Nota del editor: el hombre como centro integrador de la bioética

AutorLuis Miguel Pastor
CargoDepartamento de Biología Celular e Histología
Páginas2-4
Luis MigueL Pastor Nota del editor: el hombre como ceNtro iNtegrador de la bioética
Cuadernos de BioétiCa XXVii 2016/3ª
285
NOTA DEL EDITOR: EL HOMBRE COMO CENTRO
INTEGRADOR DE LA BIOÉTICA
EDITOR’S NOTE: THE MAN AS INTEGRATING CENTER OF BIOETHICS
LUIS MIGUEL PASTOR
Departamento de Biología Celular e Histología.
Facultad de Medicina, IMIB-Arrixaca,
Regional Campus of International Excellence
Campus Mare Nostrum, Universidad de Murcia, Murcia, Spain.
bioetica@um.es
Cuadernos de Bioética XXVII 2016/3ª
Copyright Cuadernos de Bioética
Como bien se plantea en la introducción del tema
de estudio de este número de “cuadernos de bioética,”
la ética ambiental es la reflexión filosófica sobre las ac-
ciones humanas en relación con la naturaleza, tanto en
su aspecto geofísico como biológico. De esta forma, el
discurso ético ambiental, como no podría ser de otra
forma, parte del hombre, único ser que puede hacerse
responsable de los ecosistemas. Se trata no sólo de acep-
tar a la naturaleza en su conjunto como un bien para el
hombre, sino de establecer cuáles son los deberes que
el hombre tiene con ella. Esas obligaciones suponen una
relación ética que no sólo mejora al ser humano como
persona, sino que conduce a una utilización de la natu-
raleza que compagina el respeto de los ecosistemas y el
desarrollo humano.
Lejos de posturas antihumanas biocéntricas que tien-
den a sacralizar la naturaleza o, de otras abusivas, que
pudieran considerar los ecosistemas como simple mate-
ria para ser usada por el hombre a su antojo, la ética
ambiental o ecoética debe ser un conocimiento práctico
que favorezca un comportamiento verdaderamente hu-
mano con los ecosistemas. Tal conocimiento reconocerá
los principios y normas con las que actúa un hombre
interiormente equilibrado, que no solo respeta la vida
humana, sino también, según su condición, el mundo
inanimado y los diversos grados de la vida. Es más, se
podría decir, que las mismas actitudes o virtudes que
ayudan al discernimiento ético, en relación al respeto de
la vida humana, también ayudarán a tomar decisiones
en relación con el ecosistema.
Es fácil advertir, pues, que hay una conexión entre la
ecología y lo que podemos denominar ecología huma-
na. Esta conexión tiene un doble sentido. Por un lado,
debido a la unidad sustancial del hombre es sencillo
percatarse de que detrás de comportamientos que eli-
minan, descartan, excluyen, usan o abandonan las vidas
humanas a su antojo, rebajándolas a simples cosas, ani-
da una voluntad profundamente injusta. Es la misma
que surge en comportamientos despóticos y destempla-
dos que no reconocen límites de actuación del hombre
sobre la naturaleza. Quien es incapaz de respetar la dig-
nidad humana se convierte también en un depredador
del mundo circundante. Quien sólo busca su utilidad,
sea en bienes deleitables o económicos, no se detendrá
ante un ecosistema, que siempre será para él una pro-
piedad, un dominio, sujeto a su razón instrumental. El
abuso se producirá buscando eficacia o la satisfacción
que marque el mercado o los propios gustos1. Por otro
1 Son muchas las voces que indican que detrás de la crisis
medioambiental estaría la propia crisis antropológica, ética, social
humana, especialmente ligada al antropocentrismo generado en
la modernidad y que difícilmente podemos alcanzar la paz con el
entorno natural si no somos capaces de alcanzarla en el interior de

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