Notas para una lectura de Don Quijote de la Mancha

AutorJosé Manuel Blecua
CargoReal Academia Española
Páginas7-13

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Decía mi maestro Martín de Riquer, uno de los mayores especialistas en el Quijote, que era una inmensa fortuna no haber leído el libro porque es un gozo enorme poder leerlo por primera vez. La familia de Antonio Fraguas ha contado cómo a veces las carcajadas del dibujante se extienden por toda la casa. Los familiares del cervantino Forges ya saben que el motivo del regocijo reside en un nuevo chiste o a que el dibujante está leyendo el Quijote. Leer y releer un libro es algo maravilloso porque cada lectura es siempre diferente. Estas notas son reflexiones de un lector para otros lectores, redactadas con la confianza que da pertenecer a la cofradía de la lectura apasionada.

Ahora bien, leer un libro clásico está lleno de dificultades de todo tipo, y más un libro tan extenso y complejo como es la obra cervantina: la lengua, pensemos en el inicio "En un lugar de la Mancha..." (es útil conocer el significado técnico de lugar como 'pequeña entidad de población'), el estilo, las referencias históricas, los problemas teóricos de la creación literaria, el pensamiento cultural de la época o los aspectos del influjo de la lengua del Derecho en la obra literaria. Todas estas consideraciones llevan a la conveniencia de leer a los clásicos en ediciones bien hechas, claras, anotadas, con estudios introductorios.

La primera edición del Quijote en 1605 tuvo que seguir las disposiciones legales de imprenta de la época. El historiador Fernando Bouza descubrió en el año 2008 el expediente de la censura del manuscrito original de la primera edición del Quijote. Gracias a este descubrimiento conocemos una serie de detalles que ayudan a situar el marco inicial de la lectura del original. En 1604 el expediente de la tramitación para la licencia y el privilegio de la impresión, corrección de originales o tasa, por el consejo Real de Castilla, se cumplimentaba de acuerdo con

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la pragmática vigente. En el expediente se lee la petición a nombre de Miguel de Cervantes:

"Muy poderoso señor

Miguel de Cervantes. digo que yo e conpuesto vn libro intitulado el ingenioso hidalgo de la mancha del qual hago presentación. A V. Alteza pido y suplico sea servido de darme liçençia y previlejio para imprimirle por veinte años atento al mucho estudio y trabajo quen conponer el dicho libro e gastado y ser de letura apaçible, curiosa y de gran ingenio quen ello reçeviré gran bien y merçed para ello&c. Miguel de Cerbantes [rubricado]".

Ante la petición, el Secretario Juan Gallo de Andra-da anota: "Véale Antonio de herrera cronista de su Magestad [...]

Dásele licencia y privilejio por diez años". El cronista Herrera emite su informe: "[cruz]

Por mandado de V. Alteª he visto un libro llamado El yngenioso hidalgo de la mancha compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra y me parece, siendo dello V. Alteª seruido, que se le podrá dar liçençia para imprimille porque será de gusto y entretenimiento al pueblo a lo qual en regla de buen gobierno se debe tener atención, aliende de no que no hallo en él cosa contra policía y buenas costumbres y lo firmé de mi nombre. En Valladolid, a xi de setiembre 1604. Antonio de Herrera [rubricado]". Este expediente era trámite imprescindible para la publicación del libro de acuerdo con la Pragmática sobre la impresión de libros de 1558.

Este es el momento de la primera reflexión: el primer lector del Quijote, en su Primera Parte, todavía manuscrita, fue el cronista Antonio de Herrera. Mi opinión es que tuvo que quedarse muy impresionado: el texto que acababa de tener en sus manos no se parecía en nada a los libros que había leído anteriormente. La sorpresa de aquellos primeros lectores está muy clara: se trata de un libro sin tradición, más bien que rompe con todas las tradiciones desde el título. Rompe con la tradición de la estructura de los prólogos, y sigue la línea de ruptura, de originalidad, en una serie de aspectos muy interesantes y novedosos. Se trata de una obra dotada de un fuerte carácter experimental, muy audaz; basta pensar, por ejemplo, en los paratextos prologales de la Primera Parte, para fijarnos en un aspecto menor, o en la concepción de la autonomía de los personajes, tal vez el mayor logro para la posterior historia de la narración. Cervantes, en el Quijote, plantea una obra experimental que incorpora la vida en su sentido más profundo a la ficción novelesca. Experimenta sabiamente Cervantes con la autonomía de los personajes; existe un deseo permanente de objetividad y distanciamiento del autor, que, a su vez, como ha señalado un gran cervantista, el profesor Riley, se observa a sí mismo en el acto de escribir en una imagen que nos lleva a la pintura velazqueña. Cervantes manifiesta en el Quijote un gran interés por estos problemas; se trata de conseguir que los personajes sean auténticamente libres en la vida, aunque sea en la vida literaria. En el primer capítulo ya plantea la biografía de don Quijote como plenamente independiente del autor: "Los autores que deste caso escriben". La vida de don Quijote aparece como narrada por diferentes autores, lo que determina que ni siquiera Cervantes sepa exactamente cuál es su apellido. Los personajes discuten de crítica literaria o narran los libros y las historias que están escribiendo, como sucede con el Primo humanista.

El autor va a enfrentarse con los problemas de una sociedad muy compleja a través de las aventuras de un personaje insólito, enloquecido por los libros, un melancólico con biblioteca, como lo ha definido un hispanista notable. La obra es un repaso de miles de problemas de naturaleza muy variada que aparecen en la existencia en el transcurrir del siglo xvi al xvii. El primero de ellos es indudablemente la naturaleza de la ficción, acompañada del vivir de la Literatura, del libro y de la lectura. El Quijote es el gran libro de los libros, incluso de la imprenta. Los personajes de la obra cervantina son lectores de la Primera Parte en la Segunda, se escapan del Quijote de Avellaneda, como don Álvaro Tarfe, para aparecer en 1615 en las páginas cervantinas. Cervantes en su genial experimento descubre muy pronto que no existen fronteras entre realidad y ficción, que vida y creación se confunden continuamente y que todos los aspectos de la vida, tan variada como es, enriquecen a la ficción y son su fuente fundamental. Cervantes, sin embargo, es consciente de que esta realidad es ambigua, se muestra escéptico en sus análisis, respeta la visión de las realidades de los diferentes personajes que habitan en sus páginas. Recuérdese la excelente escena de la bacía, convertida al fin en baciyelmo.

El Quijote es una rica galería de la sociedad española; casi setecientos personajes habitan en sus capítulos. Personajes históricos, literarios, soñados y disfrazados permiten que el lector concluya una visión de la España de la época, de sus problemas, de sus aspiraciones, de sus solidaridades y, también, de sus injusticias. El mundo muestra su variedad en todos los aspectos: el hablar, el amar, el comer, el vestir., en una existencia que registra la fuerte presencia del...

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