Multiculturalismo, tercer mundo e inmigración

AutorLuis García San Miguel
Cargo del AutorUniversidad de Alcalá de Henares

1. Precisiones terminológicas

"Multiculturalismo" suele usarse como: 1) constatación del hecho de la existencia de diversas culturas, 2) afirmación del valor de la pluralidad, 3) afirmación del igual valor de todas las culturas, porque tanto vale una como otra. Y esto tanto en un sentido positivo (todas tienen valores) como negativo (no sabemos si todas tienen valor porque no disponemos de un criterio para valorarlas, que sería culturalmente condicionado).

El sentido positivo de "3" no es escéptico: concede la posibilidad de valorar y equipara el valor de las culturas; el sentido negativo es escéptico, niega la posibilidad de valorar (sólo sabe que no sabe nada). Pero ambos coinciden en equipar el valor de las culturas, bien porque todas valen o porque ninguna vale (El sentido negativo de "3" desemboca en esto: si no podemos valorar, a ninguna podemos atribuirle valor).

Cuando se habla actualmente de "multiculturalismo" posiblemente se le emplea en uno de los dos sentidos de "3": las culturas son equiparables.

2. Igualación y Jerarquía

La equiparación multicultural (que tanto o tan poco vale la cultura de los incas como la de los conquistadores, de los racistas como de los no racistas, de los fundamentalistas islámicos como de los cristianos liberales) es una postura teórica que se suele etiquetar como "positivismo", "escepticismo" o "relativismo". Quizás este último término sea el más usado.

Las razones que suelen alegarse en su defensa son de dos tipos: 1) el intento de conocer el bien y el mal termina en un fracaso quizás porque como diría Ayer no existe tal cosa como "bien" y "mal". O quizás sería mejor decir que carece de sentido. 2)

Ese intento termina en un fracaso porque nuestra mente está prisionera de algún determinismo que falsea el acto de conocimiento y lo convierte en ficticio o ilusorio. Cuando creemos conocer no conocemos; recitamos un discurso que nos han escrito y al que no podemos con propiedad llamar nuestro.

El relativismo tiene, por tanto, dos frentes principales: la postura antimetafísica (a la que quizás pudiéramos calificar de "positivismo") y un cierto " sociologismo" o "historicismo". El primero vendría a decir: no podemos saber nada del bien ni del mal porque tales cosas no existen o no podemos entender lo que las palabras quieren decir (carecen de sentido). El segundo: las teorías morales (y cualquier otra) están determinadas por la sociedad o por la historia y podemos decir de ellas que son "necesarias" pero no que sean "verdaderas" ni "falsas". En resumen no podemos saber nada, o quizás solo podemos saber, como Sócrates, que no sabemos nada.

Aplicando esto a las culturas habría que decir que no podemos saber si algunas son superiores a otras. Claro está que de aquí no podemos pasar a decir que por tanto todas tienen el mismo valor, pues si lo hiciéramos habríamos abandonado el escepticismo: habríamos admitido la posibilidad de valorar.

La postura contraria que, en la jerga filosófica, suele calificarse de "cognoscitivismo" se asienta en la afirmación de que podemos entender el sentido de "bien" y "mal"; hay cierto tipo de realidades a las que podemos aplicar a esos nombres (ya se trate del placer, de la felicidad, del ascetismo o quizás de una cualidad indefinible pero real) y podemos saber algo de ellas.

Aplicando esto a las culturas pudiéramos decir que es posible valorarlas moralmente, estableciendo una jerarquía entre ellas y señalando alguna como superior a las otras. Así, por ejemplo, pudiéramos decir que la cultura llamada occidental es superior a las demás, que es por cierto lo que casi todos decimos.

Todo esto que acabo decir es de sobra consabido para los filósofos del derecho y de la moral, pero creo que no está de más recordarlo antes de entrar en otros problemas de multiculturalismo. Si no resolvemos de alguna manera el problema de la posibilidad o imposibilidad de formular valoraciones no podemos dar un paso en el orden teórico, aunque podamos en el práctico hacer muchas cosas, tal como atacar a otro país. Pero bien mirado, incluso en ese caso el invasor seguramente no esgrimirá el argumento de la fuerza sino que pretenderá algún género de superioridad moral, tenga o no tenga razón.

Y aquí conviene hacer una distinción: una cosa es que uno sepa, o crea saber, que hay una jerarquía entre las culturas y que una es superior a las demás y otra que crea legítimo imponerla. Una cosa no se deriva necesariamente de la otra. La superioridad no legitima sin más la imposición. Puedo saber que el tabaco es malo y no por ello tratar de prohibirlo. Por el contrario puedo respetar que los demás fumen si tienen otras ideas o simplemente les gusta.

Con ello entramos en el segundo problemas a que vamos a referirnos hoy: el de las relaciones entre las culturas, civilizaciones o como queramos llamarlas. Dado que hay varias, es posible y quizás necesario, intentar plantear un orden de convivencia entre las mismas, esté basado en el consenso, en la dominación de unas sobre otras o incluso en el predominio de alguna o algunas sobre las demás.

3. Las relaciones entre las culturas

Como decimos las relaciones interculturales pueden plantearse de muchos modos, pero hay dos que parecen tener particular importancia: las que llamaremos relaciones de intervención - dominación y las que llamaremos de abstención - consenso. Tampoco aquí digo nada nuevo: como es sabido el viejo Derecho Internacional se regía por el principio de no intervención de unos países en los asuntos internos de los otros. Poco a poco este principio fue siendo sustituido por el principio de la intervención humanitaria que legitima la intervención en los asuntos internos de un país cuando se hayan producido violaciones graves y continuadas de los derechos humanos de sus ciudadanos. Utilizaré para ejemplificar la postura intervencionista el reciente libro de Galbraith "Una sociedad mejor" y para la abstencionista "El conflicto de civilizaciones" de Huntington. No son libros de gran calidad teórica (el de Galbraith ni siquiera intenta serlo, pues se trata de un conjunto de conferencias de divulgación, por cierto muy claras), pero sí son representativos de las dos tendencias a que voy a referirme.

Permítase, antes de entrar en ello, hacer referencia a dos artículos recogidos en la antología de J.Rachels: "Moral Problems"...

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