Oltuski Ozacki, un ministro judío en el primer gobierno de Fidel Castro

AutorReinaldo Suárez Suárez
Páginas65-109
ISSN: Xxxxxxxxxx ANUARIO DE LA CÁTEDRA UNIVERSITARIA ESPAÑA-ISRAELISSN: Xxxxxxxxxx ANUARIO DE LA CÁ TEDRA UNIVERSITARIA ESPAÑA-ISRAEL
ISSN: 234 0-1052 Número 0. Añ o 2013ISSN: 2340-1052 Número 0. Año 2013
Oltuski Ozacki, un ministro judío en el Oltuski Ozacki, un ministro judío en el
primer gobierno de Fidel Castroprimer gobierno de Fidel Castro
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REINALDO SUÁREZ SU ÁREZREINALDO SUÁREZ SUÁREZ
Desde el mes de Enero de 1959, Fidel Castro Ruz se convirtió en el
principal organizador del gobierno de la triunfante Revolución Cubana,
aunque en la estructura inicial del mismo su posición era la de una espe-
cie de delegado del Presidente de la República para los institutos arma-
dos del país. Al ser el líder de la fuerza política y militar hegemónica, ac-
tuaba –en la práctica– como la cabeza de todo el proceso revolucionario.
A mediados del mes de febrero –cuarenta y cinco días después del triun-
fo–, y urgido por la inoperancia del gabinete, asumió el cargo de Primer
Ministro así como las facultades constitucionales de jefe de Gobierno,
que hasta unos días antes ostentara el Presidente de la República.
Aquel primer gabinete revolucionario hubo de contar, como uno de
sus rasgos menos advertidos, el hecho de que buena parte de sus más im-
portantes representantes eran hijos directos de inmigrantes establecidos
en Cuba, ya a finales del siglo XIX o a principios del XX. El Presidente
de la República, doctor Manuel Urrutia Lleó, descendía de un individuo
de origen vasco. El Primer Ministro inicial, doctor José Miró Cardona,
era hijo de un catalán que alcanzó el generalato en las huestes indepen-
dentistas del Ejército Libertador. El doctor Faustino Pérez Hernández,
Ministro de Recuperación de Bienes Malversados, era el primogénito de
un canario que, para evitar ser reclutado en el servicio militar español,
se estableció en la Isla a inicios del siglo XX. El propio Fidel Castro Ruz
1 Notas iniciales para la biografía de Enrique Oltuski Ozacki, a propósito de la
colaboración solicitada por el doctor Ignacio Ruiz Rodríguez, Director de la Cátedra
Universitaria España-Israel.
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II. Es tudio s sobre Política- Intern aciona lII. Estudios sobre Política-Internacional
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había sido engendrado por un gallego, Ángel, ex soldado del ejército co-
lonial llegado a finales del siglo XIX para contener la insurrección, y en-
raizado en el país tras la independencia.
La peculiar lista de nombres –que abarca a otros ministros y funcio-
narios todos descendientes directos de inmigrantes–, resulta sorprendente
a primera vista, en especial porque fue este gabinete el que catapultó al
país hacia la mayor revolución nacionalista de contenido social en la his-
toria hemisférica. Cuando los revolucionarios desamarraron al país de las
ataduras neocoloniales impuestas por los Estados Unidos y destruyeron
la sociedad capitalista para construir una sociedad comunista, el Estado-
nación cubano apenas vivía su sexta década de existencia política y era,
para entonces, el más joven de América. Ocurrió que con la independencia
nacional los flujos migratorios hacia la isla continuaron y algunos, como
el judío2, hallaron su mejor momento. En el polícromo mosaico étnico del
primer gabinete revolucionario hayamos a quien podría ser tenido como el
primer ministro judío3 en la historia cubana: Enrique Oltuski Ozacki.
Oltuski Ozacki fue uno de los tantos judíos –o judío-cubano4– que pro-
fesaron ideas de izquierda y se integraron al propósito de hacer una revo-
lución socialista en Cuba, por lo que fueron objeto de persecución impla-
cable, incluso con el costo del destierro o la vida misma. Décadas atrás,
en 1925, en la reunión de fundación del Partido Comunista, cuatro de
los trece participantes pertenecían a la nación semita, y estuvieron pre-
sentes aún cuando no conocían el idioma castellano: Magidson, Gurwitz,
Grinberg y Wasserman5. De modo igual ocurrió en la fundación de los
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Los primeros judíos en llegar a la isla fueron los conversos o criptojudíos que
acompañaron a los conquistadores, incluso, que vinieron con Cristóbal Colón, en un es-
fuerzo por escapar de la inquisición católica. En los siglos posteriores la migración judía
no conformó un flujo regular o significativo, salvo con la intervención estadounidense de
1898, hasta que en las primeras décadas del siglo XX, la propagación del antisemitismo
en Europa –los pogroms posteriores al final de la Primera Guerra Mundial–, empujó a
cientos de miles de hebreos a buscar mejor suerte en otras tierras que aquellas en las
que vivieron hasta entonces su eterna diáspora. El clima, la tolerancia étnico-religiosa,
las posibilidades de fundar economía propia y la vecindad a naciones atractivas para la
comunidad judía, como los Estados Unidos –que por ley restringieron su migración–,
convirtieron a Cuba en tierra de promisión o de paso hacia destinos mayores.
