YÑIGUEZ OVANDO, Rocío: Ramón Carande: Un siglo de vida

AutorManuel J. Peláez
Páginas906-911

    YÑIGUEZ OVANDO, Rocío: Ramón Carande: un siglo de vida, Fundación Universitaria Española, Madrid, 2002, 174 pp.

Page 906

El presente libro recoge la tesis doctoral de la autora, profesora del departamento de Teoría Económica y Economía Política de la Universidad de Sevilla, que defendió dicha memoria en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Hispalense en febrero de 2001. Lo que se publica son los aspectos biográficos e historiográficos de Ramón Manuel Carande Thobar (1887-1986), y a buena fe que la autora se ha mostrado certera en el logro de su propósito. El hilo conductor de buena parte de la tesis son obras del propio Carande, de carácter autobiográfico, Una escolaridad con vacaciones y cuatro maestros (1977), Personas, libros y lugares (1982), Galería de raros (1983), Recuerdos de mi infancia (1987) y Galería de amigos (1989).

Para el Anuario de Historia del Derecho Español la figura de Carande es la de un personaje significadísimo, vinculado a los orígenes mismos de la publicación en la que aparecieron en los años veinte algunas publicaciones suyas, que no son precisamente las de mayor relieve. A partir de 1928, no obstante, da la impresión de que la figura de Carande se esfuma de la revista y comienza a prodigarse en otras sedes. Todo ello debe de vincularse sin duda a un omnipotente Claudio Sánchez Albornoz y Menduiña (1893- 1984), que mandaba más de la cuenta. Cuando fallece Laureano Díez-Canseco Berjón el 30 (según otras fuentes el día 3) de marzo de 1930 (había nacido en León en 1862), su discípulo amado el catedrático de Filosofía del Derecho y de Elementos de Derecho Natural Blas Ramos Sobrino (1891-1955), que lo fue de las Universidades de Sevilla, Valencia, Granada y Valladolid, y no precisamente por este orden, escribió una necrológica de su bien considerado maestro, llena de todo tipo de comentarios y valoraciones muy positivas, y eso piénsese que ideológicamente Ramos, en sus inicios iusnaturalista, había comenzado a abrazar el materialismo histórico y el marxismo sin plantearse grandes inconvenientes. De hecho falleció en el exilio en París y en sus últimos escritos radicalizó sus posturas. La redacción del Anuario rechazó la publicación de la necrológica de Díez-Canseco escrita por Ramos, que permaneció inédita, hasta que una vez muerto Ramos, su amigo, el poeta y catedrático Jorge Guillén la publicó en un folleto a sus expensas en Málaga en 1967. Treinta y siete años después de haber sido escrita. El Anuario no ha tributado todavía su reconocimiento a su primer director, cuando lo ha prodigado luego a otros que lo fueron después. Ello no es óbice a que se reconozca que todos los que desempeñaron esa tarea al frente de la publicación, y no debe ocultarse esa verdad, científicamente en su producción histórico-jurídica e incluso de metodología y teoría del derecho no se pueden comparar a Díez-Canseco, que fue un hombre de su tiempo. Sánchez-Albornoz, Alfonso García-Gallo, F. Tomás y Valiente y José Antonio Escudero han sido -y sigue siendo este último- primerísimas espadas de la de Historia de las Instituciones y/o de la Historia del Derecho. Díez-Canseco no fue nunca ni primerísima, ni primera, ni segunda espada. Fue como Pedro II de Cataluña, el "del puñalito". Era, no obstante, inteligente, ingenioso que es cosa distinta y con fama de buena persona. A través del propio Anuario ["Sánchez Albornoz en la cuna del Anuario", LIX (1989), pp. 763- 775] nos enteramos de que la colaboración al homenaje a Sánchez-Albornoz, que debía aparecer en los Cuadernos de Historia de España, que redactó Carande en 1963, no le fue publicada, ya que en la misma hablaba más de Canseco que de Albornoz. Después, a iniciativa de Tomás y Valiente, la ha publicado el Anuario, con una explicación, con el permiso de su hijo. No deduzco de toda esta serie de coincidencias nada de particular.

Rocío Yñiguez no menciona en su tesis la "Evocación de Carande", que aparece en el Anuario, LVII (1987), pp. 1099-1103, a cargo de Tomás y Valiente, que luego se recoge Page 907 en sus Obras Completas, editadas por el Centro de Estudios Constitucionales y que con tanto celo ha cuidado su discípula Marta Lorente Sariñena. Ha hecho bien Yñiguez en no referirse al artículo de Francisco Tomás. Debía de estar muy entretenido, mejor dicho ocupado, cuando lo escribió, pues aparece el afamado Presidente del Tribunal Constitucional poco informado historiográficamente y escribe una evocación no carente de dislates geográficos y cronológicos. Escribe, por ej., Tomás que "en 1916 gana [Carande] la Cátedra de economía y Hacienda en Sevilla" (p. 1100). Ya de buen principio no sé por qué razón se tiene que poner economía con minúscula, referida a la Economía Política y Hacienda con mayúscula, pero eso es una quaestio minor y de minimis non curat praetor. La realidad fue bien diferente. La cátedra que consiguió Carande mediante oposición fue la de...

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