Órdenes y corporaciones nobiliarias en España. Nacimiento evolución y presente

AutorManuel Fuertes de Gilbert Rojo
Cargo del AutorBarón de Gavín
Páginas231-256

Basado en el libro del autor La Nobleza Corporativa en España: nueve siglos de entidades nobiliarias, Ediciones Hidalguía y UNED, Madrid 2007 y de su ponencia "El Patrimonio premial y caballeresco del Reino de España", presentada al Convengo Internazionale Storia, funzione, valori e attualitá degli Ordini Cavalleres-chi e di Merito: i sistemi premiali nel Mondo e nell'Italia preunitaria sino al moderno Statu federalista, en Agrigento (Sicilia) en noviembre de 2007, y publicada en las Actas de dicha reunión por la Internacional Commisión for Orders of Chivalry (ICOC), con el patrocinio de la Asamblea Regional Siciliana.

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1. Ordenes caballerescas religioso-militares

El fenómeno asociativo nobiliario ha sido y continúa siendo especialmente rico en España, frente a lo que sucede en las otras naciones de nuestro entorno cultural e histórico. El Registro vigente de la International Commission for Orders of Chivalry, recoge ya en España una quincena de Corporaciones Caballerescas, sin contar las 4 Ordenes Militares Españolas de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa. En los restantes países europeos el número de entidades nobles citadas es mucho menor, con la excepción de Italia, que, según el citado Registro internacional, presenta ocho corporaciones nobles, de las cuales la mitad pertenecen al antiguo reino napolitano, sin duda por la intensa influencia aragonesa y española.

Las manifestaciones asociativas del estamento nobiliario tuvieron lugar en España a partir de la Edad Media y con una doble manifestación: de un lado las Ordenes Caballerescas religioso-militares y ceremoniales, internacionales con presencia en España o específicamente españolas, y de otro las numerosas Cofradías y Hermandades nobles que se Page 232 distribuyeron por toda la geografía peninsular1. Ambas categorías, Órdenes y Cofradías, tenían estructuras institucionales corporativas, fundamentación nobiliaria y de afirmación estamental y carácter confraternal, si bien las Órdenes de Caballería religioso-militares, internacionales o españolas, añadían unos elementos verdaderamente caballerescos, místico-religiosos y de defensa de la fe y de la Iglesia y, generalmente, la exclusiva jurisdicción pontificia que determinaban las bulas papales de su creación.

Fue en el Estado Moderno, tras los Reyes Católicos, cuando se tipificó y consolidó una verdadera Nobleza Corporativa; no a través de las Ordenes Militares o de las simples Cofradías religiosas medievales, sino de Corporaciones, Cuerpos y Hermandades nobiliarias con una precisa regulación normativa de sus pruebas de acceso y de sus ceremoniales emblemáticos y de ostentación social y también con un claro impulso y amparo de la Corona.

El siglo XIX, un largo y convulso periodo constitucional español, no supuso, como se ha afirmado tantas veces, la desaparición del estamento nobiliario, aunque sí su transformación al alterarse sus bases sociológicas y económicas y al suprimirse su estatus privilegiado fiscal y jurisdiccional. La nobleza siguió viva tanto en los Títulos del Reino como en las Ordenes Militares y en las Maestranzas, Cuerpos y Cofradías Nobiliarias, aunque no ya como orden o estamento singular sino como especial manifestación del derecho premial y nobiliario y de las tradiciones históricas de la sociedad española. En el siglo XX incluso la creatividad o adaptabilidad nobiliaria ha dado lugar a la aparición de nuevas y legítimas entidades nobles.

Los miembros de estas Órdenes y Corporaciones nobles integran lo que se denominaría "Nobleza Corporativa", una categoría factual, con un carácter intermedio entre la Baja Nobleza y la Nobleza Alta o Titulada. Formar parte de la Nobleza Corporativa no atribuye a sus miembros una condición jurídica, un estatus o unos privilegios muy diferentes de los de la Nobleza en general, salvo los jurisdiccionales hasta el siglo XIX y aún éstos no en todas las Corporaciones. Sin embargo esta categoría sí determinó, y determina aún, para sus individuos una apreciación y estima social distinta, que no llega a la de los Títulos del Reino pero que sí excede de la de la Baja Nobleza. Puede afirmarse incluso que si la Baja Nobleza tiene en la actualidad algún tipo de reconocimiento y sustancia jurídica es precisamente a través de las Órdenes de Caballería y de las Asociaciones y Cuerpos nobiliarios.

Haremos una referencia a las 4 Ordenes Militares Españolas, una breve cita de las Ordenes Internacionales vigentes o no y con presencia en España desde la Edad Media, una mención a las Ordenes Caballerescas medievales extinguidas, todo ello sin menciones bibliográficas que son extensísimas y bien conocidas y una relación de los Cuerpos y Cofradías nobles que completan el panorama español del asociacionismo nobiliario a comienzos del siglo XXI. No daremos noticia de la Orden Constantiniana de San Jorge, Page 233 presente en España a través del Maestrazgo de S.A.R.el Infante D.Carlos de Borbón Dos-Sicilias y cada vez más activa, aunque está oficialmente recogida entre las corporaciones nobles cuyos distintivos pueden ostentarse en el uniforme militar. Serán mencionadas también, para el simple recuerdo de su nombre, algunas Ordenes Caballerescas o Cofradías nobles que tuvieron vigencia en los siglos pasados.

