«Pablo... autista» Experiencias de una madre y su hijo con retraso mental y autismo

AutorMª Isabel Maldonado Ramos
Páginas193-195

El mundo de la discapacidad está presente en la mayoría de nosotros. Todos tenemos contactos, de alguna manera, con personas o situaciones de discapacidad. Sin embargo, lo que no es tan frecuente es el conocimiento de la discapacidad desde dentro. Qué sienten, qué piensan, cómo se acepta la propia discapacidad o la de los familiares directos, especialmente en el caso de los hijos.

La colección «Con nombres propios» de la Fundación Verbum, en la que está editada

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Pablo... Autista

nos adentra en este mundo tan impresionante, en todos lo sentidos, como desconocido.

En este caso es su madre, Carmen Ródenas de la Rocha, la que nos narra su experiencia sobre el autismo. El libro está subtitulado así: Experiencias de una madre y su hijo con retraso mental y autismo.

Ya en el prólogo nos indica que va a escribir como madre. Sin embargo a lo largo del relato se ve que no puede olvidar su condición de profesional. Ella y su marido son profesionales de la discapacidad. Su marido ha sido director de centros de atención a personas con grave discapacidad y Carmen llevaba un gabinete de psicología infantil, ya antes de que naciera su único hijo, Pablo.

Comienza la autora su relato desde el momento del nacimiento. Nacimiento difícil por no estar presente el padre, debido a que se adelantó el parto, y por necesitar ingresar al recién nacido en la incubadora.

A partir de este momento la vida de Carmen se empezó a complicar.

El descubrimiento del retraso de Pablo. El comienzo de la estimulación temprana con una fisioterapia beneficiosa físicamente pero demoledora psicológicamente para el niño. La mezcla de sentimientos y actitudes de la autora como madre y como profesional. ¿«Creo que un padre lo que debe pretender ante todo es ser padre. Aprender a serlo de este tipo de niños. Pero meterse a ser el fisioterapeuta de tu hijo o a ser su maestro porque a estos niños hay que enseñarles...no es lo que tu hijo necesita de tí. Sino que sencillamente seas su padre. Y tú simplemente necesitas eso, ser padre»¿. El distanciamiento de sus amistades. La renuncia a su trabajo profesional. Las diferencias con su marido, Quique, en cuanto al tratamiento con su hijo. La realidad durísima del autismo de Pablo, de los dos a los cinco años, que le impide incluso expresar los sentimientos, sonreír, abrazar a su madre, dejarse tocar, compartir el juego. Más adelante apareció la hiperquinesia, el movimiento constante.

Después siguió una época que la autora denomina de relación simbiótica auténtica entre la madre y el hijo. «Si ya no solo vives en tu sufrimiento, sino que sientes en tí a cuantos sufren, si vas dando la mano a otras criaturas para que vayan venciendo su propio dolor, te sientes llena».

A partir de los cinco años empezó un cambio. El afecto llegaba a Pablo y éste empezó a sonreir. «Pablo corrió a mí, me miro a los ojos y me sonrió». Empezaba a haber comunicación entre ambos.

Todo ello está tratado sin acritud ni resentimiento. Simplemente expone los hechos y las soluciones que ella va adoptando para afrontar la realidad. El libro se puede considerar como un auténtico tratado de psicología práctica. «Deja de pensar en lo que podría ser y mira a sus ojos; si no perderás al precioso hijo que tienes».

El recelo que puede tener el lector al comenzar el libro de encontrarse con una realidad dura, dramática y de sufrimiento, se desvanece en las primeras páginas por la falta de dramatismo, de resentimiento o de pesimismo. No obstante, conforme se va leyendo el relato te vas dado cuenta, aunque de manera amable, de que esa realidad es así, dura y dolorosa. Poco a poco se va sintiendo a Pablo como algo propio. Te ilusionas con sus logros y te intentas meter en su mundo.

A raíz de su ingreso en un centro especial para niños con autismo la cosa empieza a cambiar. En esta época se pregunta la madre ¿Podría ser capaz de amarme?.

