Nuevas tecnologías, informática y derechos

AutorA. E. Pérez-Luño
Cargo del AutorUniversidad de Sevilla
Páginas489-508

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1. Planteamiento: las libertades en la era tecnológica

Uno de los desafíos más importantes de la época en que vivimos consiste en establecer una ecuación exacta, correspondiente a los apremios del tiempo, en las relaciones entre los avances tecnológicos y la tutela de las libertades. El ámbito del mundo, cada vez más planetario, ha apretado decisivamente sus exigencias y reclama un adecuado planteamiento de las garantías de los derechos cívicos ante el desarrollo de las Nuevas Tecnologías (NT). El horizonte actual de la ciudadanía, que orienta y circunscribe las pautas de su ejercicio, se halla determinado por los impactos tecnológicos de la información y la comunicación. Esas redes telemáticas suscitan la impresión de que el tamaño del mundo se ha contraído, de que los ciudadanos y los pueblos se hallan dinámicamente más próximos que en cualquier etapa histórica anterior.

La era de la informática y de la telemática ha contribuido a que se adquiera la convicción de que el habitat cívico del presente posee dimensiones planetarias, en la medida en que hoy con el acceso a Internet cada ciudadano puede establecer, sin salir de su domicilio, una conversación en tiempo real, sin límites en el espacio ni en las personas.

Los últimos veinticinco años han acelerado con ritmo creciente los procesos de renovación tecnológica que tan profundamente inciden en las relaciones cívicas. La presencia de las redes de información y comunicación en los ámbitos jurídicos y políticos ha determinado que se adquiera consciencia de que nunca como hoy se había sentido tan intensamente la necesidad de concebir los valores y derechos de la persona como garantías universales. De esa exigencia de universalidad se infiere la reivindicación de que los derechos de la persona se tutelen sin discriminación alguna por razones de raza, de lengua, de sexo, de las religiones profesadas o de las convicciones ideológicas. Se siente hoy con mayor intensidad que en cualquier etapa histórica precedente, la exigencia de que los derechos y las libertades no se vean comprometidos por el tránsito de las fronteras estatales; lo que implica tomar en serio el compromiso en pro de la ciudadanía cosmopolita.

Estos requerimientos imponen a la teoría jurídico-política una reflexión sobre las libertades que ya no puede transitar por los cómodos carriles preestablecidos por una larga historia doctrinal e institucional. En un mundo interde- Page 960 pendiente, en el seno de sociedades interconectadas, la garantía de los derechos cívicos, se halla en directa conexión, para bien o para mal, con los procesos que definen su instalación tecnológica. El estudio actual de los derechos humanos no puede omitir esa referencia contextual, ni puede abdicar del juicio crítico de sus implicaciones. Se trata de lograr que los desarrollos tecnológicos no menoscaben ni se alcancen a costa de las libertades cívicas. Por ello, las reflexiones interdisciplinarias tendentes a establecer un diálogo fluido entre el universo tecnológico y la esfera de los derechos de los ciudadanos se han hecho cada vez más perentorias.

Entraña una significativa paradoja que en la obra del más importante pensador español contemporáneo, José Ortega y Gasset, se enuncie una premonitoria alarma sobre los riesgos de la técnica y, al propio tiempo, un reconocimiento de sus virtualidades y su necesidad. En su estimulante Meditación de la técnica, de 1939, indicaba que: "De puro llena de posibilidades, la técnica es mera forma hueca, como la lógica más formalista; es incapaz de determinar el contenido de la vida. Por eso estos años en que vivimos, los más intensamente técnicos que ha habido en la historia humana, son de los más vacíos"(Ortega y Gasset 1983, 5. 366 ). Pero como contrapunto y captando la profunda ambivalencia del fenómeno tecnológico, en su Prólogo a un Diccionario enciclopédico abreviado, que data de la misma fecha, Ortega mostraba no ser inmune a las inmensas posibilidades que abren los avances tecnológicos y a la necesidad de no ser indiferentes, o ingenuamente hostiles a ellos. Decía Ortega que, en las sociedades desarrolladas, la propia vida humana se ha hecho tan compleja que requiere el recurso a la técnica. Por eso, denunciaba la postura simplista de "todo el que quiere dárselas de muy espiritual habla contra el maquinismo contemporáneo... El antimaquinismo es pura fraseología y beatería". Estima Ortega que el hombre es el animal maquinista y, por eso mismo, lo que hace falta es que invente las nuevas máquinas que demandan los nuevos problemas y conflictos de la época presente. "Ahora nos -encontramos en palabras de Ortega- ante una nueva necesidad: las máquinas son tantas y tan complicadas, que hace falta una máquina para manejar las demás, o, dicho en otros términos: es preciso suscitar una nueva sabiduría que nos enseñe a asimilar y practicar toda nuestra oceánica sabiduría. Esto -y no retroceder de la máquina al cocotero- es lo que reclama la altitud de los tiempos"(Ortega y Gasset, 1983, 6, 364-365).