* Las 4 ordenes militares españolas

Al igual que en el Reino Latino de Jerusalén, a lo largo del siglo XII nacieron en los reinos españoles2 las Ordenes de Calatrava, Santiago y Alcántara, seguidas por otras como la de la Merced, San Jorge de Alfama o Montesa, con el mismo carácter religioso y militar y con la determinante influencia en sus Reglas y Definiciones de las propias monásticas de San Agustín, San Basilio o San Benito 3.

En estas Órdenes españolas, al igual que en otras varias ya extinguidas que luego citaremos, había un verdadero espíritu y "substrato cruzado", que era de naturaleza, origen y fines diversos de los que hasta entonces habían inspirado la reconquista a los árabes de la Península Ibérica. De hecho las gracias espirituales y redentoras características de las Cruzadas se habían otorgado ya por Alejandro II en 1064 a quienes fueron a la conquista de la plaza aragonesa de Barbastro.

La Orden de Calatrava: Es la primera de las Órdenes militares-religiosas españolas en el tiempo. Fue fundada como orden territorial-nacional de defensa, combate y repoblación en 1.158 al devolver los Templarios al Rey Sancho III la estratégica plaza de Calatrava, esencial en la defensa de las rutas a Toledo y Andalucía. El Rey la prometió a quien Page 234 asumiera el compromiso de su mantenimiento y defensa y, así, la entregó al Abad cisterciense San Raimundo de Fitero, bien experimentado en el mando militar de los ejércitos, y a los monjes y caballeros que lo acompañan. La confirmación papal fue por Bula de Alejandro III expedida en Siena el 25 de Septiembre de 1164. En 1187 se obtuvo del Papa Gregorio VIII la plena incorporación a la Orden Cisterciense y al Abad de Morimond.

La Orden de Santiago: Poco después que Calatrava se fundó la Orden de Santiago, en Agosto de 1.170, bajo patrocinio de Fernando II de León. La Orden recibió la confirmación de Alejandro III por Bula de 5 de Julio de 1175. Además de defender las fronteras de Extremadura, la Orden tuvo también una función protectora de los peregrinos del Camino Jacobeo y otras asistenciales en sus hospitales de peregrinos y leprosos. Santiago no siguió el modelo benedictino-cisterciense. Tenía un sentido más laico y se inspiró en la tradición agustiniana.

La Orden de Alcántara, con un primer asiento en el convento del Pereiro, cerca de Ciudad Rodrigo, se fundó por Fernando II poco después que la Orden de Santiago. Su regla fue cisterciense y la confirmación inicial del Papa Alejandro III en 1176. En 1218 recibió de la Orden de Calatrava la villa de Alcántara, siendo hecha su reconfirmación por Bula de Gregorio IX de 13 de Mayo de 1238.

La Orden de Montesa, siempre vinculada a la Corona de Aragón, es muy posterior a las anteriores. Se fundó a instancia de Jaime II de Aragón y en gran medida como consecuencia del proceso de distribución de los bienes y encomiendas de la recién disuelta Orden del Temple. En 1317 la Bula de Juan XXII Ad fructus uberis autorizó la fundación Orden con los bienes que poseían en el Reino de Valencia las Ordenes Templarias y Hospitalaria de San Juan, completándose el proyecto en 1319 cuando la nueva Orden se inauguró por el Rey, que le dio como sede el Castillo y Villa de Montesa.

La nueva Orden, especialmente relacionada siempre con Calatrava, en 1400 y en virtud de la Bula Ad ea libenter intendimus de Benedicto XIII y de la decisión del Rey de Aragón Martín el Humano, se unió a la antigua Orden de San Jorge de Alfama, nacida en 1201.

A fines del siglo XV, terminada la Reconquista Española, se iniciaron los ejércitos profesionales y perdió sentido la caballería y más aún la llamada "Caballería de Dios". La vida de los caballeros de las Órdenes se había secularizado enormemente, las dispensas papales de la regla eran frecuentes y el fervor religioso y místico de la caballería se suplantaba muchas veces por la estima social y la riqueza. En ese momento el poder y significación de las 4 Órdenes y su inmenso patrimonio territorial4 determinaron a los Reyes Católicos a incorporar a la Corona el Maestrazgo y la Administración de las Órdenes, Page 235 dentro de su política de centralización y unidad de poder con la que iniciaron el Estado Moderno. Tras complejas negociaciones los Reyes obtuvieron la administración temporal primero y luego la perpetua de las Ordenes de Santiago, Calatrava y Alcántara por la bula Dum intra...

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