La reducción de la temporalidad en el mercado de trabajo español: ¿Una buena noticia o un mal síntoma?

AutorJoan Antonio Alujas Ruiz
Páginas61-73

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Introducción

La situación actual del mercado de trabajo y el hecho de que se han cumplido ya tres años de la última reforma laboral, son elementos que aconsejan una valoración de la evolución de la estabilidad en el empleo y de la temporalidad.

La política de empleo en España entre 1984 y 1997 se basó en gran medida en la flexibilidad laboral externa, a través de la diversificación de las formas de contratación y básicamente, en la generalización de las modalidades de contratación temporal con el objeto de reducir la elevada tasa de desempleo que caracterizaba a la economía española. La liberalización de la contratación temporal introducida por la reforma laboral de 1984 se realizó al margen del principio de causalidad. Este hecho ha modificado la estructura del mercado de trabajo generando una dualidad entre trabajadores fijos y temporales más acusada que en el resto de países europeos. En consecuencia, la principal tarea pendiente es eliminar en lo posible la segmentación entre ambos tipos de trabajadores y racionalizar el sistema de contratos de trabajo (Jimeno, 2004).

El recurso masivo a la contratación temporal, al margen de una mayor elasticidad empleo-PIB, comporta un escenario de segmentación en el mercado de trabajo y precariedad en el empleo, así como efectos negativos sobre los salarios, la formación en la empresa, la productividad del trabajo y la siniestralidad laboral (mayor presión salarial de los «insiders», salarios más bajos a igual cualificación, menos oportunidades de formación y una menor productividad...) tal como se refleja en los trabajos de Bentolila y Dolado (1993), Dolado et al. (2002) y Toharia (2005). Por tanto, un nivel excesivo de temporalidad derivado de la introducción de la «flexibilidad en el margen»perjudica la calidad del empleo y a las personas que están en una situación temporal de forma prolongada (European Commission, 2003).

La reforma del mercado de trabajo acometida en 2006, al igual que las precedentes (1997 y 2001), intenta corregir la situación creada a partir de la reforma de 1984, incidiendo sobre el excesivo nivel de temporali-Page 62dad en el mercado de trabajo a través de la modificación de los costes relativos de la contratación temporal frente a la indefinida. Dichas reformas no son una iniciativa aislada sino que se enmarcan dentro de la Estrategia Europea de Empleo: en primer lugar en la Estrategia definida en Luxemburgo en 1997, después en uno de los objetivos definidos en la estrategia 2002-2005 (mejorar la calidad y la productividad del trabajo) y finalmente, en las directrices integradas para el crecimiento y el empleo 2005-2008 donde se promueve la flexibilidad combinada con la seguridad como una forma de reducir la segmentación de los mercados de trabajo, contando con la participación de los agentes sociales (European Commission, 2005). Por tanto, el concepto de flexiguridad1 ha pasado a formar parte de la Estrategia Europea de Empleo tomando como modelo el éxito de las reformas laborales llevadas a cabo en algunos países europeos como Dinamarca y Holanda frente a la alternativa del modelo neoliberal anglosajón (Willthagen, 2002).

Con el objetivo de estudiar la evolución de la temporalidad en el mercado de trabajo español y sus determinantes, la estructura que presenta este trabajo es la siguiente. En el segundo apartado se analizan las políticas activas de fomento de la contratación indefinida introducidas por la reforma laboral de 2006. En el tercer apartado se procede al análisis de los resultados en materia de contratación indefinida y de tasa de temporalidad, para ver en que medida se deben a la reforma laboral o a la recesión económica. Finalmente, en el último apartado se presentan una serie de conclusiones y recomendaciones.

Medidas de fomento de la contratación indefinida

La reforma se gesta a partir de la Declaración para el Diálogo Social de julio de 2004 que culmina con el Acuerdo para la Mejora del Crecimiento y del Empleo (AMCE) suscrito por el gobierno y los interlocutores sociales el 9 de mayo de 2006, siendo la primera vez desde 1997 que se lograba consensuar una reforma laboral. Este acuerdo, trasladado por el gobierno a norma legal por el Real Decreto- Ley 5/2006, de 9 de junio, para la mejora del crecimiento y del empleo, que entró en vigor el 15 de junio de 2006, y que, posteriormente, se convirtió con alguna modificación, en la Ley 43/2006, de 29 de diciembre y que entró en vigor el 1 de enero de 2007.

