De la normalización de individuos a la gestión de flujos. Disciplinas, dispositivos de seguridad, sociedades de control

AutorJosé Ángel Brandariz García
Cargo del AutorUniversidad de A Coruña
Páginas33-52

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III 1. Introducción: un tiempo de normalización y disciplinas

En los últimos años, básicamente tras la publicación de los cursos impartidos por FOUCAULT en el Collège de France en 1978 y 1979 1, se ha desarrollado un muy relevante trabajo académico de análisis de los modelos de poder -y control- que el autor francés había teorizado. En esa línea de investigación se ha retomado el estudio de la denominada sociedad disciplinaria, confrontándolo con los análisis que teorizan una etapa post-disciplinaria, en torno a las ideas de los dispositivos de seguridad y de la sociedad de control. Este conjunto de análisis no solo son de innegable trascendencia para la caracterización de la Política criminal contemporánea, sino que pueden verse como complementarios a las otras direcciones de pensamiento que, analizando la crisis del modelo punitivo welfarista, han venido estudiando el tiempo posterior a su declive. Por ello, toda esta línea de estudio probablemente va a seguir ofreciendo resultados de sumo interés en el futuro para la investigación sobre el sistema penal.

Como es bien conocido, toda esta dirección analítica parte del trabajo sobre el poder y las tecnologías políticas de FOUCAULT 2, y tiene un marco central de referencia en su obra Vigi-

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lar y castigar (1975) 3. Este estudio, así como otros textos del autor de la misma época 4, se ocupan de indagar de qué modo desde inicios del s. XIX comienza a consolidarse un modelo punitivo que se inscribe en el marco de una determinada tecnología política, por él denominada disciplinaria 5. Este modelo se contraponía al diagrama de poder correspondiente a las sociedades anteriores, que el autor califica como estrictamente penales o de soberanía 6. El autor francés destaca que en esas modelos sociales antecedentes también existían, como es obvio, formas de control y castigo, pero se organizaban de manera diferente y su teleología era distinta. La mayor diver-gencia se manifiesta en la orientación puramente negativa, centrada en la decisión sobre la muerte, de la etapa soberana, frente a la tendencia productiva, transformadora, de administración de la vida y conformación de los individuos que caracteriza al modelo disciplinario 7.

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Los análisis foucaultianos sobre las tecnologías de poder son de muy difícil clasificación epistemológica. En ellos se interrelacionan formas jurídicas con modelos políticos, sociales o productivos, hasta el punto de que su designación como contribución de Sociología jurídica o de Economía política de la pena es sin duda reduccionista. No obstante, como es bien sabido, la tesis foucaultiana de la conformación de la etapa de las disciplinas se desarrolla, fundamentalmente en la obra de referencia mencionada, mediante el análisis de las transformaciones históricas de los métodos punitivos, que el autor relaciona con las que los individuos sufren en sus propios cuerpos, mediante su ubicación en unas determinadas relaciones de poder que los constituyen como sujetos 8. El autor, de este modo, trata de incardinar la lógica de los sistemas punitivos en una cierta economía política del cuerpo, indagando los mecanismos y técnicas que permiten su mutación y dominación por medio del castigo 9. Desde esta perspectiva, FOUCAULT indaga de qué manera funcionan las tecnologías del castigo, como específicos dispositivos de gobierno que permiten el ejercicio del poder sobre los individuos y, como añadirá a partir de un deter-minado momento de su obra, la gestión biopolítica de las poblaciones 10.

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En coherencia con este planteamiento epistemológico, el autor considera que la transformación de la penalidad que se inicia a comienzos del s. XIX no se debe a los planteamientos humanistas de la Ilustración, sino a la necesidad de hacer más incisivo y menos costoso el ejercicio del poder de sanción y normalización; la penalidad disciplinaria es, por tanto, una nueva tecnología de poder orientada a la sujeción del cuerpo y a la transformación del «alma» de los individuos 11. Esta tecnología se orienta a una modelación constante del cuerpo, con el fin de hacer de él un aparato tan dócil cuanto útil; por ello, el cuerpo es entrenado, temporalizado y localizado de acuerdo con determinadas reglas, preordenadas a la transformación del espíritu y a la normalización del comportamiento de los individuos 12. Este proceso se encauza mediante todo un conjunto de instituciones disciplinarias, en las cuales se combinan funciones de vigilancia-inspección -que hallarían su expresión más acabada en el panoptismo benthamiano- y de sanción, orientadas ambas a la normalización 13.

