Nota del editor invitado: Legalización de la eutanasia: Lo que está en juego

AutorMarta Albert
CargoUniversidad Rey Juan Carlos, Madrid
Páginas19-21
19
NOTA DEL EDITOR INVITADO: LEGALIZACIÓN DE
LA EUTANASIA: LO QUE ESTÁ EN JUEGO
GUEST EDITOR'S NOTE: LEGALIZATION OF THE EUTHANASIA:
WHAT IS AT STAKE
MARTA ALBERT
Universidad Rey Juan Carlos, Madrid
Paseo de Artilleros s/n, Vicálvaro, 28032, Madrid. España
+34 646717549
marta.albert@urjc.es
Cuadernos de Bioética. 2019; 30(98): 19-21
DOI: 10.30444/CB.17
Copyright Cuadernos de Bioética
Este trabajo se publica bajo una licencia de
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional
La tramitación parlamentaria de la Proposición de
Ley de Eutanasia, presentada por el grupo parlamen-
tario socialista, vuelve a situar en el centro del debate
público el problema de la respuesta que, como sociedad,
debemos dar al sufrimiento humano en el final de la
vida.
Lo que nos jugamos en este debate es mucho más
que una u otra calificación jurídica para los actos con-
ducentes a la muerte de un paciente a petición explíci-
ta de éste. Que la actuación eutanásica constituya una
conducta prohibida, como hasta ahora, o una conducta
debida, como se propone en el texto en discusión, su-
pone, como es fácil comprender, un asunto de la mayor
importancia.
Pero el derecho no se limita a imputar (o no) sancio-
nes a la comisión de determinadas acciones, con el fin
de ordenar las conductas. Sobre todo, las estigmatiza o
bien, como sería el caso, las normaliza. El derecho en-
seña y, cuando apenas hay otras instituciones que efec-
tivamente enseñen algo, el derecho despliega toda su
eficacia pedagógica sobre el tejido social. Lo que está
en juego no es sólo un problema jurídico, es también un
problema cultural: el problema del puesto de la fragili-
dad humana extrema en nuestra civilización.
El debate sobre la eutanasia es protagonista recu-
rrente en el escenario político. En España, como en otros
países de nuestro entorno, aparece y reaparece cíclica-
mente. A veces su entrada en escena viene motivada
por la interposición de un litigio estratégico asociado a
una situación trágica que resulta hábilmente amortizada
en términos políticos (como el que ha sido noticia en
estos días en Italia, a propósito del fallecimiento del dj
Fabo). E incluso cuando no se da esta circunstancia, no es
extraño que los medios de comunicación visibilicen his-
torias dramáticas de personas con patologías terribles,
historias que inevitablemente se hilvanan al debate po-
lítico. Es imposible no empatizar con el sufrimiento que
desvelan estos relatos. Cada caso representa un universo
de dolor frente al que muchos de nosotros no podemos
hacer otra cosa que suspender todo juicio.
El problema comienza cuando nos planteamos legis-
lar el final de la vida pensando en ellos. Las leyes no se
han de redactar ni en situación de conmoción emocional
ni, menos aún, persiguiendo soluciones para problemas
que no sean los que atañen más urgentemente a la ge-
neralidad de sus hipotéticos destinatarios.
No es correcto legislar enfocando sólo a las dificulta-
des que han de enfrentar aquellos que desean provocar
su muerte y, que, sobre todo, no están dispuestos a dis-
poner fácticamente de ella por sí mismos o con la ayuda
de terceros, sino que pretenden que sean los profesiona-
les sanitarios quienes asuman la responsabilidad de ma-

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