Mutilación genital femenina, una realidad en la Unión Europea y en España

AutorEsther Portal Martínez y Enrique Arias Fernández
Páginas47-67

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1. Introducción

La mutilación genital femenina es una práctica ancestral que pervive en las tradiciones socioculturales de algunas comunidades radicadas fundamental-mente en África y en Asia, cuyo alcance real se desconoce. En los últimos años, los organismos internacionales y muchos gobiernos a escala nacional, están intensificando los esfuerzos por determinar su impacto tanto en los países donde se sigue practicando, como en aquellos que son receptores de migrantes procedentes de lugares donde persiste esta realidad. Es fundamental conocer la magnitud de la práctica para visibilizar el problema: lo que no se conoce, no existe, al menos, en nuestro imaginario.

Últimamente se ha incrementado la investigación para sacar a la luz la incidencia de la mutilación y los argumentos que la sostienen, a fin de establecer líneas de actuación que palien las consecuencias entre las mujeres que ya la han sufrido y eviten que otras puedan sufrirla.

Aunque cada vez se suman más países a su prohibición y son más las comunidades practicantes que la rechazan y la abandonan, los últimos sondeos de UNICEF (2016) indican que el número de mujeres y niñas que han sufrido algún tipo de mutilación ha crecido exponencialmente. Esto se explica como consecuencia del aumento de la natalidad en aquellos lugares en los que se sigue practicando, lo que ha supuesto el incremento de población en riesgo y la lógica alarma sobre sus perspectivas de erradicación a corto y medio plazo.

Como se ha expuesto en el primer capítulo, la mutilación genital femenina es una realidad presente en los cinco continentes, bien por su arraigo en las tradiciones de determinados grupos étnicos en numerosos países, bien como consecuencia del auge de los movimientos migratorios en las últimas décadas, lo que la ha convertido en un fenómeno de alcance global. En este trabajo haremos un

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análisis y una descripción demográfica de su presencia en la Unión Europea y, con mayor detenimiento en España, de la población originaria de países donde aún tiene arraigo esta tradición.

2. La mutilación genital femenina en el contexto global

Actualmente, la mutilación genital femenina (MGF/C) como práctica propia está documentada en multitud de países de África, de Asia y, con cierta precaución, pues faltan datos al respecto, entre algunas comunidades de América en la cuenca amazónica (Sequi, Touray y Piniella, 2013). Los esfuerzos para erradicarla no son nuevos. En Kenia su prohibición se remonta a 1911, a pesar de ello en 1998 la prevalencia era del 38% y en 2016 del 21% (UNICEF, 2016). En Sudán se prohibió en 1941. En Egipto, en 1996, tanto dentro del sistema de salud, donde se practicaba la llamada mutilación medicalizada en un intento de reducir los daños, como fuera. En Burkina Faso, en 1996, se establecen penas de cárcel no solo para quien la ejecuta, sino también, para sus cómplices en el entorno familiar y comunitario, pese a lo cual la persistencia es del 76%. En Guinea está prohibida por la Constitución desde el 2003 (Ismail, De Dios y Gascón, 2015). Sin embargo, actualmente la persistencia de esta tradición en Sudán y en Egipto es de un 87%, en Guinea del 97% (UNICEF, 2016).

Los organismos internacionales también se han sumado a los esfuerzos para su erradicación. La ONU, en 1993, pidió por primera vez a los Estados que adoptaran medidas eficaces para su eliminación. En 2012, tal vez consciente del escaso progreso registrado en las dos décadas precedentes, demandó intensificar los esfuerzos y en 2015 incluyó, como uno de Objetivos de Desarrollo Sostenible su definitiva erradicación para 2030. A su vez, en Maputo, en 2003, el Protocolo de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos establece compromisos para la eliminación de la mutilación en Malabo en 2011, la Unión Africana prohíbe la MGF/C y en 2016 el Parlamento Panafricano y el Fondo de Población de las Naciones Unidas firman un acuerdo de prohibición de la práctica en todos los países miembros.

Sin embargo, la firmeza en las directrices que han conducido a que hoy haya una agenda global para su desaparición, no siempre ha resultado tan categórica, pues en un inicio se interpretó que la MGF/C era una cuestión cultural y, por tanto, había que abordarla desde el respeto a las tradiciones y que, de la misma forma que otras violencias contra la mujer, pertenecía al ámbito privado en el que las instituciones no debían inmiscuirse. Esta visión, se ha unido desafortunadamente, a que el ejercicio de la prohibición en países como Kenia o Sudán colisionaba con los intereses de los explotadores coloniales por mantener sus cotas de producción sobre la base de la mano de obra intensiva, sin que interfirieran problemas domésticos en el trabajo como posibles embarazos

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de las mujeres no mutiladas (Thomas, 1987). El resultado a escala global, por un lado, ha sido el retraso en la investigación sobre su incidencia real entre las comunidades que lo practican, sobre sus consecuencias y sobre el diseño de las estrategias para lograr su supresión más allá de la prohibición. Por otro, ha dejado a quienes se han opuesto a ella, en muchos casos mujeres, solas frente a la presión social y expuestas a unas cifras dramáticas de prevalencia: según los últimos datos de UNICEF (2016) se estima que 200 millones de mujeres han sufrido algún tipo de mutilación y que, de ellas, 44 millones son niñas menores de 14 años.