La reforma laboral de 2006 se vuelve a plantear, al igual que lo hicieran las reformas de 1997 y 2001, una implicación más intensa de las políticas activas en la consecución de una mayor estabilidad en el empleo y por tanto, en la disminución de las elevadas tasas de temporalidad mediante diferentes propuestas. Un primer grupo de medidas comprende la extensión del contrato indefinido de fomento (con una indemnización por despido improcedente de 33 días de salario por año trabajado con un máximo de 24 meses), la reformulación y simplificación de los incentivos económicos (sustituyendo los porcentajes de bonificación de las cuotas de la Seguridad Social por una cantidad fija anual2 y ampliando los incentivos a cuatro años con carácter general) y la puesta en marcha de un plan extraordinario para la conversión de empleo temporal en indefinido. Por otro lado, se establecen límites temporales máximos para evitar losPage 63encadenamientos abusivos de sucesivos contratos temporales y también una nueva regulación del contrato temporal de obra y servicio que refuerza su causalidad y limita su uso en contratas y subcontratas empresariales. Las medidas contempladas en esta reforma responden, aunque de forma limitada, al enfoque flexibilidad-seguridad, intentando corregir la excesiva flexibilidad externa establecida en la década de 1980 a la vez que se generaliza la posibilidad de utilizar los contratos de fomento del empleo indefinido con menor indemnización por despido (Álvarez, 2006).

Los programas de fomento de la contratación indefinida se enmarcan dentro del eje de ayudas al empleo de las políticas activas de mercado de trabajo. Dicho eje comprende diversas medidas como las ayudas a la contratación en el sector privado, medidas de apoyo a las iniciativas empresariales (autónomos, cooperativas y sociedades laborales, iniciativas locales de empleo e integración laboral de los discapacitados) y programas de creación directa de empleo en el sector público3.

Nuestro análisis se centra en el primer grupo de medidas, ya que precisamente son éstas el principal objeto de las reforma laboral de 2006 orientadas todas ellas a conseguir una mayor estabilidad en el empleo. Las principales medidas dirigidas al fomento de la contratación indefinida son las siguientes:

El fomento de la contratación indefinida de jóvenes a partir de la reforma de 2006 contempla nuevamente las bonificaciones a la contratación indefinida para jóvenes ofreciendo a los empresarios una cuantía anual de 800 euros durante 4 años.

En el caso de los desempleados mayores de 45 años la reforma de 2006 simplifica el esquema de bonificaciones estableciendo una única bonificación de 1.200 euros anuales durante toda la vigencia del contrato.

La reforma laboral de 2006 unifica las anteriores bonificaciones a la contratación indefinida de mujeres en oficios donde se encuentran subrepresentadas y a todas las mujeres entre 16 y 45 años sin ningún requisito específico en una sola de 850 euros anuales durante 4 años. Cabe destacar también el fomento de la contratación indefinida de mujeres desempleadas que sean contratadas en los 24 meses siguientes a la fecha de tener un hijo. A partir de la reforma de 2006 se modifica la cuantía de la bonificación que pasa a ser de 1.200 euros anuales con una duración de 4 años.

En el fomento de la contratación indefinida de los parados de larga duración de nuevo la reforma de 2006 simplifica las bonificaciones, estableciendo en este caso una cuota anual de 600 euros durante 4 años para las contrataciones indefinidas a parados de al menos 6 meses.

Por otro lado, la reforma de mayo de 2006 suprime el carácter permanente de los incentivos a la conversión de los contratos temporales en indefinidos y pone en marcha un plan extraordinario para la conversión de empleo temporal en fijo con una bonificación de 800 euros durante 3 años para todas aquellas conversiones efectuadas antes del 1 de enero de 2007, siempre que los contratos temporales se hayan celebrado con anterioridad al 1 de junio de 2006. No obstante, las conversiones de contratos formativos, de relevo y sustitución por jubilación pueden quedar fuera del plan extraordinario, beneficiándose entonces de 500 euros anuales durante 4 años.

