valor paleontológico y a la posibilidad de preservar los elementos de esta naturaleza a través de las técnicas jurídicas al alcance de cada momento. La razón de lo anterior estriba en que pocos temas ponen de relieve, como el que nos va a ocupar, las disfunciones conceptuales que sufre la regulación de una materia cuando los legisladores, impulsados por legistas, en ocasiones, de gran capacidad de investigación y formación especializada cada uno en su campo, pero que no contrastan sus conocimientos con los de otras disciplinas afines, proponen innovaciones legislativas o modificaciones en diversos sectores de regulación. Por poner tan sólo unos ejemplos, basta referirse a la diferencia conceptual existente en las materias anunciadas contenidas en el ámbito de la legislación del patrimonio histórico-artístico y el de la protección de la naturaleza, del urbanismo, del paisaje o del turismo.

La paleontología ofrece la interesante doble vertiente de campo de investigación científica y temática de interés público. Por una parte, es una ciencia bien establecida, con gran tradición en numerosísimos centros de investigación en todo el mundo. Por otra, la vida del pasado despierta la curiosidad general, y es la paleontología la que descubre, analiza e interpreta sus evidencias en el registro geológico. A través de los museos y, más recientemente, gracias a los medios de comunicación, es una ciencia que se ha mantenido cercana al público, aunque sea sólo por aspectos puntuales.

Los paleontólogos recolectan los fósiles en los yacimientos paleontológicos y los utilizan como material básico de trabajo. Su estudio se lleva a cabo en universidades, museos, centros de investigación y laboratorios de la industria (sobre todo, en el ámbito de la explotación de recursos energéticos no renovables). Por ello, son objetos naturales sobre los que se construye un discurso científico.

Por otra parte, en los últimos años, el interés por los fósiles se ha incrementado debido a su aportación al análisis de procesos como el cambio climático ya que a través de ellos se desentraña la respuesta de la Tierra ante situaciones similares del pasado. La inquietud Page 150 que tal proceso suscita en la sociedad justificaría un aumento de la consideración hacia el registro fósil y a un mayor interés en clarificar su tratamiento legislativo.

La interpretación del patrimonio natural se empezó a desarrollar en los Estados Unidos a finales del siglo XIX, después de la creación de los primeros parques naturales. Sin embargo, sus bases metodológicas no fueron establecidas hasta mucho más adelante1. El Reino Unido es el país de la Unión Europea donde esta disciplina está más implantada. En otros países, la interpretación del patrimonio natural está adquiriendo un papel significativo gracias al desarrollo de la educación ambiental y a las propuestas de la actual museología, con nuevos planteamientos, como pueden ser los ecomuseos, sin olvidar la mejora de la red de espacios naturales protegidos, la preocupación y sensibilización para mostrar el patrimonio natural y el interés cada vez más generalizado del turismo cultural y ecológico. Actividad ésta última que, en sus rasgos esenciales se desarrolla sobre el espacio rural, y recibe denominaciones como ecoturismo, turismo verde, turismo de la naturaleza, turismo alternativo, turismo blando o turismo de bajo impacto ambiental2. Ahora, incluso podríamos añadir la terminología de turismo sostenible. Sin embargo, junto a estos términos, aparecen otros como el de turismo de interior, turismo cultural, e incluso turismo deportivo y de aventura. Detengámonos en el turismo cultural, ya que se trata de un concepto que abarca toda modalidad de turismo, bien sea urbano, interior, rural, etc. cuya finalidad es el impulso y la oferta de recursos artísticos, arquitectónicos, étnicos y, por supuesto, históricos. En realidad, el turismo cultural se diferencia de las formas anteriores, especialmente del denominado ecoturismo o turismo verde, ya que en estos últimos prima la conexión con la naturaleza y, por lo tanto, la búsqueda del disfrute de espacios naturales.

Todos estos factores, que denotan el aumento del interés y de la demanda del público visitante, con mayor frecuencia van acompañados de la búsqueda de espacios donde los valores patrimoniales se asocian a valores didácticos y recreativos. La persona requiere llenar Page 151 su tiempo de ocio con una confluencia de conocimiento del medio, de la cultura, y a la vez, de la práctica del turismo. Por tanto, no se trata sólo de mostrar al visitante el paisaje típico, si no de atraerlo e implicarlo en la interpretación del patrimonio cultural y del patrimonio natural.

La identificación de los parámetros concretos a resaltar y el uso de mecanismos atractivos para presentar su interpretación, constituye la metodología básica para obtener un máximo rendimiento en el uso social y cultural del patrimonio natural (y también del patrimonio cultural). A partir de ahí, se pueden diseñar museos, aulas de naturaleza, centros de interpretación, talleres, rutas señalizadas, rutas guiadas y hasta parques temáticos, siempre bajo los parámetros del público esperado o deseado y de los recursos disponibles.

El motivo de emprender esta revisión reside en el hecho de que, cada vez con más frecuencia, los poderes públicos promueven actividades de índole turística no separadas de la nueva corriente urbanística dirigida a la protección del medio rural, dicho sea en otros términos, el llamado turismo rural, mediante la ocupación de casas rurales que, en cierto modo, puede ser optimizado en el caso de ofrecer al visitante una nueva variante de lo que el paisaje y la geografía ponen a su disposición, además, por supuesto, de lo que puede llamarse el puro goce de la naturaleza.

Hemos asistido a la destrucción del litoral, de las costas, de las playas, incluso de los humedales y, ciertamente, la naturaleza no se puede permitir que en un futuro próximo la euforia por lo rural nos lleve a una lenta depredación de lo que va quedando intacto. Ello unido a que siempre es más productivo para la sociedad hacerle ver que existen otros valores en la composición del paisaje, aunque aparentemente no sean perceptibles, porque son parte integrante del mismo puesto que lo han conformado desde millones de años.

Algunos poderes públicos, e incluso entidades privadas, han descubierto las ventajas de promover este tipo de turismo, pero queda camino por recorrer antes de que el hábito del turismo de la naturaleza esté tan enraizado como el del turismo cultural (cuando hablamos de éste, lo entendemos referido a catedrales, arte, música, etc., es decir, producción humana). Entre otras ventajas, una gestión correcta Page 152 del patrimonio natural contribuye a la activación económica de regiones sin muchos otros recursos productivos; a la generación de puestos de trabajo directos e indirectos, y a una protección más eficaz de entornos naturales frágiles.

Para enfocar de manera adecuada el llamado turismo de la naturaleza, considerando sus tres ámbitos (zoológico, botánico y geológico) independientemente o en su conjunto, y separándolo del llamado turismo cultural, debe de reconocerse que hay que diferenciar ambos sectores. En el momento en que se quiere emplear un método didáctico para distraer enseñando, hay que distinguir hasta donde llega lo natural y donde comienza lo cultural. Sin embargo, debe reconocerse que el punto de limitación no es fácil de trazar.

El registro fósil y la paleontología constituyen un buen ejemplo de las demandas nuevas hacia el llamado en diversas formas ecoturismo o turismo de la naturaleza. A parte de su interés científico, los seres del pasado, representados por los fósiles, despiertan una curiosidad enorme entre el público, y por ello conforman un interesante elemento de explotación racional de un recurso natural. Es obvio, póngase por caso, que los fósiles de dinosaurios son un innegable reclamo turístico, ya que se trata de seres del pasado capaces de despertar la imaginación de todos, niños y mayores. Sin embargo, muchos otros fósiles pueden ser un buen recurso con sólo...

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