Todo ello marca el tránsito desde una lógica del poder soberana, esto es, orientada a la mera perpetuación del poder, a otra tecnología -que en un determinado momento el autor va a conceptuar como gubermentalidad- en la que esa finalidad de autoconservación se desarrolla en el marco de una verdadera

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ciencia de gobierno 14, orientada a la gestión de las poblaciones en función de los fiujos productivos que las atraviesan 15. En esa nueva lógica, las consideraciones productivas se introducen en la Razón de Estado 16, de modo que una de las funciones del ejercicio del poder será gestionar territorios y poblaciones maximizando las potencialidades productivas, es decir, intentando articular -en cierta medida, recuperar- la cooperación productiva humana 17. En suma, se pasa de una forma de poder externa a los procesos sociales que simplemente prohíbe, operando a través de la muerte, a otra interna que regula y ordena, gestionando la vida.

En la mencionada interrelación entre vigilancia y sanción inscribe FOUCAULT el nacimiento y consolidación de la prisión, como instrumento básico -entre otros- de institucionalización del proyecto disciplinario 18 y, en cualquier caso, como paradigma de una nueva penalidad discreta, superadora del suplicio (castigo destructivo, de naturaleza dramática). En ese sentido, la función de la nueva institución penitenciaria no es prioritariamente la exclusión, sino la normalización de los individuos, objetivo que se estructura en tres finalidades principales: a) temporalizar la vida de los sujetos, ajustando su tiempo al aparato productivo; b) controlar sus cuerpos, convirtiéndolos en fuerza de trabajo; c) integrar esa fuerza de trabajo en el marco productivo 19. De este modo, el proyecto disciplinario en el que coopera la prisión se orienta hacia las lógicas productivas necesarias para la formación y consolidación de la sociedad industrial y, posteriormente, del

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capitalismo fordista 20. Con todo, la prisión no constituye sino un patrón que en gran medida tiende a trasladarse a otras instituciones, como la fábrica, la escuela, el cuartel, el orfanato, el hospital, el hospital psiquiátrico, el reformatorio de menores o, incluso, la barriada obrera, que generan una red de secuestro de la existencia humana, orientada a las funciones de disciplinamiento social 21.

El lúcido análisis de FOUCAULT concluye con lo que el autor analiza como aparente fracaso de la prisión y de las tecnologías del castigo a ella anudadas. El filósofo llama la atención sobre el hecho de que la prisión parece mostrar la historia de un fracaso, toda vez que prácticamente desde el inicio de su historia resulta evidente que no logrado sus objetivos de control de la criminalidad y de transformación de los infractores 22. Sin embargo, el pensador galo asume que la resistencia mostrada por la longevidad de la prisión dificulta hablar de fracaso. Por ello, considera que lo que realmente manifiesta la historia de la penitenciaría es un éxito en el desarrollo de sus funciones latentes, que no son sino la fabricación de la criminalidad, esto es, la organización y distribución de infracciones e infractores, localizando los espacios sociales libres del castigo y los que deben ser objeto de control y represión. Se trata, en síntesis, de lo que el autor denomina la «gestión diferenciada de los ilegalismos» 23, que se

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orienta, en su planteamiento, por consideraciones primordialmente de clase 24.

III 2. Tecnologías de poder y control postdisciplinarias

El filósofo francés, tras la extraordinaria difusión de sus tesis sobre las disciplinas, no se dedicó con la misma intensidad a indagar la conformación de una tecnología de poder ulterior a la disciplinaria 25. Sin embargo, su trabajo en ese ámbito tuvo una continuidad que resulta de notable relevancia para el estudio de las políticas de castigo contemporáneas, y ello cuando menos en un doble plano. Por una parte, como resulta hoy evidente tras la publicación de sus cursos de 1978-1979, FOUCAULT elaboró, cuando menos parcialmente, las líneas generales de una tecnología de poder postdisciplinaria, que el autor entendía consonante con la emergencia de una racionalidad política propia del liberalismo avanzado, y que denominó dis-

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positivos de seguridad 26. Al margen de la brevedad con la que el autor trató la materia, su interés singular se deriva de haber propiciado el surgimiento de una escuela de pensamiento tan fructífera como la anglosajona de los governmentality studies 27.

Por otra parte, unos pocos años después de la muerte del pensador francés, y seguramente con conocimiento de sus textos aún inéditos, DELEUZE (1995: 273 ss.; 2003: 299 ss.) planteó un paradigma posterior a las disciplinas, designado como sociedades de control 28. Más allá de la proximidad entre ambas tesis 29, lo más significativo de ellas en este momento es que apuntan líneas de tendencia de las políticas de control plenamente consonantes...

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