Los mayores incentivos a la contratación indefinida se concentran en las personas con discapacidad. En la reforma de 2006 se unifican las ayudas en una única bonificación de 4.500 euros anuales (5.100 euros en los casosPage 64de discapacidad severa) durante toda la vigencia del contrato e incluye la subvenciones a fondo perdido y las desgravaciones fiscales que existían con anterioridad.

Finalmente, cabe señalar que el aumento registrado en el número de colectivos subvencionados desde 2001 hace que el programa de fomento del empleo indefinido haya perdido en parte su característica principal, es decir, la atención a grupos específicos, resultando que la bonificación es lo habitual y la excepción es la contratación indefinida no bonificada (Cueto, 2006). Los cambios introducidos por la reforma laboral de 2006 suponen una mejor selección de los colectivos beneficiarios de los incentivos a la contratación inicial indefinida, dirigiéndose efectivamente a los que tienen una tasa de paro superior a la media y a los colectivos con mayores dificultades de inserción o reinserción laboral.

Por tanto, a la hora de analizar los resultados cabe plantearse qué efectos ha tenido la reforma laboral de 2006 sobre la estabilidad en el empleo, qué colectivos son los más beneficiados y si hay diferencias en el comportamiento de la temporalidad entre el sector privado y el sector público.

Resultados

La reforma laboral de 2006 ratificada en la Ley 43/2006, de 29 de diciembre supone aumentar el presupuesto en políticas activas destinado al eje de ayudas al empleo. Este hecho se refleja en el número de contratos de fomento del empleo indefinido registrados y sobre todo en las conversiones de contratos temporales en indefinidos4. El aumento más importante tanto de los contratos iniciales como de las conversiones se registra entre el 2º semestre de 2006 y el primer semestre de 2007 (cuadro 1).

Cabe remarcar que esta reforma ha comportado un aumento mucho mayor de la contratación indefinida que de la temporal con tasas de variación de casi el 40% y el 0,5% respectivamente en el primer semestre de 2007. Al margen de las mediadas activas, la contratación indefinida de carácter ordinario recibe un notable impulso gracias a medidas como la limitación de encadenamientos de contratos temporales y al estímulo a la contratación indefinida a través de la reducción del tipo de cotización. Sin embargo, a partir de 2008 se reduce el número tanto de contratos indefinidos como de contratos temporales, debido sin duda a los efectos de la crisis económica sobre el empleo, especialmente en el 2º semestre de 2008 para los indefinidos y en el 1º semestre de 2009 para los temporales (gráfico 1).

El mayor beneficiario de los contratos de fomento del empleo indefinido es el colectivo de los menores de 30 años, ya que pasan de representar el 40% en 2005 a más del 54% en el primer semestre de 2009. La proporción de contratos indefinidos a mayores de 45 años disminuye levemente entre 2005 y 2009, pasando del 35% al 33%. En la franja de edad de entre 30 y 45 años se registra la menor presencia. Su peso en los contratos indefinidos se reduce del 25% en 2005 a algo más del 12% en 2008 (cuadro 1).

Cabe destacar por su cuantía la modalidad de conversión de contratos temporales en indefinidos, con un salto espectacular en el 2006 debido al plan extraordinario de conversiones contemplado en la reforma laboral y registrando, a diferencia de los contratos iniciales, un mayor número de conversiones en 2008 que en 2005 (cuadro 1). Los menores de 30 años ya no concentran en la actualidad la mayoría de todas las conversiones, reduciéndose su peso de forma notable al pasar del 52% en 2005 al 43% en el primer semestre dePage 652009. La franja de entre 30 y 44 años se ha registrado un claro aumento entre 2005 y 2009, alcanzando este último año el 44% de todas las conversiones. Por contra, los mayores de 45 años registran el menor porcentaje de conversiones, aunque su peso también ha aumentado entre 2005 y 2009, alcanzando casi el 13% (cuadro 1).

CUADRO 1.CONTRATOS DE FOMENTO DEL EMPLEO INDEFINIDO (miles)

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Fuente: INEM. Estadística de contratos registrados.