El ejemplo de Ortega constituye una oportuna invitación a abordar los problemas presentes de los derechos humanos desde las amenazas y las posibilidades que dimanan de su condicionamiento tecnológico. Al asumir el desafío que ello entraña, Ernesto Garzón Valdés, en fecha muy reciente, avanza un lú- Page 491 cido balance sobre las actitudes de Optimismo y pesimismo en la democracia, indicaba algo que es del todo pertinente para el asunto aquí estudiado. En relación con quienes se aferran a un mantenimiento, cerrado a cualquier transformación renovadora, de las libertades, opaco a las proyecciones tecnológicas, serían pertinentes sus observaciones relativas a que "no se debe: caer en la tentación de suponer que se ha logrado ya la realización plena de todas las potencialidades que encierra la concepción de la democracia constitucional". Es necesario admitir que: "la siempre cambiante realidad exige la actualización coherente de sus principios y la adecuación cabal a los desafíos que el progreso científico-técnico trae aparejados". El reforzamiento de las libertades en las sociedades democráticas requiere, para Garzón Valdés: "la vigilancia estricta de los posibles vaciamientos de las instituciones democráticas y un deber de pensar los ajustes que las democracias nacionales, consolidadas o no, requieren para enfrentar los peligros que dimanan de los desafíos sociales, culturales y tecnológicos del presente". Al propio tiempo, respecto a la actitud de los que abogan por una inmediata aceptación de un nuevo diseño tecnológico de los derechos humanos, a través de la "panacea" de experiencias teledemocráticas, tiene pleno sentido la advertencia de Garzón Valdés dirigida a: "no admitir las falsas ilusiones que suelen tender un velo que distorsiona la realidad al idealizar futuros inalcanzables y vedar el camino hacia soluciones sensatamente realizables" (Garzón Valdés, 2003a, 32). Una de las cuestiones de mayor actualidad y relevancia en la que se hace patente la exigencia de la "consciencia tecnológica" de los juristas y politólogos auspiciada por Frosini, es la evaluación del impacto de Internet en los sistemas jurídicos actuales. Dicha "conciencia tecnológica supone una actitud reflexiva crítica y responsable ante los nuevos problemas que, en las diversas esferas del acontecer social suscita la tecnología, y ante los que ni el derecho ni los derechos humanos pueden permanecer insensibles" (Frosini, 1986).

II Internet: nueva frontera de la información y la comunicación

No parece lícito dudar que Internet (International Network of Computers) está siendo el fenómeno estelar de las Nuevas Tecnologías de la información y la comunicación a partir de la década de los noventa. En el umbral de un nuevo milenio, Internet se presenta como un paso decisivo en el avance de los sistemas de información y comunicación a escala planetaria. Gracias a Internet cada ciudadano, sin moverse de su casa, puede acceder a los centros de documentación más importantes del mundo, puede realizar las más diversas ope- Page 492 raciones financieras y comerciales, gozar de una enorme oferta de entretenimientos de la más diversa especie, y se puede comunicar con otros usuarios de la red sin limitaciones de número ni distancia. Si hace algunos años parecía que la "aldea global" era el gran reto del futuro, hoy Internet ha convertido en realidad presente el "hogar global", en la medida en que cada domicilio de los usuarios de la red constituye la terminal de un sistema integrado universal.

Conviene no resbalar, por su importancia, en la extensión presente y perspectivas futuras -se dice que cada minuto se incorpora un nuevo usuario a la red- de este amplísimo vehículo de información e intercomunicación. Internet es una red de redes que conecta millones de ordenadores pertenecientes a instituciones académicas, entes públicos, empresas privadas y un número creciente de internautas particulares. Se calcula que en la actualidad la emplean más de cien millones de usuarios, cifra que aumenta con una dinámica expansiva y limitada. La explosión de su crecimiento se ha debido principalmente a la difusión del parque de ordenadores personales equipados con módem y con posibilidades de conectarse a la red telefónica. Con la aparición de herramientas de uso de la red accesibles a todos se ha multiplicado el número de usuarios no especialistas en informática, frente al carácter privativo para los expertos que Internet tuvo en sus inicios (cfr. Colom y Van Bolhuis, 1995...

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