Naïr, Sami Refugiados. Frente a la catástrofe europea, una solución real, Barcelona: Planeta, 2016

AutorÁngeles Solanes Corella
CargoUniversitat de València
Páginas318-323

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Mientras palabras como refugiados e inmigrantes generan ecos conflictivos y contradictorios, vinculándolas a ideas como invasión e ilegalidad, asistimos en Europa a la mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Ese contexto de la denominada «crisis de los refugiados» (que hace referencia a sirios y afganos, pero también a iraquíes y eritreos, entre tantos otros) pone en entredicho la esencia misma de la Unión Europea, sus valores y el respeto a la dignidad sobre la que se asientan los derechos humanos. Ante el escepticismo y el desengaño es hora de construir una nueva Europa sobre el modelo social civilizado de la solidaridad, condenando y denunciando la idea falsa e inhumana de que no hay solución para los refugiados en Europa en una especie de alegoría permanente a la parábola de «El banquete de la naturaleza» de Malthus.

Para ello Sami Naïr, como especialista en movimientos migratorios y creador del concepto de codesarrollo propone en este libro destruir las principales falacias sobre el asilo y la inmigración para poder buscar una alternativa. Se trata de un estudio riguroso por parte de un intelectual referente a nivel internacional en esta materia que, además, ha tenido responsabilidades de gobierno que le permiten conjugar de forma maestra el conocimiento académico y la dimensión práctica. Asimismo, este trabajo puede ser visto como un instrumento de lucha y compromiso, con denuncias sobre la pérdida de los ideales originarios del proyecto europeo y alternativas para reconducirlo.

El libro está articulado en cuatro partes, con catorce capítulos breves, en las que Naïr transporta al lector del «gran éxodo» al «gran camino» para ir más allá de lo que algunos persisten en catalogar como un problema humanitario coyuntural y tomar las decisiones que llevan a escoger entre el camino de la barbarie o el de la civilización.

La primera parte de este trabajo, dedicada al gran éxodo, se ocupa de examinar la crisis de los refugiados analizando de qué huyen y a dónde van, para mostrar que la Unión Europea carece de respuestas ante los desafíos que plantea este entorno geoeconómico y geopolítico. Esa falta de visión sobre los desplazamientos de población y las migraciones tendrán graves consecuencias sobre los sistemas democráticos actuales, tal como comienza a visibilizarse con el auge del racismo, guerras identitarias internas por la falta de integración social de las capas social más marginales y, en definitiva, con el retorno de los fascismos.

La Unión sigue anclada en una gestión de la movilidad humana que se construye de forma defensiva y olvida, por una parte, que el factor clave para entender la orientación de los movimientos migratorios es el demográfico y, por otra, que la acogida de migrantes y refugiados no obedece a las mismas normas. Al igual que entre los denominados migrantes económicos hay diferentes categorías, también el concepto de refugiado puede alcanzar a una gran variedad de personas.

En efecto, datos como que más de veinticinco millones de persona se han visto obligadas a desplazarse a nivel mundial por motivos ambientales, pone en evidencia que la definición jurídico-política de la Convención de Ginebra (1951) es en estos momentos insuficiente. Mientras se protege y amplía la movilidad de las mercancías y el capital, se deja desprotegidos a quienes que

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huyen de su país, cualquiera que sea el motivo que les haya obligado a ello. Por eso, Naïr recoge la interesante propuesta de incluir en la mencionada Convención un protocolo específico sobre refugiados climáticos, y la ampliación en ese sentido de los Principios Rectores de Naciones Unidas sobre desplazamientos internos. Se trata, sin duda, de un planteamiento que no está exento de riesgos, ya que cabe una doble lectura. En efecto, si bien entrar en la propuesta de reforma, para su actualización, de la Convención puede suponer inclusión de diferentes realidades que no fueron tomadas inicialmente en consideración, es posible al mismo tiempo que se quiebre el consenso universal de mínimos que se ha conseguido con la misma respecto a lo que se debe entender por refugiado. Por eso, no es descartable un punto intermedio que suponga una correcta interpretación de la Convención por parte de los Estados que aglutinara a los que carecen de protección internacional. Mientras no se realicen cambios, los Estados más recalcitrantes pueden no actuar y seguir evitando el cumplir con sus deberes de socorro.

Aún encontrándonos ante lo que puede considerarse un...

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