3
Luego hubo ministros, altos oficiales de los institutos armados, dirigentes polí-
ticos, embajadores y funcionarios diversos de origen judío. Prueba de la relatividad que
ha tenido en Cuba, en comparación con otras naciones comunistas (ateas), el tratamiento
público a los judíos como minoría religiosa.
4
Los hebreos-cubanos se destacaron notablemente en la historia nacional. Por
sólo citar un ejemplo, dieron dos premios nacionales de literatura: Roberto Esquenazi
Mayo (1951) y Jaime Sarusky Miller (2004).
5
Uno de los que se consideran fundadores del Partido Comunista de Cuba, Avremi
Grobart Mankowska, Fabio, formó parte del Comité Central de la organización hasta su
muerte, en 1994, en el que desempeñó diversas funciones de primer nivel político.
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principales sindicatos obreros del país. Estos eran hombres de izquierda,
muchos con alguna formación marxista, que por sus ideas de progreso
social –tikkum olam– enfrentaron a la oligarquía criolla, e incluso a otros
sectores de su propia comunidad en Cuba.
Enrique Oltuski Ozacki fue hijo de un matrimonio de judíos “pola-
cos”, nacidos en 1910. Su padre, Berol Oltuski, era oriundo de la ciu-
dad de Brest-Litovsk, zapatero, e hijo de Israel y Rajila. La madre, Jashe
Ozacki, natural de Kobrin, era hija también de padres judíos: Judel y
Cywje. Poco después de contraer matrimonio en 1929, previendo que
Berol fuera reclutado en el Ejército, decidieron emigrar a Cuba, isla don-
de ya estaba establecido su tío León Oltuski, quien se encargó a avivar la
curiosidad y la ambición de sus parientes de una acumulación pronta y
segura. Llegaron a tierras cubanas en la década de mayor flujo migrato-
rio de judíos a la Isla, usada por muchos de ellos como tierra de tránsito
hacia los esquivos Estados Unidos de América.
Tras desembarcar en el puerto de La Habana, Berol y Jashe se esta-
blecieron en el número 45 de la calle Paula6, en una casona que fungía
como asiento para muchos judíos inmigrantes. Gracias a discretos apo-
yos, Berol comenzó a ganarse la vida con lo que sabía hacer: fabricar
zapatos7. Tuvo muchos competidores y dos graves problemas para avan-
zar: la crisis económica mundial que rápidamente afectó a Cuba, y su
desconocimiento del idioma castellano. A pesar de su origen asquenazíe
–término rabínico que engloba a judíos oriundos de Europa Central y
Oriental: Rusia, Bielorrusia, Lituania, Hungría, Rumanía–, en Cuba él no
pasaba de ser un mero polaco. Así denominaron los cubanos –de manera
simplificada y fácil– a todos los judíos oriundos de Europa Orienta8 que
constituyeron la principal y más notoria oleada judía hacia la Isla.
El 18 de noviembre de 1930 el matrimonio vio nacer a su primogénito,
al que llamaron Erol, y a quien inscribieron con fecha 18 de abril de 1931
(acta número 19 del folio 19, tomo 66 de nacimientos) en el Registro Civil
a cargo del Juez Municipal, doctor Urbano Godoy y Torres. Sirvieron de
testigos de la inscripción dos judíos rusos, residentes también en Paula
45: Max Ygolkin, comerciante, y Mijail Basup, mecánico. Como ninguno
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Ubicada en el entorno de lo que fue el epicentro judío en La Habana, cerca del puer-
to y del ferrocarril, de la sinagoga y de sus bodegas, carnicerías y panaderías. Sin ser un getto,
era un espacio de confluencia y relación, donde el castellano contrapunteaba con el ídish.
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El Report in the Status of the Jewish Inmigrants in Cuba, elaborado en 1925 por
Harry Viteles, quien estudió por encargo las posibilidades de asiento judío en Cuba, ubicó
la fabricación y comercialización de zapatos como una de las actividades promisorias
para los inmigrantes.
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Algo similar harán con los inmigrantes españoles de aquellos años, identificán-
dolos como gallegos. Fue un proceso de reduccionismo identitario del que participaron
casi todos los cubanos.

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