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Las diferencias son favorables a las mujeres en el ámbito del fomento de la contratación indefinida, aunque su peso se ha reducido del 69% en 2005 al 50,1% en el primer semestre de 2009 como consecuencia del reequilibrio en los incentivos contemplados en la reforma de 2006 (cuadro 1). En el caso de los jóvenes, la eliminación de los incentivos a la contratación indefinida de hombres jóvenes en la reforma de 2001 explica que la diferencia sea muy favorable a las mujeres en 2005, aunque se reducen desde entonces debido a la reintroducción de dichos incentivos en la reforma de 2006. Las mayores diferencias se registran en la franja de edad de entre 30 y 44 años, donde en 2009 las mujeres concentran el 54% de los contratos bonificados. Cabe destacar también la reducción de las diferencias en los contratos dirigidos a los mayores de 45 años, favorable a las mujeres, alcanzando el 43,3% de dichos contratos en 2009 (cuadro 1).

En las conversiones las mujeres concentran en el primer semestre de 2009 el 47%, con un ligero aumento desde 2005, pero no son mayoría como si ocurre en los contratos iniciales, hecho que no se justifica si tenemos en cuenta la mayor tasa de temporalidad femenina. Las diferencias entre hombres y mujeres menores de 30 años se reducen 5 puntos porcentuales entre 2005 y 2009. En el caso de los que tienen entre 30 y 44 años las diferencias se reducen también en 5 puntos en el período analizado. En la franja de los mayores de 45 años las diferencias entre hombres y mujeres se reducen en algo más de 5 puntos porcentuales entre 2005 y 2009 (cuadro 1).

El aumento en el número de contratos bonificados y en las conversiones responde en gran parte al ahorro de costes que suponen las bonificaciones, estimado entre un 4% y un 18% del coste laboral total según la modalidad. En el caso de los mayores de 45 años y de las personas con discapacidad el ahorro aún es mayor debido a que la bonificación se aplica durante toda la vigencia del contrato. Mientras dura la bonificación el coste de un contrato indefinido, incluido el coste de despido, es menor que el de un contrato temporal, pero una vez que finaliza la bonificación al empresario ya no le «compensa» mantener al trabajador con un contrato indefinido (Cueto, 2006).

GRAFICO 1. EVOLUCIÓN DE LOS CONTRATOS INDEFINIDOS Y TEMPORALES (tasas de variación semestral)

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Fuente: INEM. Estadística de contratos registrados y elaboración propia.

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El análisis de la evolución de las tasas de temporalidad permite señalar qué parte responde a los efectos de la reforma laboral de 2006 y qué parte a la recesión económica. La reforma de 2006 parece haber influido de forma clara en el descenso de la tasa de temporalidad al pasar del 34,4% en el segundo trimestre de 2006 hasta el 29,4% en el segundo trimestre de 2008 (cuadro 2). La explicación del comportamiento general de la tasa de temporalidad radica en el aumento espectacular de los asalariados indefinidos (con tasas de variación superiores al 3%) y la disminución de los asalariados temporales (con tasas de variación de hasta el –5%) entre junio de 2006 y diciembre de 2007 (cuadro 3), explicado en gran parte por el Plan extraordinario para la conversión de empleo temporal en indefinido vigente hasta el 1 de enero de 2007. Sin embargo, a partir de la segunda mitad de 2008 el descenso de 4,2 puntos en la tasa de temporalidad se debe a la fuerte destrucción de empleo temporal que no es compensada por la creación de empleo asalariado indefinido (cuadro 3). Por tanto, la reducción de la temporalidad que un contexto de crecimiento económico sería una buena noticia, en la actualidad es un claro síntoma del deterioro del mercado de trabajo español que se traduce en un aumento espectacular de la tasa de paro.

La reducción de la tasa de temporalidad en el sector privado también se puede explicar en dos fases. En la primera, pasando del 36,1% antes de la reforma al 30,2% en el 2º trimestre de 2008, y en una segunda fase reduciéndose hasta el 25,2% en el 2º trimestre de 2009. En el sector público la tasa de temporalidad se mantiene y apenas disminuye en todo el período analizado (cuadro 2). Desde mitad de 2008 en el sector público casi no se destruye empleo temporal y aumenta un 2% el empleo total, por lo que el comportamiento del empleo en el sector privado, con una caída acumulada del 23% del empleo temporal, es el único responsable del descenso de la temporalidad (cuadro 3). En consecuencia, la brecha entre el sector público y el privado desaparece por completo con la crisis económica.