Pablo comienza a relacionarse. A descubrir a las personas. Llegan nuevos cambios para la familia, de trabajo, de residencia. Todo ello influye en Pablo. Un nuevo centro nefasto. Cambio de colegio. Vuelta a Madrid. La difícil relación del matrimonio entre sí. La

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soledad. Pero también el despertar, poco a poco, de Pablo a un cierto interés por el mundo de fuera. La reunificación familiar, con renuncia, por parte del padre, a un trabajo mejor. El difícil paso a la adolescencia. La aparición de la depresión.

Existe tal compenetración entre madre e hijo que incluso un capítulo lo escribe el propio Pablo. Y su pensamiento, así reflejado, es de optimismo y alegría. «Realmente, soy un niño afortunado al tener tanta gente que me ayuda».

El libro quiere ser no solo un relato de la vida de Pablo y su familia sino también servir de ayuda a otras familias. Por eso la autora dedica un capítulo a los factores estresantes, que agrupa en dos bloques: la dependencia de un adulto y el futuro de los hijos. Este último está totalmente ligado a la integración, a la que dedica otro capítulo.

A todos estos factores, Carmen intenta dar una visión positiva y una solución para otros padres siempre desde su propia experiencia como madre. «Me gustaría animar a los padres a que confíen en sus hijos y crean en ellos. No cerréis puertas a priori, intentarlo. Solo conseguiréis felicidad por el éxito o por el intento».

Llega a determinar que la dependencia de un adulto puede ser el factor diferenciador entre los distintos tipos de deficiencia. Este grado de dependencia es el que mayormente diferencia entre sí a las familias con hijos deficientes. Pero es el tema más estresante para todo padre con hijo deficiente es el futuro. «Es la auténtica razón de nuestro dolor».

En este punto, la autora invoca a los padres como primeros responsables, a los medios de comunicación, a la Administración y a toda la sociedad, a que rompamos la marginación, la barrera psicológica que crea incomunicación, a que se conozca la realidad de este colectivo social con necesidades tan específicas. El futuro de los hijos depende de los cambios de actitud en nuestra sociedad. Anima a los padres a fabricar juntos el futuro de sus hijos y a que juntos atraigan a la sociedad a esta realidad.

Sobre la integración, Carmen confiesa que es el tema sobre el que más le cuesta escribir y el que más tensión le produce. «De ella depende el futuro de nuestros hijos y es el quid de todo. La integración es muy dura. Se pide todo el esfuerzo al deficiente. Es él el que tiene que integrarse en nuestro mundo. Pero... ¿Y nosotros en el suyo? ¿Ampliamos nuestra realidad para que ellos tengan cabida?».

A la persona deficiente mental se la margina por la carencia de dos valores hipervalorizados hoy en día: la falta de inteligencia y la falta de belleza física. El ser humano es mucho más: emociones, sentimientos, intereses, necesidades....

La escala de valores de una persona deficiente está en el ser, en el mundo de los sentimientos. En cambio para una persona normal lo más importante es tener, el materialismo. Es difícil acercar y unir esos dos mundos.

Termina el libro con una serie de relatos de familiares y personas cercanas a Pablo.

¿ Su abuela materna: Tengo 11 nietos. Si tuviese que elegir sólo a uno, me quedaría con Pablo.

¿ La tía María: La emoción mayor que me inspira Pablo, es ternura.

¿ El primo Luis, de 12 años: Pablo me cae bien, como un amigo más, pero de forma diferente.

¿ El primo Sergio, de 16 años: Nadie me ha hecho reflexionar tanto sobre las cosas importantes de la vida como Pablo.

¿ El tío Miguel: Renuncian a sus propias vidas para dedicar su vida a su amor: su hijo.

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¿ La madrina: Pablo, me has enseñado a querer y a valorar a tus padres. Tus padres han sido los grandes protagonistas de tu vida, pero también de la mía.

¿ La amiga Nuria: Pablo es muy importante en mi vida. Es uno de mis mejores amigos.

Y por último, el testimonio de su padre, Quique, que termina con las siguientes y emotivas palabras: «Tengo que reconocer que aprendí a vivir con Pablo y a disfrutar con él en todos los entornos donde es posible, gracias al enorme esfuerzo, dedicación y renuncia de su madre, Carmelilla».

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