Notas en torno a las nociones de gobernanza urbana y participación ciudaddana

AutorIglesias - García Segador - Mañanes
Cargo del AutorUniversidad Rey Juan Carlos - Ayuntamiento de Madrid
Páginas173-188
I Introducción

El eje central de esta contribución bascula en torno a la idea de que en el modelo socio-institucional del Estado del Bienestar de raigambre europea, gobernanza urbana y participación ciudadana aparecen entreveradas en tanto en cuanto está última es un "input", un elemento constituyente, en las estructuras de gobernanza local. En la tradición democrática liberal el gobierno local se configura como una institución para la maximización de la democracia política, ampliando su papel representativo y de prestación de servicios al consultivo, potenciando así la creación de ciudadanía.

Por otra parte, la vida de los ciudadanos se desarrolla cada vez más en el ámbito de las ciudades, en cuyo seno desarrollan sus actividades personas y grupos portadores de múltiples identidades. Esta diversidad identitaria genera situaciones de complejidad que no se puede resolver con la sola intervención de los especialistas al servicio de las instituciones de gobierno y administración local en la elaboración de las decisiones colectivas. El sistema político-administrativo local es el primer eslabón del estado democrático y, como tal, instancia de participación democrática, pues ofrece un sistema donde las formas convencionales de participación y las no convencionales, son más factibles. La articulación ciudadana en Page 173 foros, asociaciones, Organizaciones No gubernamentales, movimientos ciudadanos, entre otros, ofrecen un potencial endógeno para la creación de marcos comunicativos a través de los cuales incorporar la cooperación entre los ciudadanos y sus instituciones de gobierno.

II Gobernanza urbana y participación ciudadana

La noción de gobernanza nace precisamente debido a la necesidad por parte de los poderes públicos de afrontar la complejidad estructural. Veamos, pues, los significados que connotan ambos términos, gobernanza urbana y participación ciudadana, o dicho de otra forma, gobernanza y democracia participativa. En una primera aproximación el término gobernanza tiene su origen inmediato en la expresión anglosajona de la governance, un remedo, de la expresión alemana más elaborada de la politische Steurung (dirección política). Es desde este ámbito anglosajón del que, sin duda, parte un copioso acervo de corrientes y experiencias que también proporcionan a la vez enfoque y cobijo en punto a la investigación y tratamiento de las instituciones político-administrativas, desde cuyos parámetros, la governance o gobernanza, es un constructo que se desarrolla para poder describir los intentos de poner en marcha un nuevo estilo de gobierno, aquel que pone mas énfasis en la cooperación entre el gobierno y otros actores que en el ejercicio del control jerárquico consustancial al ejercicio de la autoridad. En este sentido puede hablarse de gobernanza según los distintos niveles territoriales, es decir, gobernanza local, nacional, europea (Canales, 2001). Adicionalmente, existe otro término que no puede ignorarse, cual es la expresión de gobernanza corporativa o corporate governance referida a las empresas, sobre todo multinacionales, para coordinar las actividades de sus filiales en distintos países del mundo. De entrada, es menester destacar que es precisamente al Banco Mundial a quien se debe la primigenia utilización del término gobernanza en 1989 para identificar las condiciones que determinados países en desarrollo deben cumplir al objeto de poder ser receptores de ayuda económica. En puridad, ello significa que se hace preciso señalar si se está hablando de una gobernabilidad política o una gobernabilidad económica, distinción importante si se tiene en cuenta que cada enfoque entiende sus modelos, o mejor dicho, sus metáforas de forma diferente. Así, desde la Ciencia Política y de la Administración nos encontramos con instituciones y estructuras de poder, mientras que, por el contrario, desde la Economía nos encontramos con mercados y maximizadores de utilidades. Page 174 En lo que sigue, me referiré a la gobernanza política entendiendo a ésta como la inclusión de los actores sociales y de los ciudadanos en las redes de elaboración e implantación de las políticas públicas (Mayntz, 1999), inclusión que, a nuestro juicio, no trae como resultado la pérdida del control público en los procesos de toma de decisiones, pues, en última instancia, las autoridades públicas ostentan recursos para tomar la decisión final, de tal forma que el control jerárquico y la autoregulación no son mutuamente excluyentes, sino complementarios como elementos de una forma de ejercicio de la gobernanza mediante el fomento de la cooperación horizontal, es decir, la transición de un modo de gobierno obsesionado por la autoridad y el control a un modo de gobierno mas atento a las necesidades de los ciudadanos o, si se quiere, a un modelo democrático menos coherente desde un punto de vista de la ingeniería institucional.

Por lo que hace a la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, esta no se puede desvincular de una reflexión acerca de las grandes cuestiones que están en el núcleo de los debates actuales acerca de la democracia. Efectivamente, la preocupación por parte de la teoría política y social en cuanto a la relación entre gobierno y ciudadanía es una constante. Así, la idea de la participación ciudadana se encuentra en la Europa antigua, en la Grecia clásica el soporte de la democracia es la isegoría, es decir, la libre opinión expresada de los ciudadanos. Para Tocqueville en La Democracia en América la esencia de la democracia es la propensión de los ciudadanos a asociarse para facilitar la participación. Rousseau en el Contrato Social argumenta que el bien común debe ser el resultado de la voluntad general para cuya conformación es exigible la participación. Stuart Mill en sus Consideraciones sobre el gobierno representativo aboga por la participación ciudadana como mecanismo de educación cívica. En el ámbito de la Sociología, la Escuela de Chicago (McKenzie, 1923) identificó a las asociaciones de ciudadanos como críticas para la integración de un universo urbano fragmentado. Más recientemente, Habermas reclama la creación de "esferas públicas" donde el debate sea posible (Habermas, 2002), es decir, donde impere la racionalidad dialógica, aunque sea dudoso que en estos foros se impongan los argumentos mas racionales, si acaso, los mas razonables, o sea, los mas instrumentales1. En la misma línea Page 175 Claus Offe entiende que lo importante en democracia es el proceso y no tanto el producto y para que un proceso sea realmente democrático debe incluir en él la participación ciudadana (Offe, 1985). Más recientemente las investigaciones de Putnam (1993) en los gobiernos regionales italianos se centran en las interrelaciones entre instituciones sociales, compromiso cívico y rendimiento organizativo. De acuerdo con Putnam, algunas instituciones son capaces de promover "lazos horizontales" que son transversales a los distintos grupos y que son capaces de generar confianza y compromiso cívico. Estos lazos a partir de los cuales se configuran redes cívicas para la solución de problemas colectivos son una forma de lo que este autor denomina capital social.

Naturalmente, lo hasta aquí dicho contradice la sola comprensión del concepto de democracia como elección periódica de representantes cada cierto tiempo sin que, en el interregno, cuente la opinión del ciudadano2. Por lo demás, el discurso hegemónico vigente inspirado en las teorías individual-utilitaristas de la Elección Racional y de la...

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