Las tasas de temporalidad femeninas han sido y siguen siendo superiores a las masculinas. Las diferencias entre hombres y mujeres se redujeron 2 puntos entre la reforma de junio de 2006 y el 2º trimestre de 2008 (cuadro 4). Las diferencias se mantienen en el 2º trimestre de 2009 debido a la fuerte destrucción de empleo temporal (-24% frente al –18% en las mujeres) que se traduce en un descenso similar de sus tasas de temporalidad (cuadros 2 y 3). Tanto para hombres como mujeres la evolución del empleo es más favorable en el sector público, con un aumento del empleo indefinido y una menor reducción del empleo temporal que en el sector privado (cuadro 3). Los datos observados entre el 2º trimestre de 2006 y el 2º trimestre de 2009 muestran una reducción de ambas tasas desde (8 puntos la femenina y casi 9 puntos la masculina), debido a la notable caída de la temporalidad en el sector privado, ya que en el sector público las tasa de temporalidad masculina incluso aumenta y la tasa femenina se reduce levemente (cuadro 2).

Las tasas de temporalidad por edades muestran que la reducción más acusada se produce en los jóvenes con una caída de casi 6,5 puntos entre el 2º trimestre de 2006 y el 2º trimestre de 2008 y un posterior descenso de 4,4 puntos como consecuencia de la fuerte destrucción de empleo, que es la mayor con diferencia de todas las franjas de edad, especialmente en lo que se refiere al empleo temporal (cuadros 2 y 4). Pero una vez más los resultados son muy distintos si comparamos la evolución de la temporalidad entre el sector privado y el sector público5. La tasa dePage 68temporalidad de los menores de 30 años en el sector público se reduce 4 puntos en todo el período analizado (sin prácticamente influencia de la crisis económica), mientras que en el sector privado disminuye en 12 puntos de los cuáles más de 5 en el último año, hecho asociado sin duda a la reducción en un 31% de los asalariados temporales (cuadros 2 y 4). En esta franja de edad la tasa de temporalidad en el sector público es en la actualidad 21 puntos superior a la registrada en el sector privado (cuadro 2).

En el grupo entre 30 y 49 años la tasa de temporalidad desciende en 2,5 puntos como consecuencia de la reforma laboral de junio de 2006 y 3,1 puntos más entre el 2º trimestre de 2008 y el 2º trimestre de 2009 debido a la destrucción de empleo temporal, que registra una caída acumulada del 17% en dicho período (cuadros 2 y 4). En el sector privado la tasa de temporalidad se reduce 8 puntos (a partes iguales por el impacto de la reforma y por el efecto de la crisis económica) mientras que en el sector público se registra un aumento de 2

CUADRO 2 TASAS DE TEMPORALIDAD EN ESPAÑA (tasa de variación trimestral en %)

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Fuente: INE. Encuesta de Población Activa y elaboración propia.

Page 69puntos. Como resultado la tasa de temporalidad del sector privado pasa a ser inferior a la del sector público por primera vez desde que disponemos de datos (cuadro 2).

El descenso de la temporalidad en los mayores de 49 años es de 5,5 puntos en el sector privado, mientras que en el sector público se mantiene (cuadro 2). El resultado final es

CUADRO 3. EVOLUCIÓN DE EMPLEO ASALARIADO POR SEXO (tasa de variación trimestral en %)

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Fuente: INE. Encuesta de Población Activa y elaboración propia.

Page 70que la tasa de temporalidad total en este grupo de edad se ha reducido en 4 puntos entre junio de 2006 y junio de 2009. El impacto tanto de la reforma como de la etapa de crisis económica sería de dos puntos, aunque en esta franja la creación de empleo indefinido si compensa la destrucción de empleo temporal (cuadro 4). En esta franja de edad la tasa de temporalidad del sector privado si es superior a la del sector público, aunque se han reducido notablemente las diferencias desde el 2º trimestre de 2006 (cuadro 2).

El peor comportamiento de la tasa de temporalidad en el sector público (a pesar de la reforma laboral) se debe básicamente a cau-

CUADRO 4 EVOLUCIÓN DEL EMPLEO ASALARIADO POR EDADES (tasa de variación trimestral en %)

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Fuente: INE. Encuesta de Población Activa y elaboración propia.

