Sesión Necrológica in memoriam del Excmo. Sr. D. Manuel Díez de Velasco Vallejo (q.e.p.d.)

AutorExcmo. Sr. D. Fernando Sánchez Calero
Páginas587-594

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Excmo. Sr. Presidente

Excmos. Señores.

Señoras y Señores

Cumplo el deber de recordar a nuestro compañero fallecido Manuel Diez de Velasco y Vallejo, que tenía amplia antigüedad en esta Institución en la que tomó posesión como vocal de número el 12 de marzo de 1984. Tiene esta Real Academia la tradición de celebrar con solemnidad la toma de posesión de sus numerarios -acto lleno de esperanza y satisfacción- y un acto en su memoria con recato pero con no menos solemnidad cuando se produce su fallecimiento, porque el hombre no puede detener el devenir que nos lleva hacia él. Acto en su honor que está formado por la celebración de una Santa Misa pidiendo al Señor que reciba el alma de nuestro compañero en su seno, y el pronunciar unas palabras en esta sede que han de destacar la labor realizada por quien nos ha dejado.

Es claro que esta tarea podían realizarla otros miembros de la Academia mejor que yo. He leído la aguda y precisa contestación que en 1984 el maestro García de Enterría hizo al discurso de ingreso de Manuel Diez de Velasco, tanto sobre la materia del discurso -El Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas- como el elogio de la personalidad del entonces nuevo académico. D. Eduardo podría haber redondeado su aportación respecto a quien, tras elogiar y destacar el bagaje científico y profesional nada común con el que iba a ocupar su puesto de numerario en la Academia, le saludaba con natural contento por ser uno de los doce prime-ros magistrados de nuestro Tribunal Constitucional elegido con neto consenso por nuestro Congreso de los Diputados.

O bien pienso que hubiera podido hacer esa labor, el profesor Gil Carlos Rodríguez Iglesias, seguramente el más destacado discípulo de Diez de Velasco, que tuvo a su maestro desde 1988 a 1994 como Juez del Tribunal de Justicia de la hoy denominada Unión Europea cuando él era Presidente de ese Tribunal, en el que me consta, que tanto uno como otro han dejado una estela brillante de su actuación. Pero no le ha sido encargado al profesor Rodríguez Iglesias el cometido que pesa so-

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bre mí, seguramente porque se hubiera demorado este acto al tener que esperar su celebración, pues habiendo sido elegido como vocal numerario en esta Institución, nuestro compañero está pendiente del acto de su pronta toma de posesión.

He aceptado el encargo de recodar a Diez de Velasco ante este ilustre auditorio, en el recoleto y solemne acto que celebramos, con el entrañable título de haber sido su compañero y amigo de forma ininterrumpida desde los años cuarenta del siglo pasado en los que fuimos alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid, y celebramos el mismo día, el 1 de julio de 1949 el llamado examen de licenciatura.

He de añadir a lo anterior que fuimos discípulos ya antes de esa fecha, yo en menor grado, del profesor Miaja de la Muela en los tiempos en que Don Adolfo permanecía apartado injustamente de la cátedra de Universidad que había obtenido en 1934 con veintisiete años. Luego en el año 1950 fuimos nombrados Manuel Diez de Velasco y quien os habla profesores ayudantes de la Facultad de Derecho de Valladolid, ciertamente en materias distintas.

En aquella Universidad en realidad pequeña, pero con grandes maestros, con la excepción -siempre los principios tienen sus excepciones- de alguno que no lo era y que obligó a Diez de Velasco, a abandonar aquella querida Facultad. Había trabajado intensamente en su tesis sobre "Las reservas en los tratados internacionales" que leyó aquí en Madrid en 1951, y que había elaborado bajo la dirección de Don...

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