Si comparamos estos datos con los ofrecidos en informes anteriores vemos que ha habido un crecimiento dramático de las estimaciones de las niñas y mu-jeres afectadas. En 2006 las cifras de UNICEF (2007) señalaban que 70 millones de niñas y mujeres entre 15 y 49 años habían sido mutiladas en 27 países de África y Oriente Medio y apuntaba ya entonces a un descenso en la prevalencia con respecto a estudios anteriores. Este mismo organismo, en 2013, daba cifras nada alentadoras: la estimación de mujeres y niñas que habían sufrido la práctica ascendía ya a 125 millones y otros 30 estaban en riesgo de sufrirla. Además, se ampliaba el número de países a 29 (UNICEF, 2013). Hoy, el último informe de la ONU (2016) aumenta la cifra hasta los 200 millones e incluye 30 países.

La explicación a este aumento exponencial es múltiple. Por un lado, gracias al trabajo de investigación han salido a la luz más casos de MGF/C y se ha podido ampliar el área geográfica de influencia. Por otro, aunque en términos globales ha bajado la prevalencia de la mutilación en las últimas décadas, se ha producido un aumento de la natalidad en los lugares en que se practica por lo que se ha incrementado el número de niñas afectadas y de las que están en riesgo.

Desde el año 1985 hasta 2015 el descenso de la persistencia de la mutilación entre las mujeres y las niñas de 15 a 19 años, ha pasado del 51% al 37%, aunque esta caída no se produce de forma uniforme en todos los países, y allí donde ha decrecido no lo ha hecho por igual. En un análisis comparativo más detallado, vemos que en lugares como Egipto la prevalencia para esta misma cohorte ha descendido en un 27% en las décadas referidas (del 97% en 1985 al 70% en 2015), un 31% en Burkina Faso (del 89% en 1980 al 58% en 2010), o un 41% en Liberia (del 72% en 1983 al 31% en 2013). Y aún es más significativo el descenso de la prevalencia entre las niñas menores de 14 años: 14% en Egipto y 13% en Burkina Faso. Sin embargo, la prevalencia en 2015 en estos mismos países para el caso de las mujeres mayores, entre los 15 años y los 49 es el 87% en Egipto y el 76% en Burkina Faso.

La perspectiva general para un futuro cercano que se refleja en el informe de UNICEF (2016) es que, a pesar de la caída de la prevalencia de esta práctica perjudicial y del mayor rechazo por parte de hombres y de mujeres, asistiremos en los próximos años a un preocupante aumento de la incidencia de la MGF/C.

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3. Situación general de la MGF en Europa: metodología del estudio y análisis estadístico

Es difícil de estimar cuánta población originaria de países con prevalencia de MGF/C se encuentran residiendo en alguno de los 28 Estados miembros de la Unión Europea, pues a las cifras oficiales habría que sumar la inmigración irregular y ésta es muy difícil de contabilizar. De acuerdo con los datos registrados por el reciente informe de la Agencia Europea de Control de Fronteras (Frontex, 2018) en 2017 se registraron 204.700 personas que accedieron de forma irregular por alguno de los límites del territorio de la Unión Europea y aunque es la cantidad más baja desde que en 2004 se creara este registro, da cuenta de la complejidad que supone realizar un mapa de la MGF/C en la UE o en cualquiera de sus Estados.

3.1. Metodología

Para conocer el alcance de la MGF/C en Europa hemos utilizado como fuente la Oficina Europea de Estadística, Eurostat, de donde se han recopilado y analizado los datos disponibles, en febrero de 2018, para el periodo que va de 2013 a 2017. Los criterios que se han seguido para estimar la población procedente de lugares donde se practica la MGF/C y la forma en que se distribuye entre los actuales 28 Estados miembro, son los siguientes:

– Población general registrada en Europa, en 2017, con nacionalidad de alguno de 30 países en los que, de acuerdo con la ONU, prevalece la mutilación genital femenina, son: Benín, Burkina Faso, Camerún, República Centro Africana, El Chad, Costa de Marfil, Yibuti, Egipto, Eritrea, Etiopía, Gambia, Ghana, Guinea-Bissau, Indonesia, Irak, Kenia, Liberia, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Somalia...

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