Necesidades psicológicas de los árbitros de fútbol de alta competición

AutorJosé María Buceta Fernández/Dolores Del Pino/Fernando Gimeno/José María García-Aranda Encinar/José Antonio Ruiz Caballero
Páginas89-96

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1. Introducción

El arbitro de fútbol es un deportista que, como cualquier otro deportista, debe rendir al máximo nivel posible realizando su cometido específico. Y este rendimiento debe producirse en el marco estresante de la competición deportiva, razón por la que muchos arbitros, al igual que ocurre con muchos jugadores, no son capaces de rendir de acuerdo con sus posibilidades reales.

En el contexto de la alta competición (competiciones internacionales, primera división y segunda división), las condiciones estresantes de los partidos son muy acusadas, fundamentalmente, por la enorme trascendencia de los resultados deportivos y la estricta evaluación social de los protagonistas como parte del "deporte-espectáculo-negocio" que es el fútbol en estas categorías. En estas condiciones, los jugadores, los entrenadores y los arbitros, suelen rendir a un buen nivel la mayor parte del tiempo, pero son propensos a cometer errores que aunque pocos en cantidad pueden resultar decisivos.

En realidad, la mayor parte de los deportistas de alta competición (incluyendo jugadores, entrenadores y arbitros), a través de su carrera deportiva han desarrollado una gran capacidad de control del estrés que les permite funcionar correctamente la mayor parte del tiempo, pero en muchos casos, carecen de la suficiente capacidad para funcionar del mismo modo en momentos muy concretos que suelen ser muy decisivos en el desarrollo y desenlace del partido.

Así, por ejemplo, un jugador que está controlando bien el estrés que le rodea y jugando aceptablemente en un partido de gran trascendencia, en un momento concreto es incapaz de controlar su enfado por algo que ha sucedido, "se pica" con un contrario, le da una patada y es expulsado. Este jugador, que hasta ese momento había funcionado bien, ha sido incapaz de controlar su reacción emocional ante una situación estresante que le ha "rebasado", y las consecuencias han sido muy graves. De poco habrá servido que el jugador haya funcionado bien la mayor parte del tiempo, ya que esta pérdida de control puede perjudicar a su equipo decisivamente.

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Algo similar puede ocurrirle a un arbitro. Está controlando bien el estrés que rodea a un partido y su rendimiento arbitrando está siendo bueno. Pero en un momento concreto toma una decisión y recibe las protestas de los jugadores del equipo afectado al tiempo que los abucheos del público. Se mantiene en la decisión pero tiene la duda de haber acertado; su ansiedad aumenta y su atención se estrecha, en detrimento de su rendimiento presente. En estas condiciones, es más probable que tome una decisión errónea en la siguientes jugadas o que maneje peor su comunicación con los jugadores, pudiendo "perder el control del partido" y hasta influir decisivamente en el resultado de éste.

Es evidente que el arbitro puede equivocarse, al igual que lo hacen los jugadores y los entrenadores (y de hecho, las equivocaciones de los arbitros suelen ser menos en número que las de los jugadores y los entrenadores), pero los errores pueden reducirse si el arbitro se encuentra en buenas condiciones físicas y psicológicas. Y del mismo modo que se prepara para estar en buenas condiciones físicas, debería hacerlo para estar en buenas condiciones psicológicas, en la línea señalada por Weinberg y Richardson (1990) y Cruz (1997). De esta forma, podría optimizar su rendimiento, controlando mejor los momentos más críticos en los que los errores son más probables.

Para ello es importante detectar las necesidades psicológicas de los arbitros, con el propósito de centrar la preparación psicológica en los aspectos que en cada caso sean más necesarios.

En este escrito, se señalan brevemente las condiciones psicológicas que favorecen el máximo rendimiento de los arbitros de fútbol, y se exponen las principales conclusiones de un estudio realizado por los autores sobre las necesidades psicológicas de los arbitros españoles de alta competición.

2. Condiciones psicológicas que favorecen el máximo rendimiento

La activación general del organismo es una respuesta en la que intervienen el sistema nervioso central y el sistema neurovegetativo. Básicamente, al aumentar la activación general, aumentan el estado de alerta, la actividad somática y la actividad simpática. Esto supone, por ejemplo, que al aumentar el nivel de activación general de un arbitro durante un partido de fútbol, su atención estará más alerta respecto a determinados estímulos (en detrimento de otros), aumentará su tensión muscular y se incrementará su tasa cardíaca.

El nivel de activación general se puede situar en un continuo que, en estado de vigilia, se extiende desde un estado de máxima calma y relajación (activación muy baja) hasta un estado de máxima alerta, tensión y excitación (activación muy alta). A lo largo de este continuo se encontrarán distintos niveles de activación, desde los más bajos hasta los más altos.

El nivel de activación general influye en el rendimiento de los deportistas afectando su funcionamiento físico y psicológico.

— En el primer caso, la activación repercute en aspectos como la tensión muscular, la movilización de energía y la coordinación motriz. En el caso de los arbitros estos aspectos pueden influir en la calidad y el "timing" de sus desplazamientos, su posición más o menos apropiada en el campo, el cansancio

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físico y hasta la facilidad para ejecutar la acción de soplar el silbato. Además, la activación puede influir en sus gestos corporales y en el volumen y el ritmo de su conducta verbal cuando se dirigen a los jugadores y los entrenadores.

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