Page 71sas de carácter económico y presupuestario derivadas de insuficiencias en los recursos destinados a dotar las plantillas de funcionarios y personal laboral. Cabe remarcar la inadecuada o insuficiente capacidad de financiación de las AAPP, especialmente la Administración Local, para la prestación de servicios con una demanda nueva o creciente (Consejo Económico y Social, 2005).

A pesar del crecimiento en el número de contratos indefinidos bonificados, los asalariados indefinidos crecieron a un ritmo muy bajo en relación a los asalariados temporales antes de la reforma de 2006, lo que impedía una reducción de la tasa de temporalidad. La explicación de este hecho radica en que el empresario contrata de forma indefinida y despide cuando el trabajador ya no le da derecho a reducciones en la cuota a la Seguridad Social, aumentando así la rotación de los trabajadores indefinidos bonificados. En este sentido, Toharia (2005) encuentra que los contratos de fomento son más inestables que los indefinidos ordinarios y que las conversiones y además, los empresarios han utilizado los contratos bonificados para cubrir puestos de trabajo más cercanos a los temporales. La reforma de 2006 amplía la duración de los incentivos a cuatro años lo que puede contribuir a aumentar la estabilidad de los contratos bonificados, aunque habría que esperar a 2010 para comprobar su eficacia. El problema es que la situación económica que la que estamos inmersos desde hace más de un año y su traducción en el mercado de trabajo va a hacer casi imposible valorar el efecto esperado.

En general se puede afirmar que el grado de consecución de los objetivos perseguidos por las medidas de fomento del empleo indefinido no había sido satisfactorio antes de 2006. Aspectos como la extensión generalizada de los incentivos, su cuantificación y su duración temporal, así como de forma indirecta el marco general de legislación contractual, limitaban la efectividad de tales medidas (Moral y Sáez, 2007). La situación cambia a partir de la reforma de junio de 2006 al registrarse un descenso de la tasa de temporalidad que se explica en gran parte por un crecimiento muy superior de la contratación indefinida en relación a la contratación temporal y el consiguiente aumento del empleo asalariado. Sin embargo, la evolución de la temporalidad a partir del 2º trimestre de 2008 se ha visto condicionada por el ciclo económico, ya que se ha destruido mucho más empleo temporal que indefinido como consecuencia de la actual recesión económica.

Conclusiones

A la hora de estudiar la evolución de la temporalidad en los últimos años cabe considerar dos grandes factores explicativos. Por un lado, la reforma laboral de 2006 y por otro, la crisis económica y su reflejo en la evolución del empleo asalariado, especialmente el de carácter temporal.

En cuanto al fomento de empleo indefinido, el análisis de los datos muestra un aumento del número de los contratos indefinidos de fomento en el segundo semestre de 2006 y en el primer semestre de 2007. Los mayores beneficiados han sido los jóvenes y las mujeres. En las conversiones de contratos temporales en indefinidos se produce un salto espectacular en el año 2006 debido al plan extraordinario de conversiones. En este caso, los grandes beneficiados durante el período analizado son los jóvenes y también los que están en la franja de edad de entre 30 y 44 años. En el segundo semestre de 2008 se empiezan a notar los efectos de la crisis económica sobre el empleo, registrándose una caída en el total de contratos indefinidos y en una proporción mayor que la disminución de los contratos temporales.

Según los datos analizados la tasa de temporalidad se redujo en 5 puntos desde el 2º trimestre de 2006 hasta el 2º trimestre de 2008. A pesar de la gran cantidad de contratos indefinidos de fomento celebrados hasta laPage 72reforma laboral de 2006, su duración efectiva no era suficiente para reducir de forma clara la tasa de temporalidad, ya que el empleo solo se mantiene con seguridad durante el período de vigencia de la bonificación (en la mayoría de los casos un máximo de 2 años). El mantenimiento de las ayudas durante 4 años establecido en dicha reforma puede contribuir a aumentar la estabilidad de los contratos subvencionados y reducir de forma notable la tasa de temporalidad. A partir del 2º trimestre de 2008 y hasta la actualidad la tasa de temporalidad se ha reducido 4 puntos como consecuencia de la fuerte caída del empleo temporal en relación al empleo total, aunque cabe señalar que dicha caída se modera de forma notable en el 2º trimestre de 2009.

