La novela del Abogado

AutorAntonio M. Luna
Páginas268-270

MONGE BERNAL: La novela del Abogado.

En la Academia de Jurisprudencia, un predilecto profesor mío de la Universidad sevillana, D. Federico Castejón, ha pronunciado una conferencia notable, como todas las suyas, cuya parte principal ha dedicado a la exégesis y apología de La novela del Abogado, de Monge Bernal.

En dicha conferencia nos hemos dado cita muchos discípulos, amigos y paisanos de ambos maestros de la Universidad hispalense.

A uno de los concurrentes oí decir que, según los cánones de la Preceptiva literaria, al libro de Monge no se puede clasificar como autobiografía (dado el elogio permanente que el autor hace del protagonista), ni como novela (cuya sencilla trama sólo ocupa tres capítulos de la extensa obra), ni como anecdotario profesional (comparable con el de Ramón y Cajal o el de Ossorio y Gallardo), ni siquiera como ensayo al estilo orteguiano, ni como epistolario a la manera de Balmes, ni como diálogo socrático, que, abstracción hecha del fondo, tenía literariamente una forma primitiva y rudimentaria.

Tal crítica se puede atribuir a la audaz valentía con que Monge ha injertado una interesante trama novelesca -cuyos sentimientos me parecen perfectamente diseccionados- dentro de un libro densísimo, que, según confiesa su autor, es el resumen de los recuerdos y las observaciones de su vida profesional.

La Práctica Forense, aunque un tanto mixtificada, era una de las asignaturas más fundamentales que estudiábamos los que ya hace más de treinta años que salimos de la Universidad. Si de mí dependiera, la restablecería; pero con toda la pureza y el rigor de su denomina-Page 269ción hoy olvidada. Y una vez restablecida esa asignatura tan necesaria, yo impondría como texto oficial de la misma en todas las Universidades españolas este libro en que Monge ha condensado maravillosamente no sólo la gran experiencia del medio siglo de su prestigioso bufete, sino, además, la de los otros cincuenta años anteriores del bufete de D. Manuel Laraña y del bufete de D. Ricardo Checa, a quienes el autor rinde merecido homenaje en el pórtico de su libro. Con razón ha dicho D. Antonio Goicoechea en el prólogo que la condensación de tan larga experiencia será útil para los que ahora comienzan a ejercer la carrera, porque encontrarán en este libro un vivero de normas inspiradoras de su conducta profesional; pero, asimismo, ha de servirnos a los viejos para circunspeccionar la nuestra y para contrastarla con ese gran misticismo profesional que el...

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