Octavio Salazar Benítez, Masculinidades y ciudadanía. Los hombres también tenemos género

AutorJavier Vilaplana Ruiz
CargoAbogado
Páginas299-306

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  1. Alguna vez escuché que Javier Marías solía contar algo parecido a que, en la mayoría de las ocasiones, no hallamos los libros que nos interesan o que pueden cambiar nuestra vida, sino que por el contrario, son ellos mismos los que, azarosamente, nos buscan y encuentran, emergiendo como una tabla de salvación en mitad del océano.

    Una de las últimas obras que me ha encontrado y que me ha servido para, desconcertarme primero -arrojándome a la perplejidad del ciudadano que se siente injustamente privilegiado-, para más tarde abrirme paso entre el proceloso mar (siguiendo la acertada imagen líquida de Zygmunt Bauman) que todo lo invade y en el que cada vez más resultan precisas brújulas para navegar y navegarse en la constante, pero variable, incertidumbre, es el libro que nos ocupa.

    Así, se dedicarán las líneas que siguen a un acercamiento e invitación a conversar, dialogar e incluso disentir con el pensamiento del Profesor Octavio Salazar Benítez recogido en su obra Masculinidades y ciudadanía (con el sugerente subtítulo, "los hombres también tenemos género").

    Se trata de un ejemplar trabajo -profundo, reflexivo, sistemático, razonado e irónico a veces- que aborda cuestiones políticas, jurídicas, sociales, filosóficas, semánticas o culturales, y ello porque las ramas del patriarcado se extienden sin fin en cualesquiera de los ámbitos de actuación humana, tiñéndolos de naturalidad -las cosas son así porque son así-. Pero además, al dejarnos derivar por sus páginas, también podremos disfrutar de (muchas y muy

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    acertadas) referencias cinematográficas, de series de ficción (todo una sección del libro se titula Mad Men), o de literatura (Virginia Woolf, muy presente, es todo un referente del autor), que se antojan islas en las que naufragar.

    Comienza el libro con una introducción tan sugerente como su provocativa portada1, que trata de situar al hombre frente al espejo. En este punto, el libro del Profesor Salazar construye un doble juego de espejos en el que esta tabla de cristal sirve tanto para reflejar y dar imagen de quien se sitúa frente a él, como para, al igual que en Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo, poder cruzar a un nuevo orden, una nueva construcción social donde la paridad sea la única e innegociable regla de vida en común. La democracia o será paritaria o no será, afirma categóricamente el autor, como veremos más adelante.

    En este primer acercamiento a las tesis del libro, sus páginas nos muestran un modelo de hombre que se ha ido construyendo como el único posible, como el naturalmente aceptable (competitivo, líder, universal, dominante, ganador, capitalista, etc.) sumiendo incluso a los propios varones en una suerte de esclavitud que les encierra en un unívoco e incuestionable modelo de macho.

    La diversidad masculina estaría proscrita en las reglas patriarcales, que han derivado en un exclusivo -y excluyente- patrón de hombre que el Profesor Salazar -bebiendo de la expresión de Myriam Miedziam, en una acertada analogía con las tesis de Betty Friedan y su célebre La mística de la feminidad- tilda de "mística de la masculinidad", otro mal, padecido por los varones, que tampoco tendría nombre.

    Pues bien, partiendo de que el hombre se hace -que es un proyecto genético, sí, pero sobre todo cultural e histórico, en los términos que también plantea el filósofo Marina-, el autor pretende dejar constancia de que la masculinidad no es una forma de ser -esencia- universal y constante, sino un fluir cambiante y susceptible de adoptar múltiples y alternativas formas.

    En este sentido, y siguiendo las enseñanzas del premio nobel Amartya Sen, podemos concluir que todos y todas somos diferentes, pero diferentes de un modo diverso2, de tal suerte que son posibles infinitas y eventuales maneras de ser hombre -también, claro, de ser mujer-, de modo que el libre desarrollo de la personalidad (artículo 10 de la Constitución Española, C.E.) permite que cada cual elija, asentado en los cimientos de la innegociable dignidad humana, su propio plan de vida.

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  2. La "cartografía" -según el D.R.A.E., el arte de trazar mapas-, se ha convertido para el Profesor Salazar en una recurrente metáfora a la que, una y otra vez, gusta de acudir para ayudarse a caminar por un mundo en el que cada vez es más difícil encontrar cosas que permanezcan siendo sólidas.

    Un mapa tiene, al menos, dos utilidades: una actual y otra potencial: en primer lugar nos ayuda a conocer el terreno que pisamos, describiendo sus accidentes y recovecos; en segundo -y quizás más importante- lugar, nos sirve de guía para alcanzar un destino deseado. En este punto, y de nuevo retomando las enseñanzas de Marina, el ser humano se caracteriza por crear proyectos -como el de la libertad, la dignidad, la igualdad- y tender hacia ellos, actuando, pergeñando hábitos que desembocan en futuros que antes se antojaron nolugares o utopías.

    Con tal premisa Masculinidades y ciudadanía nos sirve pues...

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