El código de Hammurabi

AutorEva Mª Melgosa Rocaspana
CargoAbogada
Páginas15-16

Page 15

En las culturas del Próximo Oriente Antiguo, se daba una gran importancia al Derecho donde eran los dioses quienes dictaban las leyes a los hombres, y debido a ello, las leyes eran sagradas, y la administración de justicia recaía en los sacerdotes, actuando por lo tanto, como jueces, quienes con el rey Hammurabi, sexto monarca de Babilonia (líder militar y gran administrador), pierden este poder, al establecer que fueran los funcionarios del rey quienes realizaran dicho trabajo, mermando así el poder de los sacerdotes y fortaleciendo el del propio monarca.

El objetivo del rey Hammurabi era homogeneizar, unificar jurídicamente su reinado y establecer a todas las partes del imperio babilónico una cultura común para poder controlar todo con mayor facilidad e impedir que cada uno "tomara la Justicia por su mano", pues sin ley escrita que los jueces hubieren de aplicar obligatoriamente, era fácil que cada uno actuase como más le conveniera.

El rey Hammurabi recogió la jurisprudencia anterior a su tiempo de modo magistral creando así el famoso Código de Hammurabi, en el año 1692 a.C., el cual es uno de los primeros conjuntos de leyes que se han encontrado y uno de los ejemplares mejor conservados de este tipo de documentos de la antigua Mesopotamia, que no llegó a ser superado en toda la antigüedad y cuya influencia fue manifiesta en la legislación de hebreos, griegos y romanos.

Este texto responde más bien al derecho jurisprudencial y recopila de manera impersonal las decisiones de justicia del rey. A menudo se lo señala como el primer ejemplo del concepto jurídico: "algunas leyes son tan fundamentales que ni un rey tiene la capacidad de cambiarlas", puesto que las Leyes escritas en piedra eran inmutables, es por este motivo que inscribió el mismo en un monolito de diorita negra de unos 2,50 metros de altura por 1,90 metros de base, para que su deseo de perdurabilidad de las normas promulgadas se cumpliera; en lo alto hay una escultura que representa a Hammurabi de pie delante del dios del Sol de Mesopotamia "Shamash" recibiendo dichas leyes, consideradas pues de origen divino; empieza con un prólogo que justifica su acción legisladora: "... entonces Anum y Enil me designaron a mí, Hammurabi, príncipe piadoso, temeroso de mi dios, para que proclamase en el País el orden justo, para destruir al malvado y al perverso, para evitar que el fuerte oprima al débil, para que como hace Shamash, Señor del Sol, me alce sobre los hombres, ilumine...

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