Las diferencias entre el sector privado y el sector público son muy significativas. Mientras en el sector privado la tasa de temporalidad se reduce en casi 5,5 puntos, en el sector público se mantiene casi igual entre el 2º trimestre de 2006 y el 2º trimestre de 2008. Por tanto, el comportamiento del sector público es el que ha impedido una reducción más notable de los niveles de temporalidad en España. La magnitud de la caída del empleo temporal en el sector privado en el último año explicaría el descenso de la tasa de temporalidad total y la desaparición de la brecha entre la tasa del sector público y del sector privado.

Las diferencias entre hombres y mujeres en la tasa de temporalidad se han reducido levemente en la primera etapa analizada y se mantienen hasta el 2º trimestre de 2009 debido a fuerte destrucción de empleo temporal, lo que se traduce en un descenso similar de sus tasas de temporalidad. Por otro lado, señalar que la reducción de la tasa de temporalidad en todo el período analizado se concentra especialmente en los jóvenes, pero también se benefician el resto de franjas de edad. Este grupo es a quien más beneficia la reforma laboral y también el que sufre la destrucción de empleo en una mayor proporción.

La reforma laboral de 2006 promueve la contratación indefinida a través de un nuevo sistema de ayudas de cuantía fija y opta por reforzar el principio de causalidad de la contratación temporal (prohibiendo el encadenamiento injustificado de sucesivos contratos temporales) para que las necesidades permanentes de las empresas se cubran con contratos indefinidos y las coyunturales con contratos temporales. Los primeros resultados de dicha reforma, tanto por lo que se refiere a la evolución del empleo asalariado indefinido como a la tasa de temporalidad, parecían apuntar un cambio de tendencia. Sin embargo, cabe tener en cuenta que el descenso de dicha tasa en el último año está condicionado por la destrucción de empleo derivada del escenario de recesión económica.

La obtención de flexibilidad y adaptabilidad por parte de las empresas a través de la contratación temporal promovida en los años 80, ha generado una cultura de la temporalidad basada en los costes de extinción de un trabajador indefinido y en la incertidumbre sobre las fluctuaciones esperadas de la actividad económica. Este hecho supone centrarse en la flexibilidad externa, abaratando el contrato indefinido en relación al temporal y dejar de lado a la flexibilidad interna, con instrumentos como el trabajo a tiempo parcial o las posibilidades que ofrece una reforma de la negociación colectiva.

En consecuencia, el desafío consiste en crear un marco laboral flexible que permita incrementar simultáneamente la flexibilidad en la gestión de los recursos humanos en las empresas, a la vez que se garantiza la seguridad de los trabajadores y la calidad del empleo, potenciando la formación continua y las políticas activas de empleo. Uno de los resultados de este nuevo marco debería ser la reducción del grado de segmentación del mercado de trabajo español, para evitar así un ajuste tan duro del empleo en períodos de crisis económica.

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[1] El concepto de flexiguridad comprende cuatro componentes: modalidades contractuales flexibles pero estables, estrategias de aprendizaje permanente, políticas activas de mercado de trabajo eficaces y sistemas de seguridad social modernos (European Commission, 2007).

[2] Este cambio beneficia relativamente en mayor medida a los trabajadores menos cualificados y con menores salarios, puesto que la bonificación supondrá un porcentaje superior respecto a los grupos con salarios más elevados a diferencia de lo que sucedía con anterioridad, donde la cuantía final dependía de la persona a la que se contrataba (PÉREZ INFANTE, 2007).

[3] Para un análisis detallado de las medidas del eje de ayudas al empleo en las políticas activas en España, véase ALUJAS (2003).

[4] El problema a la hora de valorar el impacto de dichas reformas es que no sabemos en qué medida el buen comportamiento del empleo ha dependido de las reformas institucionales o bien del ciclo expansivo de la economía (SEGURA, 2001).

[5] El problema a la hora de valorar el impacto de dichas reformas es que no sabemos en qué medida el buen comportamiento del empleo ha dependido de las reformas institucionales o bien del ciclo expansivo de la economía (SEGURA, 2001).

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